Cambio Total.
Si algo ha
demostrado el grado de abandono estatal ha sido la « explosión social »
en el Catatumbo. Las reivindicaciones sociales largamente aplazados por el
régimen oligárquico-narcoparamilitar –aún siguen actuando en contubernio impúdico-
han hecho que los campesinos exploten y se tomen las carreteras y pueblos
exigiendo la satisfacción de ellas.
Esas
reivindicaciones sociales, económicas y políticas son la base misma de todas
las protestas en Colombia. Son la base de la propia existencia de las
guerrillas en Colombia. Los lacayos periodistas al servicio de la oligarquía
quieren buscar su origen en la consecuencia, en las guerrillas. Mas los
analistas objetivos, no arrodillados, y los del pueblo saben muy bien que
primero naturalmente son las causas y después las consecuencias y que no hay
consecuencias sin causas.
Esas masas
irredentas, abandonadas y relegadas a las fronteras agrícolas por la avaricia
de los terratenientes-ganaderos que usando la herramienta militar-narcoparamilitar
los desplaza y despoja de sus nuevas tierras civilizadas, « han dicho
basta y ehchado a andar ». No de ahora. Sino desde el mismo momento de la
agresión militar a los campesinos, o sea, desde 1964. O desde 1948.
En los últimos
años, a pesar de la represión permanente de la administración narco-paramilitar
de Uribhitler, la protesta social fue increscendo. Un estudio del Centro de
Investigaciones y Educación Popular, Cinep, mostró que en 6 años y medio de
gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez, la movilización social creció,
hasta alcanzar, en 2007, el mayor auge observado desde 1975 que se reportaron
800 protestas y en el año 2008 la cifra llegó a 950 (ver Caracol radio ).
El año 2010 se registraron en Colombia 1.142 manifestaciones; en 2012 fueron
más de 1.573. Los trabajadores de la salud, los de las petroleras y los
empleados oficiales fueron los que más salieron a marchar (280). Les siguen los
maestros y estudiantes, que protagonizaron 209 marchas, incluyendo dos paros
nacionales. Los estudiantes más activos en ese tipo de movimientos son, según
la Policía, los de las universidades Nacional, Pedagógica, Distrital de Bogotá
y Distrital de Santander. (Ver El Tiempo).
Los diarios, tv y
radio al servicio de la oligarquía buscan « la fiebre en las sábanas ».
La protesta social crece por la infonformidad popular y la insatisfacción de
sus necesidades básicas primarias y secundarias, las cuales al igual que la
insurgencia armada buscan los canales, cada uno con sus formas de lucha, de
manifestar esa inconformidad e insatisfacción.
Debería responder
el estado con la solución a esos ingentes problemas. Mas no. La respuesta es la
represión como lo muestra el Catatumbo. Sólo después de unos cuantos muertos –que
van engrosando las estadísticas de violaciones de derechos humanos cometidas
por el régimen santista-uribista-, del gasto de millones de dólares en desarrollar
una « mini-guerra » contra los manifestantes, tiene el gobierno, al
igual que hizo en La Habana, que sentarse a dialogar con los líderes populares.
Líderes que son víctimas del Terrorismo de Estado que les cobra el « atrevimiento »
de desarrollar la lucha de sus clases. Mas el pueblo sabe que la dinámica de la
lucha de clases está a su favor.
Nadie en Colombia
debería sorprenderse de que las luchas del Catatumbo, y otros lugares del país,
exploten cuando se desarrollan las conversaciones en la Mesa de La Habana.
Ambas son por igual componentes de la lucha popular. Ambas tendrán que
desarrollar sus vasos comunicantes. Así lo exige la lucha de clases en
Colombia.
Alp
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