Allende La Paz,
Cambio Total
La valentía se
demuestra en ciertos actos heroicos y también, como no, en la forma que
enfrentamos un tribunal civil que juzga nuestras conductas. Imagino que los
militares estatales han realizado actos heroicos en su lucha contra la
insurgencia y, estoy seguro y está comprobado, actos abominables contra la
población civil.
Actos
abominables como la desaparición de personas que bajo el pretexto de ”son
guerrilleros” se cometen delitos como el secuestro de la persona, la tortura,
el ajusticiamiento extrajudicial, la desaparición de sus restos mortales –el caso
del cura Camilo Torres es uno de ellos-, y una modalidad que hemos dado en
llamar ”desapareciendo desaparecidos”, o sea, la desaparición de los restos
mortales de los desaparecidos para no dejar rastros de ellos cuando exhuman los
cadáveres y los tiran al mar.
Esos actos
abominables violentan el Derecho a la Vida como derecho humano fundamental y
derechos consagrados en el propio orden burgués que nos rige todavía. Siempre
nos hemos preguntado por qué los militares estatales colombianos se abrogan el
derecho a quitarle la vida a otra persona? Por muy guerrillero que sea, o muy
delincuente que sea, o muy peligroso que sea según la propia óptica militar
para las ”intituciones” burguesas, nadie, absolutamente nadie tiene derecho a
disponer la vida de otra persona, de otro ser humano.
Sabemos que la
responsabilidad estatal –militares, agencias de seguridad política (DAS), hasta
afiebrados funcionarios civiles- en el delito de la desaparición forzada es del
97,7%, o sea, son crímenes de Estado. Este delito tiene una impunidad del 100%
porque precisamente son cometidos por agentes estatales y el mismo Estado no
tiene decisión política para investigarse a sí mismo. Y, claro, porque les
tiembla el asterisco cuando tienen que enfrentar sus responsabilidades
individuales ante sus propios tribunales.
Ejemplo de ello
lo tenemos en la Mesa de La Habana cuando hablaban los familiares de
Desaparecidos: ”Mientras hablaba Gloria Gómez, nuestra compañera que
trabaja en Asfaddes, el general Jorge
Enrique Mora, negociador y quien representa a las Fuerzas Militares en la
Comisión de Resolución del Conflicto, se paró de la mesa y algo les dijo al
oído a Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo, y se retiró. Esa reunión estaba
planteada para no tener interrupciones, pero cuando Gloria terminó de hablar,
De la Calle pidió un receso. Al regresar al salón para continuar con nuestra
intervención, el general no regresó” (http://www.elespectador.com/noticias/judicial/detalles-de-reunion-habana-sobre-desaparecidos-articulo-622987
).
Mal presagio. Lo único que excusaría al general Mora es
que hubiera tenido una reacción vago-vagal ante las denuncias de los familiares
de los Desaparecidos y se le hubiera presentado una diarrea líquida incoercible
que lógicamente hubiera apestado todo el Centro de Convenciones.
Mas no lo creemos. Esa ha sido la actitud de los
funcionarios estatales ante la denuncia de sus delitos cometidos al amparo del
conflicto armado y el Terrorismo de Estado de la DSN. En esos momentos los
agentes estatales carecen por completo de valentía para enfrentar las denuncias.
La ausencia del general Mora lo demuestra. Y el Terrorismo de Estado sigue su
curso aplicado por las fuerzas militares-narcoparamilitares del Estado.
Llama la atención la actitud de las FARC-EP que ha ido
a las comunidades en donde su accionar ha producido errores que han ocasionado
dolores a la población a pedirles perdón. Así se contruye Reconstrucción en un
Proceso de Paz.
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