Allende La Paz,
Cambio Total.
Está más que
demostrado que nuestro planteamiento de la imperiosa e imprescindible necesidad
de una política estatal de Paz, que no de Gobierno, es una realidad. Que va más
allá de « tiempos presidenciales », que va más allá « urgencias
personales », que va más allá de la « vanidad ».
La Paz es un
asunto serio, súper serio. Lo que está en juego es el futuro del país. Es
sabido que si el gobierno no concreta este nuevo experimento de Paz lo que
sigue al país es una « vietnimización » en sentido estricto. Porque
el imperio, que anda buscando « pelea » en todo el mundo porque las
guerras son especial motor del imperialismo –motor y gasolina-, si no tiene una
« guerra mundial » porque en estos momentos una guerra mundial lo
borraría del mapa, pues se contentaría con incendios de menores proporciones en
Asia, África y Latinoamérica, como en efecto ya está haciendo.
No es que las
FARC sean « ralentí ». No. Es que las FARC tienen sus tiempos que
están en consonancia con la « Madre Natura ». Las FARC-EP saben que
la Paz llegará y la oligarquía tendrá que pagar su « precio ». De
hecho, las FARC han propuesto la solución política al conflicto interno –no solamente
al armado- desde su primer manifiesto del « Programa Agrario ». Y
siempre han insistido en esa necesidad. O sea, las FARC tienen una política organizacional de
Paz, que con el paso de los años han ido puliendo en los diferentes « laboratorios »
que han hecho –U.P ., Caracas, Tlaxcala, Caguán-, los cuales a pesar del
dolor por el exterminio adelantado desde el Estado, les ha ido dejando
enseñanzas valiosas.
En tanto, el Estado carece de una política de Paz,
precisamente porque su política
estatal es de Guerra. Carece de ella porque su « amo imperial »
así lo determina, y sólo la diseñará cuando el « amo » así les
señale. O sea, si el imperio quisiera lograr la Paz encontraría en las FARC
plena disposición. Disposición que significa « sentarse, hombre », a
discutir que tipo de Estado queremos para las generaciones presentes y futuras
de colombianos, y señalar las responsabilidades –no es lo mismo causales y consecuenciales-, al tiempo
que se inicia la « Reconciliación » entre los colombianos –incluso
con el imperio- que implicará « indultos, amnistías », etc, para
todos los que han participado en la confrontación. Todos.
No es posible
seguir con el jueguito oligárquico que los presidentes son excluídos como « combatientes »
en razón de su cargo –« razón de Estado » le llaman-, al tiempo que es
él quien determina y desarrolla la guerra. No es un contrasentido ?
Evidentemente que sí. Entonces, los autores intelectuales de la guerra –imperio
y oligarquía- deberán reconciliarse con las víctimas –el pueblo colombiano
contra quien van dirigidas sus acciones de guerra-, al igual que los militares
ejecutores materiales de tal política de guerra. Eso desde el lado de los « causales ».
Del lado de los « consecuenciales »,
la guerrilla también se reconciliará con sus enemigos de clase –la oligarquía y
el imperio-, y reconocerá los « daños colaterales » que la
confrontación ha producido, aunque la lucha de clases se desarrollará por
medios no armados, al tiempo el pueblo –verdadero damnificado de la guerra
adelantada por los sectores imperiales-oligárquicos-, haciendo uso de su
calidad de « Constituyente primario » soberanamente decide otorgar el
perdón a todos los combatientes que han causado la guerra o les ha tocado
enfrentarla con las mismas armas utilizadas en la agresión.
Esta « política
estatal de Paz » deberá mostrar temas a abordar, tiempo de inicio, tiempos de discusión y análisis, y en esta etapa podría ser
necesario para ir cicatrizando las heridas utilizar todo el tiempo necesario ya
que de lo que se trata es de resarcir a los colombianos de más de 50 años de
guerra, para desembocar
en una gran Asamblea Constituyente, en donde todos los colombianos
enviarán sus delegados elegidos democráticamente para mediante la Constitución
de la Paz se sanen todas las heridas dejadas por el conflicto interno.
En las
discusiones no deberán haber temas « vedados ». Todas las causas que
originaron –y perpetúan- el conflicto intenro colombiano, en sus dimensiones
económica, política, social, militar, tendrán que ser abordadas, tratadas y
planteadas sus soluciones para consolidar la Paz. Llegar con « temas
vedados » a la Mesa de Conversaciones es un mal comienzo, máxime cuando no
se tiene una « Política de Paz » que oriente al Estado hacia un buen
puerto.
Lógicamente en
todo este proceso tendrá que haber un acompañamiento real, efectivo, del pueblo
y el conjunto de la sociedad como se evidenció el 9 de abril de 2013. En un
momento avanzado de las conversaciones se hará necesario el traslado de la Mesa
hacia el País para involucrarse y auscultar realmente en el terreno la opinión
de los colombianos, contando con la presencia de los países que han acompañado
el proceso en La Habana los cuales han sido garantes de que « nadie se para de la Mesa sin acuerdos ».
Así debemos ir contruyendo la Paz.
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