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Atrapados en la Andrómeda

Written By Unknown on domingo, febrero 16, 2014 | domingo, febrero 16, 2014

Por María Jimena DuzánRevista SEMANA.

OPINIÓN. Belisario terminó preso de los militares y los enemigos de la paz ganaron una vez más. Santos está atrapado en la misma lógica.

Desde que Semana.com denuncio que la inteligencia militar interceptó ilegalmente los chats de los negociadores de paz, el gobierno del presidente Santos parece moverse como si estuviera enredado en su propia madeja.  Y por la forma como está trastabillando me recuerda lo que pasó en el gobierno
de Betancur cuando la paz voló en mil pedazos por cuenta de que los militares se opusieron al proceso de paz como una mula muerta. Esa percepción se me reafirma aun más luego de escuchar al inspector general del Ejército diciendo que las  denuncias de SEMANA no son ciertas.

La Belisarización de Santos se dio desde el inicio de este escándalo. Cuando pensábamos que iba a salir en defensa de sus negociadores de paz en La Habana –el primer día habló de fuerzas oscuras y muchos alcanzamos a pensar que para allá iba– , terminó solidarizándose con los militares. Desde entonces no ha hecho sino minimizar la denuncia; no ha rodado ninguna cabeza y la medida de desvincular temporalmente de sus cargos a dos generales mientras la Fiscalía concluye la investigación fue una reacción diseñada para mantener tranquilas a las graderías de la reelección, que exigían alguna clase de sanción política por exigua que fuera. El allanamiento que la Fiscalía hizo en el restaurante de Galerías desde donde presuntamente se habían hecho las interceptaciones ilegales se realizó 15 días antes de que la revista publicara la noticia, y nadie dentro del Ejército había considerado que era menester remover temporalmente a alguien. De la misma forma en que nadie se interesó por investigar cómo fue que llegaron las coordenadas al expresidente Uribe. 

La estrategia de minimizar el escándalo tampoco ha sido afortunada, porque mientras más pasan los días  es evidente que lo que SEMANA publicó es solo la punta del iceberg y que las irregularidades que descubrieron en la operación Andrómeda pueden  estar sucediendo en otras fachadas que aún no han salido a la luz pública. Pero además, la forma como se están haciendo las interceptaciones denunciadas guarda similitudes muy poco gratas con el escándalo del DAS. Un protagonista de ese escándalo, como Germán Arenas, quien trabajó en esa entidad en la época en que se produjeron las chuzadas, hoy es asesor del ministro Pinzón. También es curioso que la Fiscalía hubiera allanado  la Citec, que ha sido el lugar donde han permanecido recluidos José Miguel Narváez y Alberto Arzayuz, quienes fueron los cerebros del G-3, aparato utilizado para espiar a la Corte Suprema de Justicia. Y si en las chuzadas del DAS había una intención de acabar con la Corte Suprema de Justicia porque estaba adelantando la investigación de la parapolítica, en esta ocasión el objetivo es desviar la información con propósitos perversos para desestabilizar el proceso de paz. Tantas coincidencias preocupan. 

Por lo pronto nos quedan claras varias cosas que no sabíamos: que el descontento en los cuarteles con los diálogos en La Habana es más grande de lo que muchos suponíamos, y que el hecho de que generales como Mora estén representándolos en la Mesa no han servido de a mucho para convencerlos. Quedamos notificados los colombianos también de que hay en los cuarteles más militares de los que nos imaginábamos pensando que es un absurdo firmar un acuerdo con las Farc cuando supuestamente esa guerrilla agoniza por efecto de la estrategia militar.  
 
Santos hubiera podido decirle al país que él era el jefe de las Fuerzas Armadas y que en su gobierno no iba a permitir que la inteligencia terminara siendo utilizada para sabotear el proceso de paz, pero no lo hizo. Y al no hacerlo, al gobierno se la abrió un flanco que ha puesto al presidente Santos en una fragilidad inusitada, que me recuerda, repito, la que tuvo el gobierno de Belisario Betancur con los militares. El entonces presidente quería hacer la paz con las Farc y la guerrilla estaba tan jugada como lo puede estar ahora. Sin embargo, el proceso terminó explotando en mil pedazos debido en gran parte a la manera como se manipuló la información por parte de la inteligencia militar. Belisario terminó preso de los militares y los enemigos de la paz ganaron una vez más. 

Santos está atrapado en la misma lógica.  Le ha dado toda la posibilidad al ministro Pinzón para que haga la guerra y para que haga una oposición directa al proceso de paz, hecho que ha generado en los cuarteles un efecto cascada de abierto rechazo a la salida negociada. 

Este escándalo demuestra que esa fórmula ya no le funciona al presidente Santos porque no le ha servido para neutralizar a los verdaderos enemigos agazapados de la paz.  Ojalá que esta oposición que se siente en los cuarteles no sea el caldo de cultivo para un escenario de mayor polarización en el que escale la violencia y resurjan los magnicidios. 

El ambiente de tensión que vive hoy el país ofrece las circunstancias propicias para que se abra esa compuerta y corramos el riesgo de terminar como el presidente Santos: atrapados en la Andrómeda.
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