Cambio
Total.
El debate
desarrollado por el senador Iván Cepeda contra el narco-paramilitar
ex-presidente y ahora senador, Álvaro Uribe Vélez, más conocido como Uribhitler
u 82, dicen los analistas burgueses –la mayoría, aclaro- que no les colmó las ”expectativas”
porque no sacó a relucir la ”verdad política”.
La historia
del narco-paramilitarismo, antes de la década de los 80 del siglo pasado
llamado paramilitarismo (recordemos los ”pájaros” y demás especies de ”La
Violencia” de los años 50), ha sido investigado y publicado por diferentes
analistas alternativos. Su inició en ésta nueva era se da con el secuestro de
una de las Ochoa y la conformación del MAS (secuestro adelantado por el M-19
del cual Antonio Navarro era uno de sus dirigentes y hoy viene de ”santurrón” a
pontificar en el parlamento), el cual fue hábilmente aprovechado por los
militares –Farouk Yanine Díaz en la Brigada de Puerto Boyaca, ciudad que ya
adelantaba el paramilitarismo con los Guarín y demás- para la
conformación del narco-paramilitarismo.
Se aprovechó
las estructuras delincuenciales del narcotráfico que fueron re-organizadas,
entrenadas (Yair Klein, entre otros), financiadas (los militares se encargaban
de reunir a ganaderos, terratenientes y narcotraficantes pequeños) y apoyadas
logísticamente (las fuerzas militares las armaban con armas de largo alcance)
en lo que se conoce como el ”Contubernio Impúdico” entre militares,
narcotraficantes, ganaderos-terratenientes y clase política.
La verdad
política es que desde el Estado se adelantó todo un Plan contrainsurgente que
aplicó con toda sevicia el Terrorismo de Estado de la Doctrina de Seguridad
Nacional, cuyos orígenes se remontan a 1928 con la conservadora ”Ley Heroica” y
a antes de 1964 cuando se lanzó el
Ataque a Marquetalia, que dió origen a las FARC.
El gran
responsable del Narco-paramilitarismo (es narco porque desde el inicio en ésta
nueva fase fue adelantado con las estructuras de mafiosos del Cartel de
Medellín y después les permitían impunemente el tráfico de cocaína) es el
Estado colombiano que adelantó –y adelanta- el Terrorismo de Estado, y para
hacerlo utiliza a cuanto delincuente tiene a la mano (militares delincuentes,
narcotraficantes, políticos delincuentes).
Uribe Vélez
es apenas uno de los responsables. Si de verdad política se trata tocará
empezar por nombrar a los presidentes responsables del Narco-paramilitarismo
que desde la Casa de Nariño adelantaron ésta política. Comencemos por Virgilio
Barco Vargas (1986-1990) y sigamos con César
Gaviria Trujillo (1990-1994), quien con ”guante de seda” negoció –arrodillado por
la violencia desatada por el capo- con el capo narcotraficante cabeza del
Cartel de Medellín (ambos son Gaviria, primos?), y lo ”encarceló” en un hotel 5
estrellas, construido por el mismo Escobar y de allí se fugó cuando quiso, en
tanto esas estructuras mafiosas adelantaban de la mano de las fuerzas militares
el más cuel exterminio contra la Unión Patriótica (U.P.). Gaviria jamás quiso
un Acuerdo con la Insurgencia armada y por el contrario ordenó el bombardeo de
Casa Verde (sitio de reuniones con las FARC), declarándole nuevamente la guerra
al pueblo colombiano y al final de su mandato dejó más de 20.000 asesinados por
causas políticas (Unión Patriotica ).
Durante la
administración de Ernesto Samper (1994-1998), hoy secretario de Unasur,
continúa el baño de sangre, pero éste alcanza su máximo durante la
administración de Andrés Pastrana Arango (1998-2002) con más de 30.000 víctimas
de violencia política contra el pueblo. Es de significar que las FARC-EP venían
de en la administración Samper propinándoles más de 10 golpes contundentes a
las fuerzas militares-narcoparamilitares estatales, y Pastrana llama a diálogo
a las FARC-EP como una forma de ganar tiempo para adelantar una re-ingenieria
de las fuerzas militares, a las cuales se les entregó el plan de guerra llamado
Plan Colombia, Plan que quedará como vergüenza para las próximas generaciones
de colombianos.
Llega a la
presidencia de Colombia un personaje siniestro, de la pura entraña mafiosa,
señalado por el gobierno de Estados Unidos con el Número 82, llevado a la presidencia por la oligarquía por la promesa de "vencer a las guerrillas". Su política era una sola, ”guerra, guerra, más guerra”.
Y de veras que lo intentó, pero como todos los anteriores presidentes que
prometían acabar la Insurgencia armada –nuevas declaratorias de guerra-, Uribe
Vélez entregó la Casa de Nariño convertida en un lupanar en donde se realizaban
encuentros con mafiosos reconocidos. Aún hoy no alcanzamos a desentrañar el
drama humanitario sufrido por los colombianos del pueblo ya que Uribe Vélez
hasta a los defensores de derechos humanos declaró objetivo militar y los
señalaba y macartizaba en cuanta ocasión se le presentaba.
La élite en
el poder, está en deuda con el pueblo colombiano en el reconocimiento de su
responsabilidad en el Narco-paramilitarismo. Mas no vale solamente el
reconocimiento, sino que es imprescindible adelantar acciones para construir
una Nueva Colombia, para que podamos vivir en paz, con justicia social,
democracia, libertad, independencia y soberanía nacional.
Eso es lo
que intenta el pueblo en la Mesa de La Habana. Allí están enfocados nuestros
esfuerzos como pueblo.
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