Publicado por Narciso Isa Conde.
Nos
encontramos con un enorme segmento de la población, que refleja en sus
conversaciones, sus actitudes, convicciones y gran preocupación ante los
signos de la violencia que crece y se desata en nuestros países. Muchos
de ellos se integraron y disfrutaron de ese mal llamado momento de
esplendor económico que se tradujo en individualidad, que los obnubiló
impidiéndoles percibir el futuro que se vive hoy. Vivieron un momento
de indiferencia mientras saciaban sus apetitos. El mundo circundante no
le importaba, salvo para obtener nuevos beneficios. Valores, conceptos
fundamentales fueron trastocados y acomodados a la nueva situación de
vida, dentro de una nueva cosmovisión del mundo.
Se puede afirmar que de una u otra
manera eran sectores privilegiados que se beneficiaban en medio de la
crisis. Hoy esa crisis que no observaban los arropa, y es cuando le
asaltan todos estos temores reales de violencia en la sociedad, pero
con una visión un tanto equivocada del origen de la misma, como de sus
causas y soluciones.
“Hay que empezar por tener una
visión general de conjunto antes de poder entrar en el detalle; de otro
modo, los detalles nos impedirán ver el todo, los árboles no nos dejarán
ver el bosque…” como expresara Hegel.
La simplificación lo lleva no sólo a
observar el raterismo de calle, también al bancario donde perdieron sus
ahorros y la pérdida de sus inmuebles estrangulados por los intereses
bancarios. Esto los hace salir a las calles juntándose con aquellos
segmentos de la población mayoritarios que ya fueron expulsados y
excluidos por el sistema de forma cortés. Un mismo fenómeno, real y
objetivo, observado por distintos actores de clase impiden arribar a las
mismas soluciones. Las diferencias de fondo serán distintas, aunque la
aparente simultaneidad del fenómeno en su captación no excluya las
diferencias, que no es más que la manifestación del fenómeno en la
superficie.
Es en esa nueva cosmovisión del mundo a
la que están aferrados estos sectores, donde la lucha de clase y la
violencia generada por ese modelo del Estado “permanente”, (en que el
gobierno solo es su excrecencia) y la lucha de clase en sí,
pertenecen al pasado.
Estos sectores más instruidos navegaron
en todo un proceso enajenante, con una cierta capacidad de penetración
en la sociedad, cuyas propuestas y demandas frente a la crisis como
expresión de la violencia, quedan en reformas por más vuelta que se le
dé al problema, no en la destrucción de esa máquina del Estado la cual
piensan puede reformarse.
La miseria de la época arropaba no sólo
los intereses de la vida cotidiana, arropaban la creatividad en las
ideas de lo falso y aparente de un nuevo mundo virtual, de lo que no han
podido sustraerse.
La síntesis es la involución puesta de
manifiesto en el quehacer orgánico de lo económico, político y social,
que por esa vía nos ha de conducir a un callejón sin salida.
Las tareas que se imponen ante un
problema que básicamente es de carácter ideológico, son de reordenar,
instruir, organizar y dirigir las sociedades enajenadas al máximo por
instrumentos que van más allá de la compra de las fuerzas productivas en
el mercado de trabajo. Comprender la sociedad en que se vive para
accionar sobre el cumulo de contradicciones que genera, amerita de
grandes esfuerzos, sin salirnos del tiempo que vivimos en el mundo hoy.
Esa involución en la creación de un mundo virtual, ha creado un ser llamado “ser humano libre”. Como diría con razón Hegel: Puede
también ocurrir que la libertad sea una libertad abstracta, al margen
de la necesidad; esta libertad falsa, es la arbitrariedad y, por tanto,
cabalmente lo contrario de sí misma, una sujeción inconsciente, una
vacua figuración de libertad puramente formal.
La crisis no es sólo económica, es una
crisis más profunda ligada a la incapacidad del modelo de resolver sus
necesidades apelando a la violencia en todos los órdenes, llevando a la
animalidad a los demás seres humanos, aniquilándoles el cerebro para
dirigir la mente humana.
Esa arbitrariedad de la que nos habla
Hegel, no es más que la barbarie del mundo falso del capitalismo de hoy,
impulsando a la humanidad hacia nuevas batallas mesiánicas en busca de
enemigos inexistentes.
Que es hoy un carterista de barrio, ante
un bombardeo a un país (“para reconstruirlo”), para expropiarse a la
fuerza de sus recursos y luego tomarse los depósitos de sus bancos? ¿Por
qué el Comandante Chávez movió todas las reservas en oro hacia
Venezuela? O acaso cuando los yanquis expusieron la tesis de guerra
infinita, era la retórica de un loco, en que nuestro país no está
excluido?
La delincuencia ha crecido y seguirá
creciendo bajo el modelo actual, los servicios de inteligencia de muchos
Estado la utilizan. Echemos un vistazo a los más de 40 mil muertos de
México en estos últimos años, los cuales han servido a la
intencionalidad de declararlo país “inviable”. O liberar a la
delincuencia de las cárceles en los países invadidos por los yanquis
junto ala OTAN, integrándolos junto a mercenarios como avanzada de élite
militar. Los brotes de violencia en las cárceles Venezolana tenían ese
objetivo.
De las zonas de guerra en la que están
involucrados los EEUU, se extraen 8.000 toneladas de opio a través de la
seguridad nacional y en indudable conexión con los cárteles, ejecutando
el lavado de 500 mil millones de dólares, en su mayoría en bancos de
los Estados Unidos. En una microscópica escala nuestros generales,
oficiales y organismos de seguridad hacen lo mismo con sus socios
civiles del gobierno.
Estamos hablando de un modelo, el Estado
capitalista en crisis, que a escala mundial no tiene solución,
quedándole sólo la violencia que se ejerce a diario ante el que no
escapa del Estado neo trujillista de República Dominicana. (12-06-2013) .
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