Más policías y soldados, tanques y piquetes en vías, selvas, minas y calles y con orden presidencial de “no dejar de disparar”, no es la solución para la protesta social que hoy se extiende por nuestra territorialidad disminuida.
De los problemas que hoy son bandera de levantamientos, paros, marchas y bloqueos de vías, estuvo notificado con suficiente tiempo el Gobierno. Y su jefe, afamado jugador de póker, tuvo en sus manos los ases para evitar que aquellos dieran en la encrucijada que hoy pone en entredicho la gobernanza, la institucionalidad, el orden público y las dotes de estadista demandadas en quien ejerce de Presidente de la República.
Pero pudo más, para avivar y no dejar apagar la hoguera de la violencia sin fin, la herencia y las lealtades a un modelo y un estilo que encontró en la guerra razón suficiente e invencible para profundizar las confrontaciones, ignorar las soluciones y patentar la corrupción y las sindicaciones políticas a la oposición como prioridades de un mandato en trance de reelección.
Y ahí están los resultados, funestos en todos los frentes: el país incendiado, los contradictores del Gobierno sindicados de instigadores de la violencia, la economía en picada, las relaciones exteriores fracturadas en vertebras de cuidado, la Mesa de La Habana coja y a punto de partirse.
En fin, cuanto acontece y lo que sobrevenga, es de la incumbencia y responsabilidad del Presidente Santos, de su política errátil y liviana; de esa manera tan suya de crear confusión en aquellos aspectos que demandan claridad, firmeza y decisión del gobernante para dar con las claves que puedan conducir a los resultados que, además de esperarse, procuren satisfacer expectativas convenientes para el conjunto de la nación.
Por tanto, más que buscar instigadores, infiltrados y provocadores en las protestas que se organiza en Colombia para gestionar atención del Gobierno a las problemáticas de las partes involucradas en aquellas, cuanto se espera de quien dispone de todo el poder para su solución, el Presidente, es que actúe en la dirección correcta y con las medidas necesarias.
Eso de salir ahora cargándole al senador Jorge Robledo, antes a Uribe, Pacho Santos, Piedad Córdoba, las FARC y otros, los levantamientos del Catatumbo y de los cafeteros y mineros, es la prueba de que las soluciones andan por las ramas y solo interesa el ruido que las distrae.
En tanto Santos pierde el polo a tierra con el país, Vargas Lleras insurge como el palo en la rueda reeleccionista. Y, conforme los pronósticos, un instigador más del Catatumbo y otros destinos nacionales.
*Poeta
@CristoGarciaTap
elversionista@yahoo.es
Publicar un comentario