Allende La
Paz, Cambio Total.
Olvidar que
la oligarquía santafesina-paisa ha escamoteado todas las buenas intenciones de
construir un Nuevo País es tener un cerebro desmemoriado, o, como se dice, es
no querer ver las enseñanzas de nuestra historia.
Recordemos
no más cómo esa oligarquía escamoteó las propuestas de Alfonso López Pumarejo –familia
de Clara López-, y echó atrás lo positivo que tenía la “Revolución en Marcha”,
que tampoco era un programa “revolucionario”, sino un mero pago de la deuda
política-histórico-social que tenía la oligarquía con el pueblo que con su
sudor creaba las riquezas de las que ellos se apropiaban.
Posteriormente
esa oligarquía –representada por el partido Conservador-, desencandena la
llamada “La Violencia” a fin de disminuir los efectivos liberales entre el
pueblo, convertirlos en conservadores o “godos”, y adelantar la primera gran
anti-Reforma Agraria de la historia del país. 300.000 víctimas mortales y dos
millones de desplazados forzosos, además del despojo de incalculables
cantidades de tierra, no sobre los cuerpos de los muertos –y a veces sobre sus
cadáveres-, para la primera gran anti-Reforma Agraria de que tiene cuenta la
historia colombiana.
Las élites
del partido Liberal adelantan la guerra de guerrillas, con algunos sectores del
Partido Comunista, y se enfrentan a la maquinaria de guerra estatal. Los
muertos son todos hijos del pueblo y las tierras pertenecían a pequeños
propietarios campesinos. Con razón el Partido Comunista planteaba que “el
ejercicio del poder en Colombia es consustancial con el uso de la violencia”.
Cuando los objetivos estaban cumplidos, derrocan la dictadura conservadora -entre liberales y conservadores-, instauran
en el poder a Rojas Pinilla y cuando éste ya les estorba “refundan” el país y
crean el Frente Nacional, esperpento excluyente de las grandes mayorías a
través del mitad y mitad entre las élites liberales y conservadoras, esperpento
que sigue hasta hoy.
Las mentes
trogloditas de miembros del partido Conservador –y del liberal como no-,
declaran nuevamente la guerra al pueblo colombiano en 1964 –y lo siguen
haciendo hasta ahora-, y un “problema” que se hubiera solucionado con presencia
efectiva del estado en las regiones fue transformado en un “Conflicto Interno” –con
soberanía de por medio, como si la soberanía estuviera en juego en los
conflictos internos-, en el cual el pueblo tuvo que enmontarse y tomar las
armas para defender sus vidas. Se cumplían al pié de la letra las
recomendaciones de las misiones estadounidenses.
El
Conflicto Interno ha seguido su curso y han sido varios los intentos en que la
Insurgencia armada de las guerrillas han obligado al estado a sentarse en la
Mesa de Negociaciones. La Uribe, Caracas, Tlaxcala, el Caguán. Todas fracasadas
por los “enemigos de la Paz” que torpedearon esos esfuerzos y contaban –y todavía
cuentan- con los arrestos suficientes para imponer sus puntos de vista. Hoy –después
de más de 1 millón de muertos y 5,7 millones de desplazados-, el pueblo,
cansado de que la oligarquía santafesina-paisa suene otra vez los clarines de
la guerra, ha resuelto darle otra oportunidad al sector que entiende la
imperiosa necesidad de una solución política al conflicto interno colombiano.
En el
contexto de cambios a gobiernos populares en la región latinoamericana, la
crisis del sistema imperial estadounidense, y la avaricia por los recursos
naturales de otros países, al imperio no le queda otra -junto a la oligarquía- que
“apaciguar” el conflicto colombiano, so pena de perderlo todo en éste país,
para poder dedicarse sin distracciones de ninguna clase a resolver lo
fundamental, la carencia de petróleo en Estados Unidos, y por ello seguir
extendiendo sus manos ensangrentadas para apropiarse de las reservas de nuestro
hermano y vecino, la Venuezela que ha adelantado –con positividades y
negatividades- un proceso de pago de la enorme deuda que los gobiernos
oligárquicos venezolanos le dejaron al país, al igual que en el colombiano y en
toda latinoamérica.
Arrieros
somos...
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