Alfredo Molano Bravo 22 Feb 2014
ES POSIBLE QUE POR FIN SE ESTÉ llegando a donde
se debe llegar para poder seguir adelante.
Por: Alfredo Molano Bravo
Se
podría seguir hablando de las manzanas podridas como casos
excepcionales dentro de las filas de la fuerza pública, pero a juzgar
por lo que se ha visto, quizá lo contrario sea la regla: las frutas
sanas son la excepción. Santos decidió en buen momento permitir que una
parte —muy pequeña, por cierto— de las investigaciones adelantadas por
la Fiscalía fuera conocida por la opinión pública para quitarse de
encima la presión de los militares en contra de todo acuerdo con las
guerrillas diferente a la rendición incondicional, porque ¿se podría
pensar que Semana hubiera publicado lo que publicó sin que el presidente
lo conociera?
Por fuera, pero
jugando, quedan los 5.000 audios o grabaciones de militares con
militares y de estos con contratistas, funcionarios, políticos,
magistrados, que comprometen muy seriamente la fe en la causa justa que
alegan los uniformados defender con una guerra que ha costado en una
década más de 250 billones de pesos.
Oyendo
las conversaciones del coronel Róbinson González que enredaron al
magistrado, al comandante de las Fuerzas Militares y a media docena de
generales, cabe preguntarse: ¿De qué está hecha esa fe? Y más allá, ¿qué
defiende Álvaro Uribe al defender esa causa? Más aún, al escuchar el
consejo que le da el general Barrera al coronel González —“¡Hagan una
mafia contra los fiscales, no sean huevones!”—, se entiende qué es lo
que muchos oficiales esconden en el bolsillo al defender la justicia
penal militar.
Santos —que no ha
sido santo de mi devoción— está apostando fuerte. A pesar del songo
sorongo —“No dejaré mancillar el nombre de nuestro Ejército”— y de la
ambivalencia que se le conoce —“Si hoy vemos una oportunidad de paz es
gracias a la contundencia de nuestras Fuerzas Militares”—, su último
lance tira a debilitar ese poderoso cuerpo de la extrema derecha
compuesto por el uribismo, las muchas manzanas podridas y el
paramilitarismo, para tratar de sacar al otro lado la negociación con
las guerrillas. Mucho trabajo le ha costado sostener la caña de su
vocación por la gloria frente al explicable escepticismo de la
izquierda, la esclerosis institucional y la violencia de los amigos del
orden.
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