Allende La Paz, Cambio Total.
Hemos señalado en
Cambio Total que entre los candidatos oligárquicos a la presidencia hay casi
todas las similitudes y muy pocas diferencias. Miraremos y analizaremos:
Modelo
Económico:
Los dos son neoliberales
que seguirán implantando –a fuego y sangre- el capitalismo y su modelo actual.
Son lacayos del imperialismo y seguirán al pié de la letra las directrices de
los centros de poder de Washington. Ese modelo de despojo –de las
multinacionales y las empresas y particulares colombianos- ha producido más de 5,7 millones de desplazados forzosos
y más de 966.000 víctimas mortales, a fin de implantar el modelo
capitalista y neoliberal que desde el gobierno de César Gaviria Trujillo se
practica, siguiendo por Pastrana, como no por Uribhitler y también por Santos.
Llegue quien llegue
o permanezca en la “Casa de Nari” seguirán las mismas políticas hambreadoras
del pueblo. No habrá cambios de ninguna especie.
Modelo
Político:
A fin de seguir
manteniendo el modelo económico, la oligarquía colombiana –con el apoyo del
imperio- han implantado un modelo de “democracia” excluyente del pueblo de las
grandes decisiones. En nombre de los dos partidos tradicionales –liberal y
conservador-, y últimamente de los “nuevos” retazos de partidos uribistas –la
U, PIN, Cambio Radical, etc- que vienen de los partidos tradicionales, han
implantado –y lo sguen haciendo- la persecución del contradictor político,
especialmente si es de izquierda o representa opciones populares.
El masacramiento de
todo opción popular de organización ha impedido que una izquierda –que muchas
veces sigue de cola del tren oligárquico- se consolide en el escenario
nacional, más si sus verdaderos líderes han sido barridos a plomo por las
fuerzas militares-narcoparamilitares del régimen, como el caso de la U.P., y
como está ya sucediendo –a cuentagotas- con la Marcha Patriótica.
La “democracia más
antigua del continente” es en realidad un Terrorismo de Estado que recurre en
contubernio impúdico a las formas más salvajes de guerra sucia. Para el lado
estatal “todo vale” y por eso, acompañando los señalamientos injustos, las
amenazas, etc, corren aparejadas las violaciones de derechos humanos, las
desapariciones, las masacres, las torturas, las ejecuciones extrajudiciales o
“falsos positivos”, que muestran el horroroso rostro del Terrorismo estatal.
Sea Santos –igual
sigue asesinando líderes populares a cuenta gotas-, o sea Zuluaga –seguirá el
asesinato como el medio predilecto de la mafia narcotraficante y paramilitar de
“resolver conflictos”-, ambos seguirán aplicando el Terrorismo de Estado de la
Doctrina de Seguridad Nacional
Modelo
Militar:
La Doctrina Militar
que sustenta el accionar asesino de las fuerzas militares es la Doctrina de
Seguridad Nacional (DSN), la cual contempla como “enemigo interno” a todo aquel
colombiano que no pertenezca a las élites en el poder, e incluso uno que otro
de esa élite que se convierte en “oveja negra”. Por ello, las fuerzas militares
actúan como un “ejército invasor” en su propio país y desarrollan un
contubernio impúdico con las bandas narcotraficantes y paramilitares
–narcoparamilitares-, a fin de tener en ellas la excusa que les “lave la cara” de
que no son las fuerzas militares las que asesinan a su propio pueblo (por ello
siempre las catalogamos como fuerzas militares-narcoparamilitares estatales).
Esa corrupción
doctrinaria ha abierto paso a la más generalizada corrupción al interior de las
fuerzas militares, como lo hemos visto con la inmersión de las fuerzas militares
en casos de narcotráfico y en casos de corrupción común como las evidenciadas
en fraudulentos contratos –el ex ministro Silva –uribista- recibió 800.000
euros por la compra de una fragata para la marina, por ejemplo-, o la creación
de “mafias contra las propias institiciones de justicia” del país, como el caso
suficientemente publicitado de generales y coroneles de las flamantes fuerzas
militares colombianas.
Sea quien sea que
permanezca en la “Casa de Nari” –Santos- o que llegue –Zuluaga- seguirá con esta
inmensa corrupción ya que ella, la corrupción, es inherente al sistema
capitalista. Ese es un vicio inherente al sistema, el cual ha sido usado para
corromper otras visiones.
"Falsos positivos"
Modelo
Social:
El manejo de las
políticas sociales son la parte de descalabro del manejo oligárquico del
estado. Miles de millones de pesos han ido a parar –y siguen- a los bolsillos
de los funcionarios estatales. Todos participan de la “coima” y son raquíticos
los dineros que alcanzan a llegar a sus destinatarios. Vemos que por estos días
ha sido sentenciado el ex ministro de Agricultura apodado “Uribito” Arias
(gobierno de Uribhitler) por el escándalo de Agro Ingreso Seguro, el cual fue
creado para favorecer a los verdaderos campesinos desprovistos de tierra y fue
a parar a las manos voraces de la oligarquía del campo, los terratenientes y
ganaderos agrupados en Fedegan y SAC-, quienes comparten la “cualidad”, al
tiempo, de ser miembros de las bandas criminales de narco-paramilitares, las
cuales son usadas para adelantar la política del desplazamiento forzoso a fin
de desarrollar los megaproyectos que interesan a la oligarquía en el momento:
biocombustibles.
