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Flores crecen en viejos neumáticos, mientras plantas de pimientos
llenan envases de plástico reciclados y hierbas surgen de antiguas
cañerías. Tan utilitaria como alegre, esta azotea es uno de los varios
proyectos de agricultura urbana que mejoran de modo significativo el
sustento de los habitantes pobres de la capital de Jordania.
La agricultura urbana es un fenómeno que crece sin prisa pero sin
pausa en este país, y tiene un vasto potencial en materia de reducción
de la pobreza y mejora de la seguridad alimentaria. También tiene el
beneficio agregado de volver verdes y limpios más sectores deteriorados
de las ciudades.
Pero el éxito de la agricultura urbana depende de componentes clave,
que cada vez son más difíciles de garantizar: la tierra y el agua. El
espacio para sembrar se reduce día a día en el país, que padece una
perpetua escasez hídrica.
Aunque esos problemas son importantes, también han obligado a quienes
practican la agricultura urbana en Ammán a crear respuestas innovadoras
y eficientes.
Cuanto más exitosas son esas respuestas, más valiosa se vuelve la
agricultura urbana en Jordania, donde dos tercios de los 160.000
habitantes que sufren inseguridad alimentaria viven en ciudades y donde
13 por ciento de la población sobrevive bajo la línea de pobreza.
Para esas personas, la agricultura urbana no es una solución
completa, pero sí alivia la pobreza y, a largo plazo, sus beneficios
indirectos pueden generalizarse.
Un ambiente ideal
Un aumento demográfico sin barreras y un desarrollo urbano
relativamente sin planificar transformaron a Ammán de una aldea en los
años 40 a una vasta metrópolis de 1.000 kilómetros cuadrados en el siglo
XXI. Con una población de 2,3 millones, la capital posee 312 habitantes
por kilómetro cuadrado, más de cuatro veces la densidad nacional.
Aunque la urbanización caótica no creó la más funcional de las
ciudades, la descontrolada expansión resultante en realidad combina de
modo bastante armónico con el concepto de agricultura urbana. Aprovecha
los espacios vacíos que hay entre las casas y los alféizares de las
ventanas, así como balcones y azoteas, para plantar verduras, hierbas y
otras plantas que las familias pueden consumir o vender para mejorar sus
ingresos.
Ammán inició su programa oficial de agricultura urbana en 2006, según
Hesham al Omari, el ingeniero que está al frente de la oficina dedicada
al mismo en la Municipalidad del Gran Ammán, como parte de una
iniciativa del internacional Centro de Recursos sobre Agricultura Urbana y Seguridad Alimentaria.
Aunque crear huertas domésticas no es algo nuevo en Jordania, el
programa de la Municipalidad buscó multiplicarlas y volverlas más
eficientes, ayudando a la población a empezar a plantar en sus casas,
dándole incluso los materiales para hacerlo, y organizando cursos para
enseñarles a cultivar la mayor cantidad posible al costo más bajo.
“Elegimos materiales baratos para la gente”, dijo Al Omari. En los
cursos se enseña a reutilizar materiales como latas, sacos de plástico y
madera vieja para plantar. En los primeros proyectos se plantaron
algarrobos y olivos en un área pobre del oriente de Ammán para prevenir
la desertificación, y se capacitó a mujeres de otro distrito en el cultivo de hierbas aromáticas y resistentes a las sequías.
Actualmente, la oficina organiza estas instancias de capacitación en escuelas y organizaciones de mujeres.
“Las frutas y las verduras en los mercados son costosas, así que si
las personas pueden producirlas en sus casas, eso les permitirá ahorrar
dinero”, observó Al Omari. Él estima que en Ammán hay por lo menos 400
huertos en azoteas, aunque espera que algún día sean más de 1.000.
En los países árabes, que importan la mayor parte de sus alimentos y
se espera que compren incluso más en las próximas décadas, la seguridad
alimentaria está sujeta al constante aumento en el precio de los
alimentos. Por lo tanto, la agricultura urbana es una manera de
mejorarla, señaló un estudio del Centro Internacional para los Estudios Agronómicos Avanzados en el Mediterráneo (Ciheam, por sus siglas en inglés).
