Por Chávez
Por la salud de Chávez vamos a misa los comunistas, los herejes incrédulos y sublevados.
Lanzamos Manifiestos arengando redenciones futuras, razones para alzarse contra la des-historia, consignas para dar la sangre y aquello de somos la vida y la alegría.
Los melenudos izquierdistas del socialismo utópico y los comeflores del mayo francés, dejamos nuestras súplicas en las paredes con el sello irreverente de subir a los cielos y tomar a Zeus por rehén.
Los hippies amigos de Lennon y las hormigas rojas en las habichuelas gigantes perdonan a las hierbas, para que cesen las guillotinas su filosa orquesta de filósofos silencios.
Los garrotazos desaparecen de la columna del Gandhi y las alturas de Machu Picchu se nos entregan como los cuerpos florecidos de patriotas azules en el Campo de Carabobo.
Proclamas emergen de los grisáceos fondos coralinos, donde reposa el cardumen de los anfibios teatreros que sacaron a Lovera a las páginas inmortales de la verdad rediviva.
No sé si es el remolino de recuerdos o el Dolor de la multitud amorosa lo que me inunda el alma como cascada profunda de plegarias.
Mis chamanes son guerreros resucitados, son los Mohanes a los que llamo con guarura nocturna -vale decir clandestina- para salvarla de las empresas televisivas asesinas.
Por tu sanación damos las gracias hasta las desgarraduras, no soportamos la quietud de la rutina ni nos resignamos a esperar los desenlaces.
A tu amanecer ofrendan los juglares sus pregones, cantan desde sus pulmones los soldados himnos que la guerra hizo poemas.
Oraciones brotan por doquier como pasto silvestre que alimenta dioses criollos, pequeños como una concha de caracol, inmensos cual las olas oceánicas que ven caer al padre sol.
Cual mendigos del poder infinito de la Pacha Mama nos tatuamos petroglifos en carne viva y marchamos descalzos al espejismo de sal que nos seduce desde lontananza.
Gremios de juristas sensibles redactan petitorios a las Cortes superiores donde la reina María Lionza trenza su derecha con el Negro Miguel y su siniestra con Guaicaipuro, mientras reposa glúteos y faena sobre lomo de tapir.
De hinojos ante la noche canta el trovador sus serenatas, ruega sus súplicas el enamorado, vierte su fe el místico.
También yo, de rodillas, arriesgué mi espalda a los azotes del verdugo, para que tu andadura siguiera cabalgando sobre brioso crisol de victorias.
II
Veo la peregrinación harapienta que avanza hacia el vientre de la suerte el tamal de los homenajes la arepa de la justicia el pan de las libertades el caldo de las redenciones
Veo las Ofrendas que te llevan las abejas insomnes de todos los panales que han surgido de tu voz alzada en los desiertos
Los Sacrificios forzados de otrora el pueblo ahora los canta para la gloria de un despertar inesperado el grito mismo del esclavo que antes sólo gemía y callaba
Honores te dan al pasar quienes del honor viven y ni agua requieren en los siglos del deber
Templos no hacen falta donde tanto corazón es tu morada donde te abrigan ninfas australes y nirvanas alfombran alamedas para tu paso
Multitud de clanes nos arropamos en el Tótems erguido de tus convicciones como colmenas soterradas como nidos de nuestras infinitas ansias de ser de inhalar éteres del cosmos y beber savias de la reposada tormenta
Trajiste del averno los Oráculos cuando los desalmados te creyeron ido
Venciste la impaciencia sin dejar para más nunca lo que tenías que hacer
Juntaste los dispares por el prístino llamado de tu afecto
Derrotaste pústulas casquivanas sin desmaquillar poses sin necesidad de hurtar autorías
Trasluciste la opacidad con que el fango nos enceguecía
Demoraste los vagones para montar a los rezagados a los carecidos de tiquetes a los que amanecieron sin techo durmieron sin amor y lloraron de hambre
Nos abriste los ojos y ya no tendrá descanso nuestra vigilia por esas maravillas festivas a que nos convocaste.
III
Tu raíz arrebata de la sed milenaria lo por cumplir, las causas insospechadas pero justas, el cauce de manantiales no descubiertos, el argumento subterráneo que estalla untándolo todo de ganas.
Tu raíz se bifurca en incertidumbres suspendidas, se apaga a ráfagas por zarpazos viles, pero se multiplica a razón de miles por contacto hazaña.
Tu raíz te dio madre y sorpresas y otros fuegos fundadores, te dotó de senderos arenosos y asoleados para que tus pies creyeran en el camino, aunque el camino no supiera de compasiones ni de acertijos.
