El número 156 equivale, por ejemplo, a 14,1 equipos de fútbol y 31,2 equipos de básquetbol. El número 96 se puede comparar con 6,4 salones de clase con un promedio de 15 alumnos, o con las personas que transporta un Embraer 190.
Piensen ahora que asesinan a los jugadores, a los niños o a todos los pasajeros del avión. ¿Terrible? Esos números son la realidad en Colombia. Según la Defensoría del Pueblo, 156 líderes sociales y defensores de derechos humanos fueron asesinados entre el año 2016 y marzo de este año, y la cifra del Gobierno Nacional, muy similar a la de Naciones Unidas, en el mismo periodo de tiempo, es de 96 homicidios.
Es dramática la diferencia de cifras entre una fuente y otra, lo cual demuestra que el Estado tiene pendientes las tareas de articulación, presencia y metodología, pero están matando a la gente en las regiones y eso no tiene ninguna discusión.
David Flórez, vocero de Marcha Patriótica, opina para esta columna que “es innegable que hay una sistematicidad y un patrón que permiten determinar que se están ejecutando unos pasos para que ocurran los asesinatos. El patrón está compuesto por una campaña de estigmatización: ser líder social en la ruralidad es ser integrante de la guerrilla”.
El ministro del Interior, Guillermo Rivera, responde: “Reconocemos la gravedad del caso, pero frente a la sistematicidad la información de la Fiscalía muestra que no hay un mismo patrón en los homicidios. Sí son líderes pero varios crímenes corresponden a razones distintas al liderazgo. Admito que falta acción y que hay que hacer presencia efectiva en las zonas que dejaron las Farc”.
El alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU, Todd Howland, me cuenta que este año han recibido 83 denuncias de homicidios, 32 sí tenían liderazgo, 24 no lo tenían, 17 están en proceso de verificación y 10 víctimas no eran líderes pero sí miembros de organizaciones como el Partido Comunista y Marcha Patriótica. “La mitad de esos asesinatos fue cometida bajo la modalidad de sicario”, añade Howland.
Los departamentos más afectados son Cauca, Antioquia, Valle del Cauca, Chocó y Nariño. “El asesinato del 70 % de las víctimas que tenían rol de liderazgo ocurrió en áreas dejadas por las Farc. Son lugares donde todos los indicadores de violencia han aumentado”, y sobre la sistematicidad aclara: “Dentro del Derecho Internacional, sistemático tiene que ver con un plan centralizado y sobre eso no tenemos información suficiente. En razón de los derechos humanos sí hay un patrón que se repite”.
Carlos Negret, defensor del Pueblo, pide a través de esta columna “que no estigmaticen a los líderes sociales y defensores de derechos humanos porque eso los pone en riesgo y por eso los asesinan”. Hace un llamado al Gobierno para que atienda a tiempo las alertas tempranas y brinde la seguridad que está obligado a prestar.
Desde la Fiscalía me mandaron un video que colgaron en Twitter con información insuficiente que no cito porque no me ayudaron a ampliarla y confrontarla. Pero ahí está en la red de la entidad por si les interesa verla.
Mi conclusión es que seguimos naturalizando los homicidios, que desde todas las instancias se oyen discursos retóricos y que, a pesar de los esfuerzos de muchos, la cultura del conflicto armado sigue intacta. Si los asesinados fueran los jugadores, los niños o los pasajeros del avión que mencioné al principio, ¿sí reaccionaríamos? No sé, respondan ustedes.
* Periodista. @ClaMoralesM
Publicar un comentario