Escrito por
Yira Castro.
"(...) Las FARC somos pueblo en armas, encendiendo las alarmas por la lucha socialista...No le alcanzó el calzón, Pastrana presidentón...Por pro-Yanqui, no le alcanzó el calzón; por oligarca, no le alcanzó el calzón (...)"
Fragmento de una canción fariana.
A Pastrana, como a los anteriores, no le alcanzó el
"calzón", como no le alcanzará a Santos, ni a los venideros, si la
injusticia social y los crímenes contra nuestro pueblo no cesan.
Al iniciarse el décimo noveno ciclo de conversaciones, en
el cual se retomará la discusión del punto tres -cuatro en la Agenda
acordada- Solución al problema de las drogas ilícitas, la Delegación de Paz de las FARC-EP entramos, presentando ante los medios de comunicación un documento con el título La Esperanza de Paz, leído de manera pausada por nuestro Comandante Iván Márquez.
La Esperanza de Paz devela en su
argumentación verdades antes dichas, pero ahora expuestas con mayor
énfasis, sobre la esperanza de Paz de los colombianos y las verdaderas
intenciones del presidente Santos.
Y es que Santos se echa la soga al cuello cada vez que
abre la boca, sobre todo cuando se dirige a las tropas. Esta vez lo hizo
finalizando el año 2013 en la clausura de los Cursos de Altos Estudios
Militares (CAEM) e Integral de Defensa Nacional (CIDENAL), donde estuvo
acompañado del jefe de la delegación del Gobierno en la Mesa de
Conversaciones de La Habana, el doctor Humberto De La Calle.
Nada sorprendente, solo que el presidente en medio de la
euforia admitió lo dicho muchas veces por las FARC, y es que el Plan
Colombia y el Plan Patriota, adelantados con la ayuda económica y
asesoría del imperialismo, bajo pretexto de la lucha contra las drogas,
no fueron más que planes de exterminio dirigidos contra la insurgencia.
Planes que arrojaron cantidad de crímenes por los que deberá responder
el Estado colombiano y, de manera particular, quienes ejercían los
cargos en el gobierno.
Poseído del más elevado ego, el presidente hace un
recuento ante sus tropas de sus "hazañas" cuando él no tiene ningún
mérito para alardear de los golpes más contundentes propinados a las
FARC. En la práctica han sido militares gringos los verdaderos cerebros
en la planificación y dirección de los más rastreros planes contrainsurgentes.
Santos está llegando al límite de su descrédito. Sus
declaraciones generan desconfianza no solo en la contraparte, sentada en
la Mesa de Conversaciones, sino también en el pueblo, que se vuelca en
las calles expresando su descontento. Incluso, sus mismas tropas, las
que un día creyeron ciegamente en la consigna "honor y lealtad", las que
en un tiempo se creyeron "hombres de acero", esas tropas que operan
bajo la consigna "Los héroes en Colombia sí existen", las que están
comprometidas hasta la médula en múltiples violaciones al Derecho
Internacional Humanitario, también han dejado de creer y ya no levitan
ante las promesas de impunidad del gobierno.
Olvida Santos que una mentira obliga a otra y esa a otra
más. Mejor sería que les dijera que está intentando por todos los
medios, incluso los más inconstitucionales, hacer que ningún militar,
incluido él por supuesto, incentivador de los falsos positivos, sea
juzgado por sus crímenes de guerra.
En lo que a las FARC-EP concierne, en innumerables
declaraciones nuestra organización se ha comprometido en volcar sus
esfuerzos, cuando se llegue al punto de víctimas, en contribuir en el
esclarecimiento de la verdad sobre hechos que la comprometan; siempre y
cuando el gobierno acepte la conformación de la Comisión para el esclarecimiento de la verdad sobre la historia del conflicto interno colombiano propuesta por la insurgencia.
Dice el documento: "a La Habana no se vino a negociar impunidades", al mismo tiempo que insiste en erradicar la “asimetría jurídica" que pretende imponer el gobierno.
Con la misma capacidad histriónica, sin pestañear
siquiera, Santos habla de los acuerdos parciales logrados hasta ahora, y
sostiene que “nada extraordinario hay en ellos”.
Razón tiene en la afirmación, solo que no les aclara a sus muchachos
que las propuestas más determinantes de cada punto aún están por
resolverse.
Tanto en el primer punto Desarrollo Agrario Integral, como en el segundo, Participación Política, quedaron temas pendientes para abordar y resolver antes de una firma definitiva.
Relacionado al Desarrollo Agrario Integral con enfoque
territorial quedaron postergados asuntos como: el clamor del campesinado
colombiano porque se erradique el latifundio, se conforme un fondo de
tierras para su distribución, se le ponga límite la extranjerización de
la tierra, haya una regularización en la explotación minero-energética
de las trasnacionales, se les dé vía a la conformación de las ZRC y la
aplicación de medidas que pongan freno a los efectos nocivos de los TLC
en la economía agrícola y generalmente en toda la industria.
En el punto de Participación Política, dos en la Agenda, quedaron pendientes temas como:
“La reestructuración
democrática del Estado y la reforma política en función de la expansión
democrática; la reconversión de las Fuerzas Militares hacia la
construcción de la paz y la protección de la soberanía nacional; reforma
económica; reforma de la rama judicial que libere a la justicia de su
politización y corrupción y le devuelva su independencia como rama del
poder; la reforma y democratización del sistema político electoral;
concreción del postergado ordenamiento territorial; la democratización
de la propiedad de los medios de comunicación”, entre otros.
En cuanto al punto tres, solución al problema de los
cultivos ilícitos, será dificil una concreción de las propuestas
presentadas por las FARC-EP, si el gobierno continúa desviando la
atención del verdadero problema y le haga el quite a la solución
planteada por las FARC-EP que no es otra cosa que las propuestas de la
sociedad expresadas en los foros.
El presidente ha dicho que no habrá cese de fuego por
parte del gobierno y sus Fuerzas Militares, y efectivamente así ha sido.
No han cesado las hostilidades ni el fuego desde ningún flanco de la
institucionalidad. Sin embargo, las FARC-EP ya hemos decretado en dos
ocasiones cese de fuego y hostilidades y hemos cumplido con nuestra
palabra, dejando clara constancia para la historia de nuestra
incuestionable voluntad política y de Paz.
Las FARC-EP nos mantenemos firmes en el compromiso asumido
con Colombia, y alentadas por la disposición y determinación de lucha
de los colombianos que no quieren dejar escapar otra vez su sueño de Paz
y reconciliación. Continuaremos haciendo esfuerzos por la concreción de
un gran Acuerdo de Paz definitivo.
Santos no puede sentarse en los laureles que aún no ha
conquistado, porque lo que arrancó desde que comenzaron estos diálogos y
en el desarrollo de los diferentes foros, no es otra cosa que el
pueblo, ejerciendo y buscando tomar las riendas de su destino. Es el
pueblo proponiendo, diciendo cómo quiere ser gobernado, y el pueblo es
el poder constituyente.
Y ese pueblo sabe perfectamente dónde reposa la llave de
la Paz. Y que solo unido en una sola fuerza logrará arrancar los cambios
necesarios que nos lleven a la firma de ese acuerdo definitivo que
ponga fin a los largos años de guerra que hemos padecido. No hay duda de
que este 2014 será decisivo para lograrlo.
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