Por Ricardo Martínez Martínez
Organizaciones
sociales y de los derechos humanos en Costa Rica denunciaron la
presencia de militares estadunidenses que estarían incursionando en
regiones y territorios indígenas.
En las comunidades cabécares y
bribí del Alto Telire en el cantón Talamanca de la provincia de Limón,
se vive bajo zozobra. La movilización agazapada de militares y grupos
irregulares armados, como han denunciado los propios pueblos
originarios, y la recién petición del Alcalde Municipal, Melvín Cordero,
en el sentido de pedir la acción del Comando Sur del Departamento de
Defensa de los Estados Unidos en territorio indígena, alertó desde
entonces la vida de los pobladores.
La Organización COECO Ceiba
Amigos de la Tierra reveló la existencia de gestiones oficiales para que
los militares estadunidenses generen “un puente aéreo humanitario” con
el fin de dar acceso a representantes oficiales de las instituciones del
gobierno central de Laura Chinchilla en la zona donde pueblos
originarios mantienen una lucha por la defensa de sus derechos
ancestrales.
“Esta acción pone en riesgo a la población y
facilita la entrada de militares sin la consulta a la población
indígena”, aseguró Leonardo Buitrado, representante indígena, quien
también expresó su temor ante la presencia de tropas: “ya se sabe que el
Comando Sur ha ayudado a despojar de sus territorios a indígenas en
otros países”, dijo.
Por su parte, Xixaola Gómez, otro
represente indígena, sostuvo que las incursiones son injustificadas
porque no representan ninguna ayuda. “Las misiones humanitarias pueden
hacerse por las mismas comunidades articulando las distintas
instituciones encargadas de velar por el bienestar de la población.”
Según los pobladores se trata de acciones que abren camino a
potenciales movilizaciones masivas de militares que desembarquen en
Puerto Limón, una base de abastecimiento de las naves de la IV Flota con
algunos pocos años de haber sido reactivada; y abrir un arco
territorial para entrenamiento, formación, ensayos en tácticas de
guerra.
Los indígenas temen ser despojados de sus territorios
para ser usados como una mega base militar que anude puertos con ágil
salida al mar y territorios caracterizados para el uso de la
movilización de tropas.
No es la primera vez que se registran
movimientos militares estadunidenses en la zona. El pasado 30 de junio,
los pueblos bibrí registraron presencia de personal militar extranjero
en las cercanías de Alto Cuén, también en Talamanca.
Un grupo
de personas con formación en fuerzas especiales se hizo pasar como
religiosos tratando de infiltrarse y estudiar el terreno, población e
identidad política de los lugareños. Al ser descubiertos, los militares
amenazaron con regresar con violencia al sitio, considerado como una
reserva natural con ricos afluentes de agua.
Estos episodios
muestran que las acciones encubiertas estadunidenses se realizan en un
país que formalmente no cuenta con ejército propio desde 1948.
Washington provee de elementos castrenses y asume el control de la
“defensa nacional”, tomando decisiones de facto sobre el accionar
militar por fuera de las instituciones civiles costarricenses en una
clara flagrancia violatoria de la soberanía nacional, porque Costa Rica
no se ha declarado en guerra.
Desde el año 2010, los Estados
Unidos montaron una base militar en este país centroamericano con una
masiva presencia de efectivos, supuestamente en la lucha contra el
narcotráfico. 1600 de personal operativo, 1000 soldados y 500 marinos de
infantería, así como médicos e ingenieros, 100 voluntarios de la
llamada cooperación vía USAID, 46 buques anfibios, portaaviones, un
barco plataforma para 10 helicópteros. Todo ello integra la llamada Operation Continuing Promise.
En realidad de lo que se trata es la creación de un “striking point”
logístico y geopolítico que posiciona a las tropas de Estados Unidos en
las agua del Caribe, estrechando un cinturón militar en toda la región
que aprieta Florida, Puerto Rico, Cuba (Guantánamo), Honduras, ahora
Costa Rica, Panamá, Haití, algunas islas frente a Venezuela. Es decir,
lograron cerrar el círculo de control en la zona más rica de
hidrocarburos y energéticos de aguas profundas del Caribe.
Con
ello, se evidencia la acción dirigida desde la IV Flota estadunidense,
con sede en Panamá, que fue activada durante la administración del ex
presidente George W. Bush después de 58 años de permanecer inactiva. El
objetivo es el control geopolítico y el control de potenciales recursos
energéticos.
La base en Costa Rica se suma a las más de 860 que tienen los Estados Unidos en más de 40 países.
Los operativos silenciosos de militares estadunidenses revelan que la
estrategia de militarización en la región sigue su marcha.
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La silenciosa “misión humanitaria” del Comando Sur en Costa Rica
Written By Unknown on miércoles, septiembre 25, 2013 | miércoles, septiembre 25, 2013
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