José María Carbonell, Nueva Colombia.
Los escándalos de
corrupción –que a nadie conmueven ya y menos los movilizan- son consuetudinarios,
es decir, diarios, como diarios son los robos de los dineros estatales.
Hubo un tiempo –así diría
Domínico Nadal-, en que no había tantos
escándalos de corrupción. Pero igual había sempiterna la corrupción de
la mafia política. El nepotismo, el tráfico de influencias, las
sobrefacturaciones, etc, eran los “escándalos” de esa mafia empotrada en el
poder desde la guerra de independencia.
Desde la década de los
70-80 un nuevo elemento vendría a hacer más severa la corrupción. El
narcotráfico. Fuente de incalculable recursos, el narcotráfico de la marihuana,
primero, y de la cocaína, después, les abrió los ojos a la mafia política y
cuando vieron que los capos mafiosos podrían ser una seria competencia
decidieron tomar cartas en el asunto.
En el narcotráfico
estuvieron comprometidos desde presidentes, Turbay Ayala, López Michelsen, Senadores,
Representantes, gobernadores, alcaldes, concejales, diputados, etc, hasta los
estamentos más bajos de la cadena criminal. O sea, la mafia política se involucró
en la mafia narcotraficante. Y ahí
fue tu tía, loco.
El resultado está a la
vista. El contubernio impúdico entre la mafia política y la mafia
narcotraficante alcanzó niveles inusitados, hasta llegar a los cuarteles y
brigadas de las fuerzas militares para adelantar la guerra sucia
contra-insurgente. La contratación de Yair Klein fue apenas uno de sus actos.
Mientras estallaban los
otros escándalos. 60 narco-parapolíticos del proceso 8.000, llegada del capo
Pablo Escobar, primo de JOG y patron de Uribe Vélez, que hacia prever la “toma
del nrcotráfico del templo de la mafia politiquera, el Parlamento”.
Vinieron épocas
recientes –Uribe Vélez- los escándalos de la Narco-para-política y sus 69
parlamentarios comprometidos en esta conducta criminal; los de la
Yidis-política y el cohecho de reforma del
articulito que le permitió re-elegirse; los contactos de Uribe Vélez con
las bandas narco-paramilitares para que les aseguraran una alta votación en
zonas dominadas –por el miedo a ser asesinados- por las bandas criminales del
Magdalena Medio y de Jorge 40, en San Ángel, en donde hasta participó de una
parranda vallenata con Diomedes Díaz, ya que no encontraron al preferido de
Uribe, Poncho Zuleta.
Evidentemente que la
mafia narcotraficante entendió que la mafia política jamás permitiría que
ocuparan las curules “reservadas para ellos”. Tampoco que la mafia
narcotraficante comenzara a arañar el botín de las arcas oficiales –dineros-
reservada a la mafia política. Hoy los escándalos muestran una clase política
profundamente involucrada en ésta política criminal.
Son los políticos del
establecimiento los comprometidos con escándalos como Reficar, Odebrecht,
Coopsalud, FonColpensiones, etc, y ya han perdido la más minima vergüenza. “Todo
vale” con tal que después del escándalo les queden 1-2-4-9 billones de pesos
para vivir “como se merecen”. Mas como “puerca pollera no pierde el vicio”
seguirán per secula seculorum con sus aberrantes prácticas.
Ahí estamos viendo como
los politiqueros usan al estado para catapultarse en sus aspiraciones. Uribe
Vélez tiene a Zuluaga comprometido en hechos de corrupción Odebrecht. Vargas Lleras
tuvo en las arcas de la vice-presidencia su caja menor para su campaña
electoral. Diariamente son detenidos politiqueros acusados de corrupción. Hasta
la más baja forma de corrupción, practicada por el CD, de exigir una parte del
sueldo a los contratados por ese partido en el congreso.
Por ello, estoy de
acuerdo cuando se plantea que de lo que se trata no es ponerle “ladrillos
nuevos” al viejo y vetusto edificio estatal, sino remover hasta sus cimientos
si es del caso y de allí construir un Nuevo edificio estatal en donde quepamos
todos los colombianos sin distingo de ninguna especie. O sea, una nueva
institucionalidad en paz con justicia social.
Definitivamente, sin
mafias no habrían UribeVélez…
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