Hernando Vanegas Toloza.
Nuestro Libertador Simón Bolívar diseñó lo que llamamos la
Doctrina de las fuerzas militares de los países que él contribuyó a libertar.
Lo hizo en la esperanza de que su pensamiento había caído y sido fecundo en los
pueblos hispano-parlantes. Por ello, se atrevió a decir, ”maldito el soldado que empuñe su arma contra su propio pueblo”, y
sus deseos de conformar una verdadera patria está contemplada en éstas dos
citas: ”Formémonos una patria a toda
costa y todo lo demás será tolerable” y previendo lo que venía aseveró que
”Huid del país donde uno solo ejerce
todos los poderes: es un país de esclavos”.
Entender la Doctrina Bolivariana es entender que la ”Constitución … asegura la
libertad civil de los derechos del ciudadano en su propiedad, vida y honor;
y que además de conservar ilesos estos sagrados derechos, pone al ciudadano en
aptitud de desplegar sus talentos e industria, con todas las ventajas que se
pueden obtener en una sociedad civil, la más perfecta que el hombre puede
aspirar sobre la tierra. Por manera que todo hombre debe contar (…) con la vida, que, después de la libertad, es el don más precioso que el
Ente Supremo nos ha hecho” (Discurso en la Villa de Tenerife,
Magdalena).
Sabedor el Libertador del papel que deben jugar los
militares decía que ”nuestra misión sólo
se dirige a romper las cadenas de la servidumbre que agobian todavía a algunos
de nuestros pueblos, sin pretender dar
leyes ni ejercer actos de dominio, a que el derecho de la guerra podría
autorizarnos” (Decreto a muerte. Ciudad de Trujillo. Junio 1813).
Su admirable pensamiento es supremamente claro cuando dice
que ”Un
soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro
de las leyes ni del Gobierno; es el defensor de su libertad. Sus glorias no deben confundirse con las
de la República; y su ambición debe quedar satisfecha al hacer la felicidad de
su país”, y llamaba a defender la soberanía porque ”yo os declaro, pueblos, que
ninguno puede poseer vuestra soberanía,
sino violenta e ilegítimamente” ya que ”la voluntad general del pueblo será
para mí, siempre, la suprema ley; que ella será mi guía en el curso de mi
conducta, como el objeto de mis contados será vuestra gloria y vuestra libertad”.
Los orígenes de la suerte que sucedió a las fuerzas
militares se puede encontrar, entre otras, en que ”el hábito a la obediencia,
sin exámen, había entorpecido de tal manera nuestro espíritu, que no era
posible descubriésemos la verdad ni encotrásemos el bien. Ceder a la fuerza fue
siempre nuestro solo deber; como el crimen mayor buscar la justicia y conocer
los derechos de la naturaleza y de los hombres. Especular sobre las ciencias,
calcular sobre lo útil y practicar la virtud eran atentados de lesa tiranía,
más fáciles de cometer que de obtener su perdón. La mancilla, la expatriación y
la muerte seguían con frecuencia a los talentos, que los ilustres desgraciados
solían adquirir para su ruina, no obstante el cúmulo de obstáculos que oponían
a las luces los dominadores de este hemisferio”.
Esta Doctrina Bolivariana naturalmente está soportada por ”la justicia (que) es la reina de las
virtudes republicanas, y con ella se sostienen la igualdad y la libertad que
son las columnas de este edificio” y es enfático al afirmar que ”Yo sigo la carrera gloriosa de las armas
sólo por obtener el honor que ellas me dan; por libertar a mi patria; y por
merecer las bendiciones de los pueblos”.
El Libertador no duda ni un segundo en colocar en el
Congreso de Angostura la autoridad popular que lo había ungido como ”Dictador
Jefe Supremo de la República” en manos de los Legisladores de tan augusto
congreso y manifiesta que ”la
continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el
término de los gobiernos democráticos”, por lo que ”el sistema de gobierno más
perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de
seguridad social y mayor suma de estabilidad política”.
La Proclama a los soldados del ejército Libertador,
vencedores en Ayacucho el 25 de diciembre de 1824 decia: ”Habéis dado la Libertad a la América Meridional, y una cuarta parte del
mundo es el monumento de vuestra gloria: dónde no habéis vencido? (…) La buena
causa, la causa de los derechos del hombre, ha ganado con vuestras armas su
terrible contienda contra los opresores; contemplad, pues, el bien que habéis
hecho a la humanidad con vuestros heroicos sacrificios”.
Mas el Libertador sabía los peligros que acechaban: ”No pueden Vds. formarse una idea exacta del
espíritu de nuestros militares. Éstos no son lo que Vds. conocen; son los que
Vds. no conocen: hombres que han combatido largo tiempo, que se creen muy
beneméritos, y humillados y miserables, y sin coger el fruto de las
adquisiciones de su lanza. Persuádase
Vd. que estamos sobre un abismo, o más bien sobre un volcán pronto a hacer su
explosión. Yo temo más la paz que la guerra, y con esto doy… la idea de todo lo
que no digo ni puede decirse”. (Guanare, mayo 1821).