Tu raíz demoró ciertos cadalsos en salir del foso, tus imanes nos atrajeron sin mediar superficies.
Tu aquiescencia al atrevimiento nos mantiene en ayuno de quietudes.
Tu apego congénito al abismo, al hechizo de los azares, al intrépido darse del insurrecto, nos ató náuticamente al incógnito sino de las pendientes.
Tu arbitrario contagio de criollismos nos allana las sendas a lo nuestro.
Tu ímpetu adolescente a veces me ciega la carga del tiempo y la fatiga.
Tu huerto de crisálida encinta polinizó sabanales que sucumbían al tambor de la sensualidad.
Tus pesares se hicieron pan compartido, tu brío aliento de la grey en pos.
Tus heridas nos laceran como emboscadas criminales.
Tus naufragios ya nos enseñaron el poder de la resurrección.
Canto a Chávez
Yo le canto al hombre que nos enseñó la historia hablándonos de su infancia.
El hombre que evoca con amor su niñez es un torrente de sentires.
Su alma de maestro se pasea por polvaredas donde se sembraron los héroes.
De su garganta testaruda nace la historia de la Patria que lo escucha.
Sus manos, hacedoras inquietas de proezas, blanden libros como golosinas seductoras.
Los libros en sus manos se crecen y nos invita a poseerlos, a beber luz.
La palabra es su arma pedagógica más contundente.
Palabra que viaja desde el pecho digno al aire enamorado de su voz.
Esta patria toda vive enamorada de su fabla.
Su verbo nos alumbró en tiempos penumbrosos y tristes.
Su verbo mutante de maravillosas creaciones.
Su hablar y su andar refundaron un mundo de épica humanitaria.
Libros, historia, sentires, son en su mesa banquete de las liberaciones.
Yo le canto a ese hombre que cambió fusiles por casas y escuelas.
Su heroicidad le viene de tan amoroso que se interna entre los pobres.
Entre nosotros los de su sangre, los postergados, los invisibles de ayer.
Nada más nos nombró y renacimos del olvido asesino de esperanzas.
En su gesta nos descubrimos capaces de construir las utopías.
Nos hicimos soldados de su causa para juntarnos a soñar con él.
Cuántos empellones sorteamos arropados con su brillo.
Un sol erguido en el cenit es su mensaje de redención.
Sólo victorias nos da la unidad que él comanda.
Yo le canto a este hermano de raíces profundas como vientre ancestral.
Su espíritu cantor corre desbocado como venados en la sabana yaruro.
Su corazón infinito abraza la tierra amando libre el amanecer del bien.
Se prenden fiestas de pájaros por donde pasa esa sonrisa traslúcida.
Las maracas alborotadas aletean como mariposas la tarde llanera.
Vibran las cuerdas del cuatro venezolano y trinan copleros como turpiales al viento.
Nuestro hermano redentor va de canoero por Apure rumbo al padre Orinoco.
Conversa con Gallegos y Andrés Eloy, los tres recitan al llano inmenso.
La Amazonía le abre los brazos para que sane el indio enfermo.
Van los chamanes de Amalivaca a cantar ademi en sed de yarake.
Claman los chaimas al mar potente que da alimento.
Bajan del Ande y Perijá guerreros inmortales como un Sabino.
Renace Nigale el cacique añú entre los manglares revividos del lago amado.
Todo lo raigal se une a tu lucha porque nos diste tu corazón de rocío para sembrar.
Por eso yo te canto Comandante de la trinchera hermosa de la vida.
Tu llegada ante nosotros fue súbito despertar de conciencia eterna.
Una lluvia de estrellas en la larga noche de la opresión.
Tu canción corpórea de la solidaridad nos hizo clan del tótem amor.
Hiciste el milagro de saciar las hambres de cuerpo y alma de millones.
Bastó un puñado de tus verdades para sacarnos de las mazmorras.
Tu convocatoria fue elixir de juventud para un pueblo que envejecía de tedio.
El tedio que mata silente tras siglos de traiciones y cepo.
Te canto hoy Comandante hermano, Comandante padre, Comandante tierno
Cuando lloramos con rabia la artera celada que nos arrebató tu canto.
Canto Honor y Gloria eterna a tu paso radiante por la vida.
Canto a tu Obra de mármoles intangibles con columnas perennes de ébano.
Canto a tu pionero pensamiento que desamarra naciones antes sojuzgadas.
Cantamos y juramos que tus órdenes serán realidades sagradas.
Te abrazamos Comandante, te abraza tu Pueblo, que te cumplirá, y siempre cantará con la voz alzada que vos nos regalaste.
Con Chávez en ristre y venciendo, por la gloria vivida y las victorias por venir.
Yldefonso Finol
El Socialismo es Vida
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