Vaya paradoja, el joven y simpático ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, promotor de la Ley de Inteligencia, 1621 de 2013, la cual impone en su artículo 38 a los funcionarios receptores de datos de inteligencia el deber de guardar reserva, es violador de ese tenebroso estatuto.
Por: Ramiro Bejarano Guzmán
Así lo confirma su última declaración, en la cual reveló que, según informes de inteligencia, alias Timochenko habría visitado La Habana mientras se adelantan las conversaciones entre el Gobierno y las Farc. Pinzón asumió el lánguido papel de Angelino de hacer oposición desde el Gobierno, pues su revelación agitó a los enemigos de la paz, que los hay bastantes, no todos vestidos de civil.
A muchos no nos incomoda que el jefe guerrillero llegue a conversar con los suyos a Cuba. Por el contrario, esa fue una buena señal para el proceso de paz, porque probó que quienes están conversando en nombre de las Farc sí representan al secretariado y a la tropa insurgente. Lo peligroso sería que Timochenko desautorizara a sus voceros, porque eso significaría que el Gobierno estaría negociando con quienes no tendrían poder alguno sobre los sublevados. Eso que es obvio no necesitaba haberlo dicho Santos, pues le habría bastado al mismo Pinzón contar toda la verdad en vez de soltarla a pedazos. Nadie entiende por qué el ministro le puso tanto misterio al viaje del guerrillero Timochenko, si el propio presidente había autorizado que viajara a La Habana.
Pero, claro, para ese coro de guerreristas la noticia de que Timochenko se desplazó a La Habana les ha dado otro motivo para despotricar del proceso de paz. Uribe exigió al Gobierno calificar a Venezuela de paraíso de terroristas, él, que para complacer a los franceses, ordenó la liberación del guerrillero Rodrigo Granda, hoy interlocutor en los diálogos de paz.
Durante Santos I, Pinzón fue la voz uribista en el Gobierno, por su lenguaje camorrero con las Farc y la paz. En esa época se dijo que ese doble discurso del Gobierno negociando la paz y teniendo un ministro insultador era un plan concebido por el propio presidente para que la ultraderecha no pudiera sostener que se había entregado a las Farc. Por cuenta de esta errática estrategia de mantener una voz disidente en el interior del Gobierno sobre lo que estaba pasando en La Habana, Santos casi pierde las elecciones. Si no hubiera sido por la izquierda y el liberalismo, habría regresado a la Casa de Nariño el más pavoroso fascismo comandado por Óscar Iván con sus muchachos, sus hackers, sus asesores espirituales, y todo ese perverso engranaje de persecución a opositores y críticos que fueron capaces de crear durante la seguridad democrática.
Ya en los inicios del reinado de Santos II, justo es reconocer que Pinzón había atemperado su talante belicoso, pues se le oían gestos menos incendiarios contra las Farc. Pero algo tuvo que pasar para que esta semana al controvertido ministro le diera por alborotar el avispero con su declaración necia e ilegal de que Timochenko ha estado en La Habana. A veces parece que con su actitud Pinzón quisiera cobrarse una rencilla con Sergio Jaramillo, o vaya uno a saber con quién más, porque en el cinturón de cercanos al jefe de Estado también se cocinan envidias y mezquindades.
A ciertos altos funcionarios se les aparece un lagarto que les susurra al oído que ellos pueden ser presidentes, y hay algunos ingenuos lunáticos que se lo creen y terminan haciendo el ridículo. Esa es la epidemia que ha picado al imprudente precandidato Pinzón, la cual además lo tiene convencido de que puede presentar proyectos de ley él solito, ignorando con arrogancia a sus colegas de gabinete. Debería serenarse, porque el día menos pensado el pragmático de Santos, que lo puso a interpretar un doble discurso con un pie en la sede presidencial y el otro en el uribismo, lo saca a sombrerazos del Gobierno. Remember como salió el diletante traidor Angelino.
Adenda. Y si el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, en vez de convertir a Panamá en paraíso fiscal, en verdad quisiera reducir los gastos, ¿por qué no liquida la costosa Federación Nacional de Cafeteros, que tanto adora? ¿Para qué sirve ese elefante blanco?
Ramiro Bejarano Guzmánnotasdebuhardilla@hotmail.com / | Elespectador.com
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