José María Carbonell, Nueva Colombia.
Colombia está condenada
a repetirse. Por causa de su mala memoria y su indiferencia por lo suyo.
Cada cuatro años vemos a
los politiqueros tradicionales “re-inventarse” y se presentan como los “salvadores”
del caótico –caos del malo ya que es el estatus quo, o sea, la inmovilidad y
ella es la muerte- estado de la nación.
Vemos los diarios
escándalos de corrupción. Uno tras otro se suceden los escándalos que
comprometen a las clases altas –politiqueros, empresarios (como Sarmiento
Angulo), etc- y pareciera que el país no tuviera capacidad de producir anticuerpos
contra ese mal que se tradujeran en condena efectiva –no votarlos más por
ejemplos-.
Ahí tenemos al señor
Vargas-Lleras –nieto de ex-presidente Lleras Restrepo, un oligarca soberbio-
que ha permanecido toda su vida como “funcionario público” con el único mérito
de ser “nieto de ex-presidente”, realizando las más horrorosas confabulaciones
con sectores de la mafia y el narco-paramilitarismo (“Kiko” Gómez, Oneida Pinto, narcoparamilitares de los Llanos), y hoy después de ser Vice-presidente se lanzó él mismo como candidato a la
Presidencia. Qué tal!
Extrañamente a “Germán
no es el man” no lo toca la ley. O no tan extraño. En Colombia
la ley es para los de ruana. Y cuando los ponen presos dejan que los procesos
judiciales sufran la muerte por olvido y los liberan por ”vencimiento de
términos”.
Es tal el grado de
corrupción que no solo el estado es carcomido por esa termita. Los
partidos políticos la tienen incrustada en su ser. Los partidos oligarquicos –liberal,
conservador, la U, y demás especímenes- carecen de programas serios y mucho
menos de principios ideológicos y éticos. Vemos a los politiqueros saltando de un partido a otro
y a veces, a veces, los sancionan por unos añitos.
Hoy vemos al ex-presidente
Pastrana confabulándose impúdicamente –como dice Allende La Paz- con el
narco-paramilitar número 82 ex-presidente Álvaro Uribe Vélez. Se
alían para tratar de suplir sus orfandades, la orfandad del poder, y creen que sumando sus carencias van a resultar
ganadores en las elecciones del 2018.
Calculo errado. No se
pueden sumar dos carenciales de afecto. Pastrana fue presidente por las
FARC-EP. UribHitler fue presidente por las FARC-EP. Uno, hablando falsamente de
Paz. El otro, hablando falsamente de “ganar la guerra”. Mas los dos terminaron
sus períodos saliendo como habían salido todos los presidentes desde 1964,
derrotados por la insurgencia armada.
Hoy la orfandad de los dos es patética. Los dos soñaron con
recibir el Nobel de Paz. Ninguno de los dos tuvo grandeza de espíritu para
merecerlo. Los dos rumian frustrados su impotencia. Podrán decir lo que a ambos
le de la gana, pero el presidente Santos tuvo la grandeza –la única grandeza?-
de vislumbrar un país sin guerra, un país en paz, un país que debe pagar la
deuda social que 11, 12, 13, gobiernos anteriores le dejaron como pesado fardo.
Hoy estamos en la etapa difícil de la implementación del
Acuerdo de Paz. Las FARc-EP le ha
apostado todo a la Paz. Esa fue su consigna central durante 53 años. Hoy la
están concretando. Esa concreción lleva a los ridículos ex-presidentes a unirse
para intentar resarcir sus orfandades. Pobrecitos. Dan lástima.
No debemos dejarnos
llevar por la conmisceración. No. A las serpientes venenosas no se les puede
permitir que se acerquen a los humanos porque de pronto asestan su fatal
mordida.
El pueblo en las elecciones del 2018 por primera vez votará
pensando en sí mismo, en su futuro, en sus hijos, en sus nietos. Por ello
votará el candidato que mejor defienda un gobierno de transición que a su vez
defienda el Acuerdo de Paz entre las FARC-EP y el estado colombiano.
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