Cambio Total.
Los
colombianos hemos soportado durante más de 50 años la única política
estatal que los gobiernos tienen para el pueblo. Ella comenzó mucho
antes del asesinato de J.E. Gaitán y se remonta a la Masacre de las
Bananeras y la ley Heroica, la cual ha sido muy bien descrita en el
libro ”Colombia Laboratorio de Embrujos” de Hernando Calvo Ospina.
Esa
política estatal de guerra se ha traducido en más de 966.000 víctimas mortales (cifra actual),
de las cuales el gobierno apenas acepta 220.000 según el Informe Basta
Ya. Esas víctimas fueron causadas por el más espantoso Terrorismo de
Estado (de la Seguridad Nacional) practicado por las fuerzas
militares-narcoparamilitares estatales que daba –y da- un tratamiento
represivo de guerra a toda protesta social bajo el ”san benito” de la
guerra, primero contra el ”comunismo”, después contra el narcotráfico y
ahora contra el ”terrorismo”.
Esas
víctimas fueron victimizadas mediante las modalidades delincuenciales
de la ejecución extrajudicial, las desapariciones forzadas, las
masacres, las torturas y el desplazamiento forzado. Los 2´500.000 litros
de sangre derramados por las víctimas fue la cuota que la oligarquía le
ha cobrado al pueblo por su posición digna, enhiesta, que procuraba
defender el derecho a la vida hasta con la vida misma. Además, la
expoliación más salvaje a través de la política del
narco-paramilitarismo y su tierra arrasada y el robo de 6,5 millones de
hectáreas, siendo los desplazados los que entraron a engrosar las
millones de pobres e indigentes que deambulan y sobreviven de cualquier
manera en algún rincón del país.
Además
al pueblo le han cercenado sus derechos y ha sido obligado a vivir en
condiciones paupérrimas porque lo más importante para los gobiernos
oligárquicos era la ”defensa” de un supuesto ”enemigo interno” creación
de las asesinas mentes de los centros de poder de Washington y Bogotá.
Así los rubros de inversión social fueron cada año reduciéndose y esos
dineros fueron a parar a la maquinaria infernal de las fuerzas
militares-narcoparamilitares que como un monstruo iba engullendo
porcentajes cada vez más altos del PIB hasta llegar a ubicarse en 6,3%.
Esa reducción se patentizaba en el abandono de las responsabilidades del
estado con sus conciudadanos, al calor del neoliberalismo implantado
desde la administración Barco, la cual alcanzó su clímax durante la
administración de Gaviria y su ”apertura económica”.
Los
dineros de inversión social cada vez eran el lado más flaco del
presupuesto en tanto se robustecía el de ”defensa”, con prebendas para
los miembros de las fuerzas militares como el que se jubilaban con la
mitad del tiempo, entre otras. Se comienzan a ver, así como las figuras
dantescas del ”sicario en moto”, los ”Mochacabezas”, el ”asesino de la
MotoSierra”, las escuelas derruídas y los tristemente famosos ”paseos de
la muerte”, cuyas víctimas principales eran los níños los cuales eran
-y son- víctimas de la desnutrición infantil y el hambre que nos
mantiene con una mortalidad infantil en menores de 5 años del orden del
17 por mil nacidos vivos (Cuba tiene 4 por mil), niños asesinados por la
”violencia de las estructuras” del aparato estatal colombiano.
Al
tiempo de ir aumentando un paquidérmico pié de fuerza, las exigencias
fiscales eran mayores para los potentados que se vieron obligados a
rascarse el bolsillo para pagar el ”impuesto al patrimonio” durante
muchos años con la promesa gubernamental de vencer a las guerrillas, y
se creyeron el cuento de que los narco-paramilitares eran su tabla de
salvación ante el avance de las guerrillas, pero ”el remedio resultó
peor que la enfermedad”.
Después
de 14 años de desplegamiento del Plan Colombia, la guerrilla de las
FARC no solo lo contuvo, sino que lo ha superado y vencido, al punto que
ya ni los medios de comunicación en poder de la oligarquía lo
mencionan. Esa derrota del Plan Colombia es una de las razones
fundamentales para que el gobierno se haya visto en la necesidad de
sentarse a la Mesa de conversaciones de La Habana. La otra es lo oneroso
que resulta la guerra para la propia oligarquía ya que en los últimos
diez años se malgastaron 235 billones de pesos en la guerra y se preveé
que en la siguiente década necesitan 215 billones de pesos más.
Así
las cosas, estamos en un punto de quiebre importante para el futuro del
país. La oligarquía tiene que pensar que la guerra sólo ha ”tocado”
mortalmente al pueblo y a ellos solamente les ha esquilmado el bolsillo.
Aguantarían diez años más... no lo creemos. En cambio el pueblo está
remozado, como lo demostró en el Paro Agrario y Popular.
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Publicado en CambioTotalRevista el 9/23/2013
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