“Aunque se practica desde hace tiempo, la agricultura urbana es poco
reconocida por científicos agrícolas, políticos, investigadores, e
incluso quienes la ejercen”, planteó el Centro Internacional de Investigación sobre el Desarrollo, que financió el reporte del Ciheam, destacando el poco valor que a veces se da al cultivo en las ciudades.
Afrontando desafíos
En el tercer país con más escasez hídrica del mundo, gastar la
preciada agua en huertas domésticas parece un lujo que los jordanos no
se pueden dar. Por esto, la Municipalidad del Gran Ammán también viene
enseñando a los agricultores urbanos a hacer un uso eficiente del
líquido, mediante sistemas de reciclaje de las “aguas grises” (las
residuales de los hogares que no son cloacales), técnicas de irrigación y
cosecha de agua de lluvia.
“En el verano tenemos muy poca agua”, dijo Jawla al Amayra, quien
vive en la aldea de Iraq al Amir, en los suburbios del occidente de
Ammán, donde la Municipalidad llevó a cabo uno de sus proyectos de
capacitación.
La fragmentación agraria y la urbanización también afectan de modo
significativo a la agricultura. En gobernaciones donde la reducción de
la tierra cultivada ha sido más severa, incluida Ammán, entre 1975 y
2007, la tierra destinada al cultivo de granos se redujo 65 por ciento, y
al de verduras 91 por ciento, según una investigación del Programa
Mundial de Alimentos y el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo.
El precio de la tierra también va en aumento, así que si alguien
posee un predio vacío el incentivo para venderlo es mucho más fuerte que
para trabajarlo, agregó Al Omari.
Pese a estos desafíos, el Centro Internacional de Investigación sobre
el Desarrollo elogió a Ammán, donde “el fuerte apoyo municipal ha
alentado el desarrollo” de la agricultura urbana.
Además, una vez que los participantes han hecho el curso impartido
por la Municipalidad, transmiten los conocimientos que adquirieron a
vecinos y amigos que no participaron en el programa, dijo Al Omari.
Alcance nacional
El éxito obtenido en Ammán pavimentó el camino para que otras
ciudades se embarcaran en proyectos similares. Ochenta y dos por ciento
de la población jordana es urbana, lo que significa que la vasta mayoría
puede participar en este tipo de agricultura y cosechar los mismos
beneficios: ingresos extra, más seguridad alimentaria y acceso a
productos frescos.
Un informe final del Centro de Recursos sobre Agricultura Urbana y
Seguridad Alimentaria, a propósito de uno de los proyectos de la
Municipalidad del Gran Ammán que financió, se mostró optimista sobre las
perspectivas de este fenómeno, no solo en la capital sino también en el
resto del país.
La agricultura urbana “se ha convertido en parte integral de la
agenda de la Municipalidad”, señaló, y “la legislación se ha vuelto más
amigable” con esta práctica.
Gracias a la Municipalidad, observó, la agricultura en ciudades ha
obtenido el apoyo de altas esferas del gobierno. La semana pasada, el
Ministerio de Agricultura decidió empezar a vender árboles frutales
jóvenes al público a precios irrisorios, “para incrementar los espacios
verdes en Jordania, especialmente con cultivos y árboles que son
económicamente viables”, dijo Nimer Haddadin, portavoz de la cartera.
Sin embargo, desde la perspectiva de Al Omari, el gobierno no puede
hacer todo para difundir la agricultura urbana, aunque se han iniciado
nuevos proyectos en Jerash, en el norte de Ammán, y en Ain Al Basha, en
el noroccidente. “Necesita la ayuda del pueblo”, dijo con una sonrisa.
La agricultura urbana está de moda en Jordania.
Written By Unknown on sábado, diciembre 21, 2013 | sábado, diciembre 21, 2013
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