No por ello dejaba de ensalzar la magna obra de su ejército
libertador: ”Venimos venciendo desde las
costas del Atlántico, y en quince años de una lucha de gigantes, hemos
derrotado el edificio de la tiranía, formado tranquilamente en tres siglos de
usurpación y de violencia. (…) Cuánto no debe ser nuestro gozo al ver tantos
millones de hombres restituídos a sus derechos por nuestra perseverancia y
nuestro esfuerzo! En cuanto a mí, de pié sobre esta mole de plata quese llama
Potosí y cuyas venas riquísimas fueron trescientos años el erario de España, yo
estimo en nada esta opulencia cuando la comparo con la gloria de haber traído
victorioso el estandarte de la libertad, desde las playas ardientes del
Orinoco, para fijarlo aquí, en el pico de esta montaña, cuyo seno es el asombro
y la envidia del universo” (octubre 1825).
A su ejército, el ejército
libertador, le decía: ”Soldados: vosotros
lo sabéis: la igualdad, la libertad y la independencia son nuestra divisa. ¿La
humanidad no ha recobrado sus derechos por nuestras leyes? ¿Nuestras armas no
han roto las cadenas de los esclavos? La odiosa diferencia de clases y colores
¿no ha sido abatida para siempre? Los bienes nacionales ¿no se han mandado
repartir entre vosotros? La fortuna, el saber y la gloria ¿no os esperan?
Vuestros méritos ¿no son recompensados con profusión, o por lo menos con
justicia? ¿No sois iguales, libres, independientes, felices y honrados?” (Simón Bolívar, jefe Supremo de la República de Venezuela, a los soldados
del Ejército Libertador).
En ese ideario cabe resaltar que para el Libertador ” la verdad,
que en política como en guerra es de un valor inestimable”. Cuando la
mentira se introduce en los pueblos recién liberados, cunde la desunión y la
obra magna se entrega a un gobierno extranjero, como sucedió posteriormente.
No por ello debemos desechar las enseñanzas de su Doctrina
expuesta en la Carta de Jamaica:” Es una
idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un
solo vínculo que lige sus partes entre sí con el todo”, mas ”Si usted quiere república, es preciso que
quiera también que haya virtud política”.
Bolívar entendió que sólo el
pueblo tiene la capacidad de conformar una nación poderosa. Por eso manifestaba
en Abril de 1826: ”Nada es tan conforme
con las doctrinas populares como el consultar a la nación en masa sobre los
puntos capitales en que se fundan los Estados, las leyes fundamentales y el
Magistrado Supremo. Todos los particulares están sujetos al error o a la
seducción; pero no así el pueblo, que posee en grado eminente la conciencia de
su bien y la medida de su independencia. De este modo, su juicio es puro, su
voluntad fuerte; y por consiguiente, nadie puede corromperlo, ni menos
intimidarlo. Yo tengo pruebas irrefutables del tino del pueblo en las grandes
resoluciones; y por eso es siempre he preferido sus opiniones a las de los sabios”.
Esa concepción la redondea
cuando dice en agosto de 1826: ”Unidos
los buenos ciudadanos a nuestro incorruptible ejército, se sostendrá el
edificio levantado a costa de virtudes y de heroismo”. Señala así la
necesaria unión de ejército-pueblo que defienda los logros de la empresa
libertadora.
Los sacudimientos de los élites
criollas hacía evidente las luchas intestinas por el poder. La preocupación del
Libertador está plasmada en la siguiente cita del mensaje enviado a la
Convención de Ocaña en febrero de 1828: ”Nuestro
ejército era el modelo de América y la gloria de la libertad: su obediencia a
la ley, al magistrado y al general, parecían pertenecer a los tiempos heroicos
de la virtud republicana. Se cubría con sus armas, porque no tenía uniformes;
pereciendo de miseria se alimentaba de los espejos del enemigo, y sin ambición
no respiraba más que el amor a la patria. Tan generosas virtudes se han
eclipsado, en cierto modo, delante de las nuevas leyes dictadas para regirlo y
para protegerlo.
Participa el militar de los sacudimientos que han agitado toda
la sociedad, no conserva más que su devoción que ha salvado a un respeto
saludable a sus propias cicatrices. He mencionado el funesto influjo que ha
debido tener en la subordinación el haberle sujetado a tribunales civiles,
cuyas doctrinas y disposiciones son fatales a la disciplina severa, a la
sumisión pasiva y a la ciega obediencia que forma la base del poder militar,
apoyo de la sociedad entera. (…) Se han promovido peligrosas rivalidades
entre civiles y militares con los escritos y con las discusiones del congreso,
no considerándolos ya como los libertadores de la patria, sino como verdugos de
la libertad. Era ésta la recompensa reservada para los héroes? Aún ha llegado
el escándalo al punto de excitarse odio y encono entre militares de diferentes
provincias para que ni la unidad ni la fuerza existieran.
