Delegación de paz de las FARC-EP.
Terminamos
este ciclo de conversaciones con avances que hablan bien de nuestra
voluntad de paz, a pesar de las infundadas afirmaciones del Presidente
Juan Manuel Santos en un evento mediático, el pasado 20 de febrero en
San Vicente del Caguán; Avanzamos a pesar del dolor que nos inflige a
todos los colombianos el trato represivo y desproporcionado que el
gobierno está dispensando a través del ESMAD a las justas protestas de
los caficultores y los cacaoteros, causando muertes, decenas de heridos y
capturados. Avanzamos a pesar de la sordera estatal frente a las
reclamaciones de los trabajadores del Cerrejón y de los que se oponen a
la privatización de la salud, y en general, a las consecuencias
antipopulares y antipatrióticas de la política neoliberal. Para ese
pueblo en pie de lucha, nuestra solidaridad; y al gobierno, un ¡Dialogue
con el pueblo, escúchelo, deje la soberbia!
Con
artificios como el de San Vicente, no podrá Santos ocultar la
progresiva entrega del territorio nacional, de nuestras riquezas
minero-energéticas, a la voracidad de las trasnacionales. No podrá tapar
los nuevos planes de despojo y de extranjerización de la tierra, ni el
propósito avieso de feriar las 15 millones de hectáreas de nuestra
altillanura, entre los ríos Guaviare y Meta, rica en petróleo, uranio,
coltán y litio; tierras miradas con ojos de agronegocios y ganancias, y
con los hombros encogidos, frente al terrible impacto socio-ambiental.
Detrás
de la humareda de las declaraciones de San Vicente, está el latifundio
que ningún gobierno ha querido tocar. Ha regresado el fantasma de
Chicoral a impedir que se toque el sacrosanto latifundio y a perseguir
nuevamente a los campesinos que desterró a las fronteras para que no
siguieran ocupando, machete en mano, las grandes propiedades. Desde la
época de la violencia de los años 50, no han tenido paz los campesinos,
se les ha arrebatado la tierra y expulsado con violencia de su entorno
natural. El vergonzoso Pacto de Chicoral fue firmado por las élites de
los partidos tradicionales, los terratenientes y el Estado, jamás por
Manuel Marulanda Vélez. Pero hasta esas fronteras remotas donde fueron
arrojados, les enviaron a los paramilitares para masacrarlos y
desplazarlos nuevamente. No es justo, no es justo, que ahora se pretenda
expulsar al resto con violencia y ley.
Las
tierras del comandante Jorge Briceño no eran las mencionadas en las
falaces cifras del Presidente, sino 114 millones de hectáreas que tiene
país, las que quería produciendo, para dignificar la vida de todos los
colombianos.
Pensábamos
que Juan Manuel Santos se iba a referir en San Vicente a las 17 mil
hectáreas de palma africana que el jefe paramilitar “Don Berna”
transfirió al Estado para que fueran entregadas a los campesinos, sus
verdaderos dueños, tierras que no han llegado aún a sus destinatarios;
pero nada dijo el presidente.
Pensábamos
que tal vez aludiría a las 14 mil hectáreas que el mismo paramilitar
pusiera en manos del Estado en los Llanos Orientales, con 4 mil de ellas
sembradas de palma aceitera, a fin de que fueran restituidas a sus
propietarios originales, y a pesar que esto no se ha cumplido, nada dijo
el presidente.
Pensábamos
que le entraría duro en su discurso a su amigo Víctor Carranza, quien
recientemente celebrara con bombos y platillos su primer millón de
hectáreas de tierra. Pero nada dijo el presidente.
Es
mucho lo que hay que decir y denunciar en torno a la actual política
agraria del gobierno. La supuesta titulación y entrega de tierras en
Urabá, es una farsa triste. Allí lo que hay es un carrusel de tierras,
en el que a través de poseedores de mala fe, se entregan títulos con
relumbre mediático, pero al final esos predios vuelven a manos de
bananeros y palmicultores despojadores. A los “urabeños” les han
asignado la tarea de revictimizar para facilitar el despojo con
apariencia legal.
La
entrega de tierras que proyectan en Urabá y Chocó los paramilitares El
Alemán y Hasbún, es para echarle tierra al engaño de la entrega de
tierras que está haciendo el gobierno en Urabá.
En
las Tangas asignaron 192 parcelas, pero se las arrendaron a precios
irrisorios a unas empresas ganaderas, que todo indica, son del mismo
dueño.
