Es casi un contrasentido
buscar la paz por un lado y por el otro estar aplicando políticas que en nada
favorecen esa paz.
Así ha sido durante los seis años del gobierno del
presidente JM Santos. Algunas de sus políticas han sido hechas con la mira
puesta en el proceso para alcanzar una Paz estable y duradera.
Recordemos la ley de
creación de las Zidres. En anterior artículo decíamos: “Es una constante de los gobiernos colombianos acordar algunas cosas en
una Mesa de Negociación y, al tiempo, ir sentando las bases legales para
favorecer a la clase oligárquica-terrateniente en contravía de lo acordado. El
gobierno está negociando con las FARC-EP el conflicto armado, económico, social
y político, y al mismo tiempo ha ido creando espacios para ganar en la Mesa de
Negociación lo que no ha podido en el terreno militar, vencer a las FARC”.
Ver: ZIDRES: Contra los campesinos y la Paz.
Ahora viene con la
Reforma Tributaria que la ha logrado hacer aprobar después de 3 intentos
fallidos. Dice el economista Eduardo Sarmiento que “Los detalles de la reforma tributaria divulgada por el Gobierno el fin
de la semana constituyen un paso más decidido en la misma dirección
[Neoliberalismo]. Se amplían los
productos sujetos al IVA y se eleva la tarifa de 16 a 19 %. Se establece un gravamen fijo a
los tenderos y pequeños negocios. Se sustituye
el impuesto a la riqueza y al ingreso por un impuesto plano a las utilidades de
las empresas y la contribución
efectiva se reduce de 41 a 33 %. Así las cosas, se ha configurado una
estructura que sustituye los gravámenes directos
(los que tienen más pagan más), por los indirectos (los que tienen menos pagan
más), se elimina la progresividad del
patrimonio y del ingreso a las personas jurídicas y se eleva la carga tributaria del trabajo con relación al capital. La
típica reforma tributaria que sacrifica la equidad fiscal para ampliar el recaudo
y sostener la rentabilidad del capital. (..) En fin, la reforma tributaria es una disculpa para bajar el salario
real”.
Ver: Reforma tributaria y salario
Sabemos que el
acaparamiento de tierras por parte de los empresarios del campo es en la
práctica revertir los avances alcanzados en el Acuerdo Final aún antes de que
se implemente ese Acuerdo, lo cual afecta gravemente la construcción de la Paz.
En igual medida, sabemos que bajar el salario real de los trabajadores es el
combustible para que la lucha de las posiciones antagónicas en la sociedad, la
lucha de clases, se exacerbe y las posiciones se tornen definitivamente irreconciliables,
lo cual desde luego va en detrimento de
la paz que las grandes mayorías queremos.
Nos asalta la duda
si este derrotero del gobierno Santos responde a maniobras maquiavélicas para
sacar del escenario unas FARC-EP inderrotables en el campo militar y tener un ”partido político” al
cual, ya sin armas, aplicarle todo el peso del Terrorismo de Estado? Esperamos
que no porque si algo tiene el pueblo colombiano es capacidad de lucha.
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