Julio C. Gambina
Existen expectativas,
en el país y en la región por las presencias en estos días de los
gobernantes de Rusia y de China, dos de los grandes que disputan su
lugar en el poder político y económico mundial. Vladimir Putin y Xi
Jinping, pasarán esta semana por Argentina, donde se esperan inversiones
externas para sostener y potenciar la economía local en recesión.
Entre otras inversiones están las comprometidas por China para las
represas en el Sur y la red ferroviaria, también las probables en
hidrocarburos que pudiera ofrecer Rusia. Por ello es que el Senado de la
Nación dio media sanción a una ley de inmunidad a las inversiones de
otros países vía acuerdos de reciprocidad con bancos centrales. Un
proyecto empujado por el Poder Ejecutivo con amplio acuerdo
parlamentario y que transformará en Ley en la Cámara de Diputados en los
próximos días.
La lógica de la inmunidad para otorgar
seguridad jurídica a las inversiones externas reproduce la esencia de la
institucionalidad de los tratados de libre comercio, o los tratados
bilaterales de inversión, todos en defensa de inversores externos y por
los cuales la Argentina es el país más demandado ante el CIADI.
La presencia en nuestro de los gobernantes ruso y chino país se deriva
de la participación de éstos en la reunión de los BRICS (Brasil, Rusia,
India, China, Sudáfrica) en Fortaleza, Brasil, el 15 y 16 de julio
próximo.
El imaginario de analistas y periodistas vuela en la
bondad que supone incorporarse como país o región al BRICS, que por
ahora remite a un agrupamiento de países en tanto beneficiarios de
inversiones externas de elevada rentabilidad y con escasa
institucionalidad como bloque. Es verdad que pueden e intentan funcionar
articuladamente y por eso promueven la constitución de un banco para la
promoción de inversiones de sus empresas locales en todo el mundo,
particularmente en el Sur. El modelo a imitar es el del BNDES de Brasil,
sustento financiero de las translatinas brasileñas.
No solo
aspiran los BRICS a recibir inversiones, sino a disputar la valorización
de capitales con financiamiento propio para intervenir en la
transnacionalización, valorización y acumulación de capitales.
Capital productivo y especulativo: dos fases de un mismo proceso
Más allá de los intereses económicos directos, de los países de América
Latina y el Caribe con Rusia y China, vía inversiones, préstamos o
comercio, la intencionalidad comunicativa, es decir ideológica, pretende
hacer visible una estrategia de desarrollo capitalista que intenta
mostrarse diferenciada a la hegemonizada por la tríada imperialista de
EEUU, Europa y Japón.
La razón comunicativa apunta a desmarcar
el modelo productivo de los BRICS respecto de la especulación exacerbada
en tiempos de una crisis que iniciada en 2007/8 no termina de ser
superada. Es un dato que la burbuja financiera sigue expandiéndose y
puede explotar nuevamente, lo que servirá como excusa para potenciar el
ajuste y la regresiva reestructuración del orden capitalista, tal como
se generaliza ahora en territorio europeo, último bastión del reformismo
capitalista, Estado benefactor mediante.
La afirmación resulta
más vigente ante la situación generada por el fallo estadounidense
contra la Argentina. Se intenta mostrar la existencia de dos caras del
capitalismo. Una despreciable radicada en la especulación financiera,
los fondos buitres y otra apreciada en lo productivo, como si pudiera
escindirse la producción de la circulación. Como si las transnacionales
petroleras, mineras, tabacaleras, farmacéuticas, automotrices, de la
comunicación, la energía o el transporte, entre otras, fueran menos
buitres que Goldman Sachs, el City, El Santander, el Bilbao Viscaya, u
otras entidades del sistema financiero mundial, incluido el Banco
Mundial o el FMI
Para ser más precisos, la producción de
hidrocarburos de Rusia necesita de la inversión y tecnología de las
transnacionales privadas del petróleo; del mismo modo que la fábrica
china es resultado de inversiones provenientes del capitalismo
desarrollado para valorizarse en territorio oferente de abundante fuerza
de trabajo barata.
