Por Víctor Álvarez R.
Desde que apareció el petróleo en Venezuela, ha
sido más fácil devorar la renta comprándole al resto del mundo lo que
bien podríamos estar generando internamente con trabajo productivo. Si
bien es cierto que a través del Plan Plena Soberanía Petrolera se ha
reivindicado la soberanía nacional sobre el petróleo, queda pendiente
una política de industrialización de los hidrocarburos, toda vez que se
sigue exportando petróleo crudo y gas líquido para luego importarlo con
valor agregado. Importamos porque no producimos y no producimos porque
importamos. Este círculo vicioso se ve agravado por el anclaje cambiario
que tiende a abaratar el dólar oficial, en comparación con el precio de
la divisa en el mercado. Es la propia política cambiaria la que
estimula la insaciabilidad del dólar.
En una sociedad rentista, los
actores económicos y sociales se acostumbran a obtener ingresos que no
son fruto de su trabajo. En el debate nacional, dos énfasis se
distinguen en torno al destino que debe tener la renta petrolera. Por un
lado, quienes entienden la siembra del petróleo como incentivos a la
inversión nacional y extranjera, y financiamiento para la construcción
de autopistas, ferrovías, puentes, hidroeléctricas y demás obras de
infraestructura. Por el otro, quienes priorizan la inversión social de
la renta petrolera para garantizar el derecho al trabajo, alimentación,
educación, salud, vivienda, cultura, etc. Con frecuencia, el primer
enfoque deriva en una desviación desarrollista que favorece a las
empresas contratistas que se llevan la ejecución de las obras. Mientras
que el otro énfasis suele incurrir en prácticas populistas, al otorgar
asignaciones que no son fruto del trabajo. Cuando estas becas se
conceden de manera incondicional, se desalienta el esfuerzo productivo
que cada quien debe hacer para ganarse su sustento.
El reto está en
sustituir la mentalidad rentista por una nueva cultura del trabajo.
Tanto la inversión en infraestructura como la inversión social son
imprescindibles para transformar la economía rentista e importadora en
un nuevo modelo productivo exportador. Solo así podremos convertir los
recursos naturales que exportamos, sin mayor valor agregado, en una
creciente producción industrial que permita generar abundantes fuentes
de trabajo estables y bien remuneradas, sustituir importaciones,
diversificar la oferta exportable y generar nuevas fuentes de divisas
que nos hagan menos dependientes de la renta petrolera.
La cultura rentista
Written By Unknown on domingo, marzo 31, 2013 | domingo, marzo 31, 2013
Etiquetas:
feature,
headlines news,
latinoamerica,
ultimas noticias
Publicar un comentario