José María
Carbonell, Cambio Total.
Lo sabemos desde hace muchísimo
tiempo. Cierto que la gran mayoría de los colombianos está no sólo
desencantado, sino mamados de la politiquería y la corrupción campantes en los
edificios estatales y en sus funcionarios. Cierto que ese porcentaje no se
moviliza ni con grúa. También sabemos la clase de país que quieren. Propuestas –no
hemos escuchado ninguna con la pasión del que está convencido de su buena fe-,
lo que se dice propuestas... Hmmm!
Salvo diferencias sutiles entre el “títere”
y Santos, los dos son neoliberales, los dos han adelantado el Terrorismo de
Estado, los dos hacen la guerra y se vanaglorían de sus logros (pobre de aquel
corto de espíritu que siente alegría por la muerte de otros seres humanos), los
dos han escamoteado los derechos de los trabajadores, los dos están de acuerdo
en que los salarios deben ser de hambre, los dos propugnan por una salud
elitista, etc, etc. O sea, los dos salvo que sus feos rostros no se parecen –o si?-
se parecen en todo.
Entonces que es lo que tienen que
hacer los que quieren elegir a Santos? En primer lugar, ponerse las pilas.
La
paquidermia característica de Santos, su confianza en los sectores manzanillos
y clientelistas no le ha reportado buenos dividendos, por mucha mermelada que
les reparta, ya que esos sectores son más proclives al discurso de la guerra –que
les permite buenos réditos-, que al discurso de una paz que no conocen, y por
el contrario, la guerra los ha hecho inmensamente ricos y señores todopoderosos
de la tierra.
En segundo lugar, los sectores
oligárquicos tradicionlas deben movilizarse ellos en primer lugar, que no se
quede ningún oligarca en sus casas esperando que los otros elijan por él (que
lo hacen lo hacen). Además, el presidente tiene que aceitar la maquinaria “estatal”
y demostrar que si gana el “títere y su manejador” el futuro incierto del país
puede producir que todo se desvanezca, se reviente.
Si gana el “titiritero” en lo
inmediato se profundizaría la guerra, pero en el futuro la cosa adquiriría
ribetes cataclísmicos ya que el Estado no tiene de dónde sacar más plata. La
guerra no tiene más recursos. Llegó al tope. Ya lo dijo Alfredo Molano en su
columna de hoy. Y el pueblo, cansado, hastiado de más guerra, haría la guerra
para acabar con ella, para vencer a la oligarquía, para imponer la Paz. Por
ello, estamos en un proceso de acumulación de fuerzas que se aceleraría si el
que gana en tres semanas no entiende que el peor negocio que pueden hacer los
oligarcas es continuar la guerra.
Si, esa es
la verdad, el peor negocio oligárquico es continuar –y querer perpetuar la
guerra-, porque ahí sí lo perderían todo.
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