Lo divino y lo humano
Qué frescura: el presidente Santos nombró como
su candidato a la Vicepresidencia al doctor Germán Vargas, y éste ni
siquiera tuvo que aclarar o corregir nada en torno a su habitual
desacuerdo frente a las conversaciones de paz de La Habana.
Por: Lisandro Duque Naranjo
Rara esa pareja política tirando para lados tan opuestos en un tema en el que, supuestamente, el mandatario tiene puestas todas sus complacencias. Como si a este último no le preocupara manejar eso a la guachapanda y enfrentar dentro de muy poco al jefe de Cambio Radical, ya en Palacio, atrincherado en sus posiciones rabiosas. Póngale la firma.El otro hipotético vicepresidente iba a ser el general Naranjo, quien a la final salió para pintura. “El mejor policía del mundo 2010” tuvo un año muy intenso haciendo, como miembro free lance de la comitiva del Gobierno en las conversaciones de La Habana, escalas en esa ciudad para que le contaran cómo iba todo, y ya cuando empezaban a ponerlo al día, arrancando hacia ciudad de México a fundar (es lo que dicen allá) grupos paramilitares, chanfaina a la que Peña Nieto, presionado por la opinión, le dijo “no más”. Demasiado trajín, al que le revolvió el lobby en Bogotá para tratar en vano de ser vicepresidente.
Acaparador el hombre. Pero como decía el poeta Alberto Ángel Montoya: “¿y qué queda tras el sensual alarde?: solo una flor marchita en la seda del traje”. Ahora el general debe estar sumando las millas acumuladas por tantas gestiones simultáneas, y obviamente zapoteadas, para viajar sin misión alguna. Si es que el presidente, para indemnizarlo por el desaire, no lo tiene sentado por ahí, para ofrecerle la candidatura a la Alcaldía de Bogotá, que se ha vuelto el premio de consolación para los desahuciados de otras toldas. Es bien obscena la manera como rifan a Bogotá quienes albergan la ilusión de sacar a Petro.
Sigamos con Vargas. El hombre llegó a su candidatura vicepresidencial, literalmente, con patada de antioqueño. Del antioqueño aquel que sabemos, aunque se las den de enemigos. No solo que Juan Manuel Santos no le exigió decir, aunque fuera por disimular, algo cariñoso sobre el proceso de paz, sino que a los tres días el recién llegado lo convenció de meterla toda contra Petro. El presidente, tan aparentemente cuidadoso de las formas, se descachó en materia grave al plegarse a esa orientación, pues él está obligado a guardar neutralidad frente a un caso al que le quedan aún varias instancias por pronunciarse.
Qué impaciencia la de Vargas, utilizando tan rápido su candidatura a vicepresidente para recuperar, cuanto antes, los beneficios parciales que les mermó Petro a los contratistas chulos a efecto de garantizar una presencia mayoritaria de lo público en el sector de los servicios.
Porque Vargas es un amigo del alma, y en gran medida agente, de esa patota familiar de apellido Ríos que ha azotado el erario no solo bogotano sino en donde su olfato le diga que hay basura. Y que complotó en diciembre de 2012, escondiendo los camiones recolectores, para hundir a la ciudad en los desperdicios y por ahí derecho intentar tumbar a su alcalde, mandado que más tarde intentaría cumplirle un procurador alucinado.
El candidato a vicepresidente oyó decir, cuando era chiquito, que se parecía mucho a su abuelo, Carlos Lleras, por lo malgeniado. Y se dedicó desde entonces a hacer mala cara y a ser gruñón, para volverse presidente. La cosa le funcionó y ahí tenemos al señorito. Qué vaina con este país tan masoquista, al que le gusta que lo manden personas cuya única virtud es ser gritonas.
Elecciones de hoy. Acepten la simpatía de este humilde mamerto, y ojalá no los perjudique, los siguientes candidatos de distintos partidos: Iván Cepeda, Jaime Caycedo, Carlos Lozano, Ángela María Robledo, Juan Luis Castro Córdoba, Angélica Lozano y Lilia Solano.
Publicar un comentario