No quisiera mencionar la clemencia que ha
recaído sobre los crímenes militares de esta época ominosa. Cada uno de
los legisladores está penetrado de toda la gravedad de esta vituperable
indulgencia. Qué ejército
será digno, en adelante, de defender nuestros sagrados derechos, si el castigo
del crímen ha de ser recompensarlo? Y si la gloria no pertenece ya a la fidelidad, el
valor a la obediencia!”.
A Bolívar no lo traicionaron las tropas ni la oficialidad de su ejército libertador.
Bolívar fue traicionado por los mezquinos intereses políticos de élites criollas
que se creían con todos los merecimientos del mundo, amén de postrar sus
rodillas ante el oro estadounidense.
Ya en el post-conflicto independentista exclama adolorido: ”Colombianos! Mucho habéis sufrido, y mucho
sacrificado sin provecho, por no haber acertado en el camino de la salud. Os
enamorasteis de la libertad, deslumbrados por sus poderosos atractivos, pero
como la libertad es tan peligrosa como la hermosura en las mujeres, a quienes
todos seducen y pretenden, por amor, o vanidad, no la habéis conservado
inocente y pura como ella descendió del cielo. El
poder, enemigo nato de nuestros derechos, ha excitado las ambiciones
particulares de todas las clases del Estado”. Lógicamente, aquí se refiera a las clases que podían en ese momento a posiciones políticas.
En septiembre de 1829 le escribe a O´Leary: ”Mandarán siempre los militares con la
espada? No se quejarán los civiles del despotismo de los soldados? Yo conozco
que la actual república no se puede gobernar sin una espada, y, al mismo
tiempo, no puedo dejar de convenir que es insoportable el espíritu militar en
el mando civil”.
Bolívar renuncia –ya muy enfermo- en enero de 1830 diciendo
en su Mensaje al Congreso: ”Disponed de
la presidencia que respetuosamente abdico en vuestras manos. Desde hoy no soy
más que un ciudadano armado para defender la patria y obedecer al gobierno;
cesaron mis funciones públicas para siempre. Os hago formal y solemne entrega
de la autoridad suprema que los sufragios nacionales me habían conferido”.
Hace allí unas recomendaciones entre las cuales está la de que ”El ejército, que infinitos títulos tiene a
la gratitud nacional, ha menester una organización radical”.
En noviembre de 1930 decía con enorme sabiduría: ”Desgraciadamente, entre nosotros no pueden
nada las masas, algunos ánimos fuertes lo hacen todo y la multitud sigue la
audacia sin examinar la justicia o el crímen de los caudillos, mas los
abandonan luego al punto que otros más aleves los sorprenden. Esta es la
opinión pública y la fuerza nacional de nuestra América”.
No olvidemos que en su lecho de muerte aún tuvo fuerzas para
sentenciar: ” "Todos debéis trabajar por el bien
inestimable de la unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno, para
libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones
al Cielo; y los
militares empleando su espada en defender las garantías sociales." (De su último mensaje a los colombianos,
en diciembre de 1830).
Este fue el legado del Libertador
a las futuras generaciones. Legado que no fue tenido en cuenta por las élites
criollas en el poder.
"Si la patria necesita de un
soldado, siempre me tendrá pronto para defender su causa" Simón Bolívar.
Algunas citas del Libertador Simón Bolívar sobre éste
tópico:
·
" Maldito el
soldado que empune su arma contra su propio pueblo "
·
"Como amo
la libertad tengo sentimientos nobles y liberales; y si suelo ser severo, es
solamente con aquellos que pretenden destruirnos."
·
"De lo
heroico a lo ridículo no hay más que un paso."
·
"Dichosísimo
aquel que corriendo por entre los escollos de la guerra, de la política y de
las desgracias públicas, preserva su honor intacto."
·
"El arte
de vencer se aprende en las derrotas."
·
"El
soldado bisoño lo cree todo perdido desde que es derrotado una vez."
·
"En el
orden de las vicisitudes humanas no es siempre la mayoría de la masa física la
que decide, sino que es la superioridad de la fuerza moral la que inclina hacia
sí la balanza política."
·
"Es difícil
hacer justicia a quien nos ha ofendido."
·
"La
libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del universo."
·
"La
Justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ella se sostiene la
igualdad y la libertad."
·
"La
unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable
decreto del destino."
·
"Llamarse jefe
para no serlo es el colmo de la miseria".
·
"Los
empleos públicos pertenecen al Estado; no son patrimonio de particulares.
Ninguno que no tenga probidad, aptitudes y merecimientos es digno de
ellos."
·
"Los
tiranos no pueden acercarse a los muros invencibles de Colombia sin expiar con
su impura sangre la audacia de sus delirios."
·
"Más
cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la
tiranía."
·
"Para el
logro del triunfo siempre ha sido indispensable pasar por la senda de los
sacrificios."
·
"Todos
los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad han exterminado al fin a
sus tiranos."
·
"Un
soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro
de las leyes ni del gobierno. Es defensor de su libertad."
·
"Un pueblo
ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción".
"Yo desprecié los grados y distinciones. Aspiraba
a un destino más honroso: derramar mi sangre por la libertad de mi
patria."
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