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La Paz que el pueblo colombiano ansía

Written By Unknown on viernes, septiembre 27, 2013 | viernes, septiembre 27, 2013

Allende La Paz, Cambio Total.

Hemos sabido desde hace muchísimos años, aún antes de que aparecieran las famosas “encuestas” para dirigir la opinión de los colombianos, que los colombianos ansían mayoritariamente la Paz. Es que a nadie le gusta vivir en guerra. Más en la guerra « soterrada » que la oligarquía adelanta contra los colombianos pobres.

Quién no recuerda el horror de « La Violencia » ? Llegaban callados, sigilosamente y asesinaban al « enemigo », liberal, comunista, etc. Ahí conoció el mundo el horror del « corte de franela », el cual consistía en decapitar a la víctima por el pegue del cuello al tórax. Esa violencia recetada y aplicada desde el Estado produjo 300.000 muertos y 2 millones de desplazados forzados. Allí nacieron también « nuevos » terratenientes entre los del bando oficial que se apoderaron de las tierras de los campesinos.

Alguien ha olvidado los horrores de la 2a Violencia, la violencia narco-paramilitarizada ejecutada por el trio fuerzas militares-políticos tradicionales-narcoparamilitares ? Ahí conoció el mundo el célebre « sicario en moto », los « Mochacabezas » -que cortaban la cabeza y jugaban al fútbol con ella-, los desaparecedores de desaparecidos, los « bebedores de sangre humana » y demás aberraciones de los miembros –cerebros del mal- del militarismo-narcoparamilitarismo.

Si alguien lo ha olvidado, nosotros no. Esas dos violencias anudadas por el mismo ejecutor –el Estado- no se borra de nuestras memorias. Nuestros padres vivieron y padecieron los sufrimientos de la 1a Violencia. Nosotros vivimos y padecimos « en carne propia » los horrores de la 2a violencia adelantada por las fuerzas militares-narcoparamilitares estatales.

Ante esas dos violencias siempre el pueblo tuvo que alzarse en armas para defender sus vidas. En la 1a Violencia la dirección del partido liberal orientó las guerrillas –hecho que hoy esconden vergonzantemente-, acompañados de miembros del PCC. En la 2a Violencia, el Partido Comunista ayudó a los 48 campesinos que enfrentaron la arremetida de 16.000 soldados, usos de aviación y armas biológicas, y cuando tuvieron la « mayoría de edad » siguieron sus vidas solos como hacen todos los hijos.

Porque sabemos qué es vivir la violencia « en carne propia » sabemos la Paz que ansiamos los colombianos. No se trata de una paz pegada con « saliva de loro ». Tampoco una paz sazonada con la demagogia de la oligarquía. Mucho menos una paz en que los representantes del pueblo –las FARC y el ELN- entreguen las armas y se desmovilicen y después el Estado siga asesinando a los colombianos pobres como siempre ha hecho.

La Paz que los colombianos å
pobres ansiamos es nada más y nada menos que el respeto del derecho a la vida.

Ya lo había dicho el comandante Alfonso Cano en los diálogos de Caracas en junio de 1991: « Pongamos en el centro de nuestra sociedad el derecho a la vida. Creemos la mentalidad nacional del respeto a la vida como el bien natural y social primario de la gente que habita nuestra patria.(…) todos y cada uno de nosotros tiene responsabilidad con la solución negociada. La paz no es cuestión de resolver la situación de personas o de organizaciones. No se trata de darles garantías electorales o curules a los dirigentes, se trata de lograr acuerdos que permitan iguales derechos y garantías para todos los colombianos sin excepción…esa es la esencia de la negociación».

Ese es el nudo gordiano del conflicto interno. No es que la tierra nos la arrebaten los « empresarios del campo », sino que para poder adelantar el despojo, para poder acumular el « capital », los representantes de la oligarquía en el poder proceden a aplicar el más terrorífico Terrorismo de Estado que nos arrebata nuestra vida, « el bien natural y social primario de la gente que habita nuestra patria ».

Ello explica que en las discusiones de la Mesa de La Habana se haya llegado más o menos fácilmente a Acuerdos parciales sobre el punto primero, la  tenencia de la tierra, y la « puerca tuerce el rabo » cuando de derechos políticos y derechos humanos se comienza a hablar. Aún no se ha llegado al punto de derechos humanos y el « derecho a la vida » comienza a ocupar el sitial que le merece.

Empezamos la corrida y a « agarrar el toro por los cachos ». Ninguna discusión ni petición está por encima de la exigencia del respeto a la vida de los colombianos. Una vez llegado allí, una vez alcanzado ese acuerdo, con compromiso del gobierno de respetar la vida de todos los colombianos, ahí sí es conducente seguir en la discusión –que no diálogo- de los demás temas. Y no de cualquier manera debe ser ese compromiso gubernamental, sino que la garantía para ello es la continuidad de las armas en poder de la guerrilla.
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