Allende La Paz, Cambio Total.
Estamos
transitando desde casi 50 años la trocha hacia la Nueva Colombia. Lo que hemos
pretendido los civiles en este recorrido, acompañados cómo no por la insurgencia
armada, es abrir las amplias alamedas para llegar a una Colombia en paz con justicia
social, libertad, democracia, independencia y soberanía nacional.
Es acaso « mucho
pedir » ? Y no es que pensemos en un « pedir » mendincante,
sino uno que fluye desde nuestra propia acción. Accionar que hemos pagado con
sangre, nuestra propia sangre derramada por los fratricidas que desde el poder
han declarado la guerra al pueblo colombiano. Hemos aportado la cuota de dolor,
sufrimientos y sangre por ver –algún día- una Colombia enhiesta, firme,
orgullosa y con la frente en alto ante el concierto de las naciones. Como
estuvo cuando fue presidida por nuestro Libertador Simón Bolívar.
Las FARC-EP han
tenido una política de Paz desde su nacimiento. Es precisamente esa terca
decisión política la que ha llevado a que por fin se pueda hablar de que se
están « aproximando Acuerdos ». Mas estamos apenas en el
principio. No es que ya hayamos logrado una Nueva Colombia. No. Apenas hemos
acordado entre las partes en guerra lo que se debe hacer para entrar a
solucionar la primera parte del conflicto interno. Toca empezar a
implementarlas en la práctica ya que sabemos la marrullería de la oligarquía en
el poder que llega, promete y se va y nunca cumple lo prometido al pueblo.
Nuestro pueblo lo
ha entendido muy bien. Por ello se ha movilizado –y continuará haciéndolo- para
definir qué es lo realmente trascendental, el « quid » de la
cuestión, y de allí dar pasos concretos hacia la solución. Ya se empezó por
reconocer el conflicto interno. Se siguió con la « tenencia de la tierra ».
Y los campesinos que son los que tienen que decidir e implementar las políticas
agropecuarias se han pronunciado y es con ellos y nada más que con ellos con
los que hay que resolver el problema. Los terratenientes-ganaderos siempre
seguirán siendo ávaros y desearían seguir expoliando la tierra a los
campesinos, ese es su sello distintivo como clase, y toda solución contará con
su resistencia y ataque.
Mas el pueblo
campesino, acompañado de obreros, estudiantes, mujeres, etc, tendrá que hacer
muy bien el nudo con el que amarrar a la « bestia »
terrateniente-ganaderos. El Censo Agropecuario que se necesita –no hay uno
desde antes de 1964-, dirá cómo está la tenencia de la tierra, mas no debemos
olvidar que ese censo está viciado de entrada por la expoliación sufrida por
más de 5 millones de campesinos e indígenas desplazados forzosamente y más de
6,8 millones de hectáreas robadas, las cuales deben ser restituídas a sus
dueños, sus legítimos dueños. Cuántos campesinos e indígenas fueron –y son-
asesinados por la avaricia terrateniente-ganaderos ? Ese censo también hay
que hacerlo para nunca más olvidarlo.
Si de verdad se
quiere la Paz lo que debería hacer por parte del gobierno es encabezar con las
FARC-EP una movilizadora Reforma Agraria –si no les gusta el nombre pónganle el
que quieran-, acompañado de una « mediación pedagógica » a todos los
niveles –campesinos, indígenas, terratenientes, ganaderos, empresarios,
militares, funcionarios estatales, etc-, que conduzca a desaprender lo
aprendido –la forma violenta de resolver conflicto y el irrespeto a los
derechos humanos de los colombianos-, y aprender una nueva visión : la de
la Nueva Colombia en paz con justicia social.
De ésta manera
iremos « aproximando acuerdos ». No hay de otra.
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