MARIO MORALES 19 ABR 2016 - 3:09 PM
El país de las maravillas.
Quizás el problema sea que no los hemos comprendido.
Por: Mario Morales
Habitan entre nosotros, pobres mortales, que ni talento hemos tenido para reconocerlos. Camuflados en carnitas y huesitos humanos, de vez en cuando se dignan tocarnos con sus destellos de sabiduría, y ¡oh Ingratitud! Les pagamos con la moneda de la indiferencia o de la incredulidad.
Pero atreverse a cuestionarlos no solo contradice el sentido común, sino que es un atentado contra su prosapia, su heráldica, su tradición, como osó hacerlo un profesor, imagínense, ¡un profesor! Con esa lumbrera de conocimiento que es el presidente de Ecopetrol.
Si el doctor (así, con todas su letras) Echeverry dice que la exploración de petróleos no es nociva para el medio ambiente, pues no es nociva. ¡Cómo vamos a detener la locomotora del progreso por lo que dice un ingeniero que además dicta clases!
¡Dizque soberbia! Pedirle argumentos al presidente de Ecopetrol es distraerlo de sus profundas elucubraciones para ponerlo en tareas demasiado humanas, como esa de hacernos entender lo que no cabe en el cerebro de unos ambientalistas anónimos y además tercos. Por algo son profesores…
Yo, en los zapatos de los honorables senadores y de los otros genios que conducen tan eficientemente este país, no sólo aprobaría a pupitrazo limpio esas acciones que reclama el bien común, sino que las haría extensivas a otras propuestas tan lúcidas como sus autores: el metro elevado, construcción inmediata en la Reserva van der Hammen, explotación de las playas, uso del fracking, y ¡cómo no! El freno a la tal restitución de tierras, como lo ha expresado otro prohombre, de cuya distinción habla hasta su apellido: Lafaurie.
No hay que perder el tiempo en conversaciones bizantinas. ¿Acaso queremos, como ha pasado en otras oportunidades (vea no más tamaña pérdida la del exministrotic Molano) que nos perdamos de las luces de inteligencias superiores? Pero, quién soy yo para recomendarlo, si al fin y al cabo, como el ingeniero Valencia, soy apenas otro profesor…
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