Mientras, las
carencias de la población son de todo tipo: carencia de viviendas (2,5 millones
de familias sin vivienda Vs 100.000 vivendas gratis son el ridículo “paño de
agua tibia” del gobierno actual. El anterior ni siquera eso le preocupó),
carencias de acueducto (vergonzosamente Colombia tiene un 17% de la población
sin agua potable), mortalidad infantil de menores de 5 años en cifras de 17 por
mil (Cuba, ese odiado país en donde se distribuye la riqueza creada por su
pueblo está por el 4 por mil, por encima de Estados Unidos y Canadá!), Metas
del Milenio incumplidas, etc, etc.
Sea quien
permanezca en la “Casa de Nari” –Santos- o que llegue como nuevo inquilino a
ella –Zuluaga-, seguirán las mismas míseras politicas sociales de todos los
gobiernos anteriores ya que el poder del estado se ejerce para favoreces a los ricos
de Colombia y a las Multinacionales, emdiante formas de exención de impuesto,
reformas laborales que conculcan los pocos derechos laborales que tienen los
trabajadores colombianos.
Manejo
medios:
Los dos candidatos
presidenciales oligárquicos manejan de manera “exquisita” los medios. Uno, de
estirpe mafiosa, recurre a las “chuzadas” demás formas ilegales de recabar
información, a fin de “bombardear” al enemigo oligárquico en sus propuestas. El
otro, dueño de medios, conoce al dedillo las “bondades” del manejo de éstos.
Los dos no dicen lo
que dicen cuando hablan ante los medios. Su mensaje es engañoso. Si Santos
habla de Paz, perpárese que viene la guerra. Si Zuluaga, y con él su titiritero
Uribhitler, amenaza patear la Mesa de La Habana, tenga por seguro que lo hará
pero encontrará las “razones” oligárquicas para hacerlo. No quieren una Mesa
para discutir el futuro del país, sino para hacer arrodillar ante ellos al
adversario, las FARC-EP y el ELN, que las “cosas sigan igual o peor que antes”.
Maestros los dos de
la mentira y la trapisonda, son excelsos en el arte de la mentira, con la cual
duermen todos los días sin remordimientos de conciencia.
Diferencias
aparentes:
Represión:
Uno un poquito. El
otro un muchísisima represión. Los dos seguirán la represión. Una descara. Otra
más asolapada. Mas ambos, cuando “las papas queman” se quitan el disfraz y
muestran su feos rostros. Hambre, miseria y represión es la consigna de los dos
para el pueblo.
Paz:
Lo que quizá
diferencie un poco a los dos candidatos oligárquicos en el referente a la Paz.
Uno está
–obligadamente- en un proceso con las FARC-EP en la Mesa de La Habana y a él
está obligado, quiera o no, sino quiere pagar un enorme costo político. Su
renuencia a acuerdos para “meterle pueblo a la Mesa” ha permitido que los
“enemigos de la Paz” –ya los podemos contar, son menos de 3 millones de
personas que les comen cuentos-, con la alharaca y la resonancia que le crean
los medios haga creer al pueblo que el proceso de La Habana está “condenado al
fracaso”, al igual que acordar un Cese Bilateral de Fuegos, lo cual hubiera
ambientado de manera más efectiva el proceso, le ha dado el papayazo para que
el “enano títere” se le creciera (o quizá eso era lo que quería la oligarquía).
El otro sigue al
pie de la letra la letanía que le recita su “titiritero” de “guerra, más
guerra, más guerra” ya que para él, Uribhitler, no hay escenario más propicio
en la “feria de impunidades” que la guerra, la guerra que él decreto como
presidente número 12, la cual es patéticamente creadora y perpetuadora de
impunidad.
La verdad no es
querida por el presidente del “gobierno
más corrupto de la historia de Colombia” ya que el escudriñar en la verdad
sacará a flote todos los asesinatos cométidos por él y su familia, sacará la
verdad de las CONVIVIR, sacará a flote la verdad de la Masacre del Aro, sacará
la verdad de la hacienda “La Guacharaca”, sacará la verdad de los asesinatos de
“los 12 apóstoles” y su hermanito Santiago, sacará las verdaderas razones de
por qué el helicóptero de la familia Uribe fue decomisado en la finca Nápoles
del capo narcotraficante del Cartel de Medellín, “Don” Pablo Escobar Gaviria.
Evidentemente que
la verdad no es querida por la oligarquía y por ello maniobra lo referente a
las víctimas. No reconocer la culpabilidad y responsabilidad estatal en las más
de 6´666.000 víctimas que ha dejado el conflicto interno colombiano es el afán
del gobierno colombiano y por ello su pretensión de culpabilizar a las FARC-EP.
Ese no reconocimiento pasa por tratar de ocultar su responsabilidad en el 83%
de las masacres, el 83,2% de las ejecuciones extrajudiciales o “falsos
positivos”, del 97,7% de las desapariciones, y del 100% del desplazameito
forzoso.
Reconocerlo
equivaldría a mostrar la imperiosa necesidad de adelantar la discusión y
creación de un Nuevo País, con Nuevas Instituciones, con nuevas
superestructuras, y de desmontar para felicidad del pueblo colombiano de la
DSN, sustento de todos los asesinatos cometidos en Colombia. Ello nos llevaría
a refrendar toda esa modernización del edificio estatal en una Asamblea
Nacional Constituyente como la está pidiendo el pueblo colombiano.
Definitivamente,
entre iguales no pueden encontrarse diferencias. Las imágenes de abajo nos muestra cuál es el futuro que no queremos para nuestro publo.
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