Cambio Total.
La cárcel es parte del aparato represivo del estado. Desde
siempre. A ella iban a parar los desclazados, los rebeldes, los peligrosos para
el régimen. En ocasiones servía para aniquilar a un enemigo político.
Ejemplos hemos tenido en la historia. Incluso desde el punto
de vista del régimen democrático-burgués la cárcel era el castigo para los de
las clases bajas ya que los ricos burgueses –por muy criminales que fueran-
siempre se libraban de ella.
Ello es patente en la Colombia actual. Los que han ido a la
cárcel por cuenta de sus corrupciones son ”igualados” que han pretendido subir
de escalón apropiándose de los dineros de las arcas estatales. En la cárcel no
hay ningun oligarca. Ninguno. Mire a ver si no.
A los corrompidos de Inverbolsa los tienen sudando la gota
gorda por no haber sabido robar, osea, no aprendieron a hacerlo a la manera
burguesa y se dejaron agarrar. Aprendan de los genios como Jaime Michelsen que
robó a muchísimos colombianos y nunca ni siquiera fue solicitado en extradición.
A los de la narco-para-política uribista se les fueron las luces. Lo mismo que
al capo Pablo Escobar Gaviria, que quizo ser ”político” y por eso lo jodieron.
Y, la verdad, es que esos mafiositos y funcionaritos que
caen en la ”guandoca” gozan de privilegios de acuerdo con el fajo de billetes
de sus bolsillos para darse la gran vida aún en la cárcel. Putas para todos los
gustos, fiestas con vallenatos o mariachis, bufet de langostinos y mariscos,
rones y whiskey importados.
El problema es que se dejen agarrar en esas fiestas o se
filtre a algún periodista honesto –todavía hay algunos-, y entonces viene la
reprimenda del director del Inpec y las aclaraciones de un sindicato que no
sabemos que papel juega en esa corrupta guardia.
Los mafiosos y los ladrones del erario público, o sea
nuestra plata, compran todo en la cárcel. Al director del Inpec quien ”pone
cara de yo no fuí” cuando se descubren las anomalías de la gran vida de los
presos mafiosos o ladrones de cuello blanco. Compran a la guardia
penitenciaria, incluso algunos de ellos les hacen el ”mandado” y compran el
whisky y las viandas a mejor precio, incluso al sindicato.
La cárcel así no es ningún castigo. El castigo es para los
desclasados, para los rebeldes, los que osan enfrentar el régimen. A éstos, no
les permiten ni siquiera ir al médico, en tanto a los narco-para-militares van
hasta dos veces a la semana a donde el especialista.
Esa es la verdadera cárcel. Es para los pobres y los
rebeldes.
alp
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