Cambio Total.
Desde siempre hemos
demostrado que los medios de comunicación en poder de la oligarquía participan
directamente en la guerra interna que padece Colombia por cuenta de la
oligarquía en el poder, la cual sigue las orientaciones del imperio USAmericano.
Desde las páginas
de los diarios oligárquicos y las oficinas de las cadenas radiales -y
posteriormente desde la televisión- todos los días de todos los años se leen y
escuchan y se ven diatribas contra los luchadores populares que insisten en construir
un país en paz con justicia social.
Ni qué decir
cuando desde el estado, los gobernantes de turno declaran y determinan la
guerra contra el pueblo, a fin de imponerle –a sangre y fuego- los planes
económicos que garantizan el robo de nuestros recursos naturales. Desde 1964,
cada cuatro años, escuchamos las diatribas presidenciales contra los luchadores
populares –incluidas las guerrillas- y sus declaraciones se traducen en
ejecuciones extrajudiciales, masacres, desapariciones, y torturas, de « civiles »
no inmersos en la guerra -pero que reciben el tratamiento de guerra dado por
las fuerzas estatales-, todas ellas
adelantadas por las fuerzas
militares-narcoparamilitares, los instrumentos perversos que tienen para
adelantar la guerra.
Queremos señalar
apenas dos casos del manejo demencial que la oligarquía le da a la lucha de un
enemigo que al ser magnificado en sus propios diarios y emisoras, pareciera que
justificara cualquier exceso por parte de las fuerzas represivas estatales,
incluso el contubernio impúdico con delincuentes como los narco-paramilitares,
monstruosas criaturas creadas, criadas y amamantadas por ellos mismos.
Decía uno de los
Santos, dueños totales del diario El Tiempo hasta hace algunos años, Enrique
Santos Calderón para ser más exactos, que « ... A un
enemigo No Convencional no se le puede enfrentar con Métodos Convencionales.
Hay que volverse como él. No dar la cara, golpear en la oscuridad... ».
Esta visión troglodita y asesina permitió –y justifico- el exterminio de la
Unión Patriótica (U.P.), caso del único partido político del mundo sometido al
genocidio más brutal con el asesinato de más de 5.000 de sus líderes, y hasta
los niños eran objeto psicopático a los cuales les picaban sus órganos
genitales para « exterminar hasta la semilla ».
Visión que
permitió también –como no- la persecución sobre las bases mentales demenciales
de los « defensores del régimen oligárquico », sobre la base de sus
sátrapas « inteligencias », perseguir y torturar hasta a ancianos
revolucionarios como el poeta comunista Luis Vidales y el lanzamiento de la « caballería
militar » contra el noble Garcia Garcia Márquez, posteriormente
galardonado con el Nobel de Literatura, quien milagrosamente –porque a pesar de
todo aún funciona la solidaridad y la amistad- alcanzó a saber a tiempo los
planes en su contra, refugiarse en la embajada de México y posteriormente
exiliarse en ese país, condenando a nuestro ilustre escritor, también
revolucionario como el poeta Vidales, a vivir más de 40 años en el exilio,
porque « el que la debe la teme » según la visión estrechísima de un
periodista de El Tiempo, quien quizá ya estaba sangrando por la herida por no
alcanzar la excelencia mental y literaria que Gabito ya exhibía ante el mundo.
Son ellos, los
mismos « enemigos de la Paz ». Desde 1964 el imperio decidió la
guerra en nuestro país, y desde entonces la oligarquía cipaya, « con las
rodillas hincadas ante el oro americano » según el decir de otro mártir
asesinado por la oligarquía, J.E. Gaitán, cumple « religiosamente »
la orden que le imparten en los centros de poder de Washington. Son ellos, los
Santos, Vargas-Lleras, Ospinas, Gómez, Londoños y la oligarquía mafiosa, los
que han dejado tendidos más de 966.000 víctimas mortales y más de 5 millones de
desplazados forzosos internos y externos, convirtiendo a Colombia en un enorme
cementerio por el que vagan por mas de « cien años de soledad » los
colombianos pobres, tratando de sobrevivir en la informalidad, la desocupación,
la miseria y la carencia absoluta de medios para vivir dignamente.
Esa es la « obra »
de la oligarquía en el poder.
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