Ambos países, Rusia y China, son parte del
ciclo mundial del capital y forman parte del fenómeno de los países
emergentes, es decir, importantes receptores de inversiones externas en
tiempo de baja rentabilidad en el capitalismo desarrollado. Rusia se
destaca en la economía mundial capitalista por sus cuantiosos recursos
naturales, especialmente petróleo y gas. China es el país más poblado
del mundo, con un 20% de la población mundial, sustento de la ampliación
de la relación salarial a escala global.
Es más, los
excedentes generados por esa producción terminan financiando el déficit
fiscal de EEUU y sosteniendo la militarización de la sociedad mundial
que domina Washington.
La reconquista de Rusia y de China para
el régimen del capital era una aspiración que se logra en el último
cuarto del Siglo XX. No solo producción y circulación mundializada, sino
en una territorialidad única, abierta a la libre circulación del
capital. Es un objetivo que continúa ampliándose con renovados tratados
de libre comercio y por la seguridad de las inversiones externas.
Con la caída del socialismo en el Este de Europa en los 90´, y
especialmente la desarticulación de la Unión Soviética, fue gigantesco
el flujo de inversores externos para consolidar el nuevo rumbo del
capitalismo en esos territorios. Con la modernización de China y el
Socialismo de Mercado desde fines de los 70´, se atrajeron enormes
cantidades de financiamiento para la expansión de las relaciones
capitalistas hasta convertir al país de Mao en el de mayores reservas
internacionales acumuladas y gran prestamista de la potencia hegemónica
del capitalismo mundial.
¿Emergentes o independientes?
Ambos procesos son funcionales al desarrollo capitalista contemporáneo,
ahora como países emergentes. El problema no es ser emergente, sino
independiente. Es una cuestión nacional y de articulación regional
contra el orden mundial del capitalismo contemporáneo.
Bien
vale considerar estas cuestiones en la coyuntura, cuando la Argentina se
juega en la disputa en los tribunales de Nueva York contra inversores
“buitres”, emblema de la especulación financiera.
Claro que
Rusia y China tienen aspiraciones de intervenir en la disputa por los
mercados, razón por la cual intentan formas diferenciadas de acción. No
es menor para la Argentina estudiar el proceso de condonación resuelto
por la Federación Rusa del 90% de la deuda por 35.000 millones de
dólares de Cuba con Moscú (deuda del tiempo soviético), y el cobro del
resto, 3.500 millones de dólares, en 10 años vía inversiones necesarias
para el desarrollo de la isla.
Es un trato diferente, no solo
desde Rusia, sino de la forma de negociar de Cuba. Por eso, y en el
marco de las solidaridades globales diferenciadas recibidas por la
Argentina, quizá vale la pena discutir en el conjunto de la sociedad si
el país debe continuar pagando una deuda sin investigarla, y
particularmente cuando está sospechada de fraude, incluso con sentencias
judiciales sin ejecución (Juez Ballesteros, año 2000).
El
gobierno informó en solicitadas publicadas el viernes 11/7/2014 que en
este tiempo de desendeudamiento se cancelaron más de 190.000 millones de
dólares, una abultada cifra que aplicada a resolver derechos y
necesidades insatisfechas de nuestra población mejoraría sustancialmente
las condiciones de vida de gran parte de la sociedad.
Es
conocido el costo de pagar la deuda y se nos sermonea sobre los costos
de no pagar. Las incertidumbres del no pago habilitan a pensar en otro
modelo productivo y de desarrollo, con independencia y dignidad. Es el
camino a transitar con la suspensión de los pagos de deuda pública, la
investigación de esa deuda y sobre esa base la renegociación con pagos
de la parte legítima, luego de atender la satisfacción de los resignados
derechos sociales de la población empobrecida.
Se trata de un
camino a transitar para la independencia, que debe asumirse desde la
movilización popular y modificar el modelo productivo y de desarrollo,
con nacionalización del comercio exterior y la banca para otro país y
otros beneficiarios sociales. En ese rumbo, la CTA y la Multisectorial
convocan a una movilización popular para el 16/7 exigiendo la suspensión
de pagos de la deuda pública y la cancelación de la deuda interna con
trabajadores activos o pasivos y el conjunto de la sociedad de abajo. El
propósito apunta a construir una masa social crítica y consciente para
la transformación social y la independencia.
Expectativas con los BRICS
Written By Unknown on domingo, julio 13, 2014 | domingo, julio 13, 2014
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