Este
gobierno, en apariencia, les tiene miedo a los terratenientes, y con
ese presupuesto difunde que si se tocan esos intereses criminales se
despertará el demonio del paramilitarismo, como si en algún momento lo
hubiesen desmantelado. Su determinación es no afectar el latifundio
improductivo, ocioso y evasor de impuestos. Por lo visto, ni siquiera se
le dará un pellizco. Ahora los latifundistas están esperando a las
trasnacionales para vender o arrendar. En lugar de castigo, recibirán un
premio.
Esa
tierra fue amasada con sangre campesina, masacres paramilitares, fosas
comunes, más de 5 millones de desplazados, falsos positivos, y por lo
tanto, ¿por qué no llamarlos delincuentes y aplicarles sin tantas
vueltas la extinción de dominio reservada a los grupos delincuenciales?
Un tercio del territorio del país está manos de los ganaderos… ¿Quiénes son entonces los latifundistas despojadores?
¿Quiénes son los responsables del índice GINI del 0.87 referido a la desigualdad en el campo?
Que
alguien del gobierno le explique al país cómo fue posible que el
INCODER le entregara 315 mil hectáreas de tierra a testaferros de los
señores del despojo.
¿Por qué el INCODER intentó eliminar los resguardos indígenas coloniales?
El
escándalo de Agro Ingreso Seguro pretendió descargarse contra la
modelo, Valery Domínguez, mientras que beneficiarios poderosos pasaban
de agache: “El programa Agro Ingreso Seguro, creado por la ley 1113 de
2007, otorgó en los primeros dos meses de 2009, bajo una línea especial
de crédito, 27.600 millones de pesos, de los cuales una sola compañía,
Palmeros del Pacífico Sur, recibió más dinero que todos los
beneficiarios en cualquier otro departamento del país, pues obtuvo 4.321
millones (más del 15% del total). De igual forma, tres empresas
palmicultoras pertenecientes a la familia Sarmiento Angulo (Palmas
Pororó, Palmas Sicarare, Palmas Tamacá) recibieron 3.950 millones
(14,27% del total de los créditos). Si se suman dos palmicultores más
–Asociación de Agricultores Palma de Caunapí y Palmar El Diamante–, los
palmicultores recibieron casi el 40% de los dineros entregados”. No
solamente entonces, es el despojo de la tierra, sino el de los recursos
públicos, usurpados para entregárselos a los más ricos, a gente como
Sarmiento Angulo, ranqueado por la revista Forbes como uno de los más
ricos del mundo.
Pareciera
que el alzhéimer se ha apoderado de algunos altos funcionarios del
Estado, y ya no saben de dónde proviene ni dónde está el latifundio. No
hay catastro confiable, no hay estadísticas rigurosas. Engordan tierras,
no tributan, todo está en el cajón del olvido, resguardado por la
complicidad. No se puede atacar a los gamonales y caciques de la tierra,
porque las elecciones están cerca.
Se
necesita un catastro alternativo en el que participen organizaciones
agrarias y sociales, las víctimas, los desplazados, con veeduría
internacional, para no dejar que esta tarea, tan trascendental para la
paz, sea asumida por la desprestigiada y parcializada oficina de
“restitución” de los victimarios.
Que
no nos vaya a tragar la geofagia de las trasnacionales. Colombia no es
de Cargill, Pacific Rubiales, corficolombiana, Mavalle, Pajonales,
Valorem, Refocosta, Riopaila, Bioenergy, Mónica, Firmenish, Amaggi,
Merhav, Aliar, Anglo Gold Ashanti, Billiton, Anglo American, Xstrata,
Efromovich, Eike Batista y demás usurpadores que pretenden despojarnos
el territorio que nos pertenece a todos.
Llamamos
a los colombianos, a sus organizaciones sociales, políticas y
gremiales, a las Fuerzas Armadas con sentimiento de justicia y patria, a
defender este proceso de paz, esperanza de reconciliación y de nuevo
país. Reiteramos: el proceso de la Habana está caminando. La paz se
construye con la verdad pura y limpia, no con falsificaciones
mediáticas, ni mezquindades. Estamos dispuestos a discutir con pasión,
llegado el momento, el tema de la participación política, de la
refrendación ciudadana de los acuerdos, para que desbrozado el camino,
salgamos todos al encuentro de la anhelada paz, de la dignidad humana.
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Terminamos este ciclo de conversaciones con avances que hablan bien de nuestra voluntad de paz, a pesar de infundadas afirmaciones
Written By Unknown on lunes, marzo 04, 2013 | lunes, marzo 04, 2013
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