Allende La Paz, Cambio Total.
El pensamiento político de Jorge Eliécer Gaitán, el
« Tribuno del pueblo », está impregando de socialismo y de Paz. Su
tesis en la Universidad fue laureada y versó precisamente sobre « Las
ideas socialistas en Colombia ». Abordaremos muy sucintamente el
pensamiento político de Gaitán en lo referente a la Paz, cuestión que nos
interesa profundamente, y su pensamiento político ha sido abordado por diferentes
autores, pero creo que todavía nos están debiendo.
La propuesta de Paz que encontramos en el pensamiento
gaitanista parte en su momento de la base de un análisis de la economía del
país y del respeto de los derechos humanos, al tiempo que señalaba la
naturaleza cruel de la guerra y sus agenciadores. Decía Gaitán que « nada
más cruel e inhumano que una guerra. Nada más deseable que la paz. Pero la paz
tiene sus causas, es un efecto. El efecto del respeto a los mutuos derechos ».
Colegimos que
« derechos mutuos » se refiere a derechos humanos, calificativo
todavía no usado en su época.
La época que tocó en suerte vivir a Gaitán fue
demostrando la nefasta injerencia del imperio del norte que ya empezaba a pulir
la Doctrina de Seguridad Nacional y la política del « enemigo interno »
(Calvo Ospina 2008), y ya señalaba al respecto de la Masacre de las Bananeras (1928)
que « para una huelga pacífica, se
empleó toda la crueldad inútil y el crímen sin nombre [...] No es que yo niegue
que una gran agitación de justicia social recorre de uno a otro extremo del país
para todos los espíritus. Ella existe, pero no como fruto del comunismo, sino
como razón vital de un pueblo que quiere defenderse contra la casta de los políticos
inescrupulosos [...] Así proceden las autoridades colombianas cuando se trata
en este país de la lucha entre la ambición desmedida de los extranjeros y de la
equidad de los reclamos de los colombianos [...]
Naturalmente no hay
qye pensar que el gobierno ejerció ninguna presión para que se reconociera la
justicia de los obreros. Éstos eran colombianos y la compañía era americana, y
dolorosamente lo sabemos que en este
país el gobierno tiene para los colombianos la metralla homicida, y una
temblorosa rodilla en tierra ante el oro americano ».
Agregaba además, según el artículo « La Masacre de
las Bananeras » del BanRepública, como si fuera hoy en que a la
protesta social se la califica de igual manera, que « En uno de los apartes de su
extensa intervención, el representante Jorge Eliécer Gaitán comenta los elogios
prodigados por el Presidente de la República al general Cortés Vargas.
“Ya habéis oído leer [honorables senadores y representantes] la alocución del señor Presidente de la República. Habéis oído cómo allí se dice, hablando de los obreros, que ellos perpetraron ‘verdaderos delitos de traición y felonía, porque a trueque de herir al adversario político, no vacilan en atravesar con su puñal envenenado el corazón amante de la Patria’. Decidle, señores, al taciturno Presidente de la República que aplique estas palabras no a los obreros, que fueron las víctimas, sino que las aplique a los militares, a los cuáles él les ha hecho el más inconcebible elogio. Que el señor Presidente de la República se levante sobre la tumba de los sacrificados para escupir su hiel y su veneno, cuando por simples sentimientos de humanidad tales vocablos le estaban vedados ante la majestad de la muerte y del dolor, es cosa que causa ironía y que muestra las lacras de la mentida justicia humana. Y que no hable el Presidente de la República de hechos políticos, aquí donde sólo hubo por parte de los militares pecados contra los artículos del Código penal. Y en esa alocución misma habéis leído el elogio férvido, el elogio ilimitado que el señor presidente hace a quienes sólo merecen el dicterio de los hombres que tienen en estima los sentimientos esenciales de la bondad” ». http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/octubre2005/masacre.htm
“Ya habéis oído leer [honorables senadores y representantes] la alocución del señor Presidente de la República. Habéis oído cómo allí se dice, hablando de los obreros, que ellos perpetraron ‘verdaderos delitos de traición y felonía, porque a trueque de herir al adversario político, no vacilan en atravesar con su puñal envenenado el corazón amante de la Patria’. Decidle, señores, al taciturno Presidente de la República que aplique estas palabras no a los obreros, que fueron las víctimas, sino que las aplique a los militares, a los cuáles él les ha hecho el más inconcebible elogio. Que el señor Presidente de la República se levante sobre la tumba de los sacrificados para escupir su hiel y su veneno, cuando por simples sentimientos de humanidad tales vocablos le estaban vedados ante la majestad de la muerte y del dolor, es cosa que causa ironía y que muestra las lacras de la mentida justicia humana. Y que no hable el Presidente de la República de hechos políticos, aquí donde sólo hubo por parte de los militares pecados contra los artículos del Código penal. Y en esa alocución misma habéis leído el elogio férvido, el elogio ilimitado que el señor presidente hace a quienes sólo merecen el dicterio de los hombres que tienen en estima los sentimientos esenciales de la bondad” ». http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/octubre2005/masacre.htm
Tiempos de hechos políticos sórdidos se avecinaban y bajo
la tutela de los gobiernos de USAmérica se comienza a producir el despojo de la
tierra de los campesinos y se comienza a transitar en el más despiadado
Terrorismo de Estado. La tierra y el deseo de permanecer en el poder produjo lo
que ya conocemos como « La Violencia », que arranca precisamente con
el asesinato de J.E. Gaitán y produjo más de 300.000 muertos y más de 2
millones de desplazados internos.
La alocución del 7 de febrero de 1948 conocida como
« Oración
por la paz » -en una Plaza de Bolívar atiborrada de colombianos
humildes que no gritaron ni una consigna sino que batían banderas negras- resume
totalmente el pensamiento gaitanista de la Paz y la obligación que tienen los
gobernantes de preservarla. Planteó en ella la necesidad de cesar la violencia
gubernamental contra el pueblo y la necesidad de imponer la Paz ya que « durante
las grandes tempestades la fuerza subterránea es mucho más poderosa, y esta
tiene el poder de imponeer la paz cuando quienes están obligados a imponerla no
la imponen ».
En dicha « Oración por la Paz » decía premonitoriamente
J.E. Gaitán : « Señor Presidente: Serenamente, tranquilamente, con la emoción que atraviesa
el espíritu de los ciudadanos que llenan esta plaza, os pedimos que ejerzáis
vuestro mandato, el mismo que os ha dado el pueblo, para devolver al país la
tranquilidad pública. (...)
Señor Presidente:
En esta ocasión no os reclamamos tesis económicas o políticas. Apenas os
pedimos que nuestra patria no transite por caminos que nos avergüencen ante
propios y extraños. ¡Os pedimos hechos de paz y de civilización!
Nosotros, señor
Presidente, no somos cobardes. Somos descendientes de los bravos que
aniquilaron las tiranías en este suelo sagrado. ¡Somos capaces de sacrificar
nuestras vidas para salvar la paz y la libertad de Colombia!
Impedid, señor,
la violencia. Queremos la defensa de la vida humana,
que es lo que puede pedir un pueblo. En vez de esta fuerza ciega
desatada, debemos aprovechar la capacidad de trabajo del pueblo para beneficio
del progreso de Colombia.
Señor
Presidente: Nuestra bandera está enlutada y esta silenciosa muchedumbre y este
grito mudo de nuestros corazones solo os reclama: ¡que nos tratéis a nosotros,
a nuestras madres, a nuestras esposas, a nuestros hijos y a nuestros bienes,
como queráis que os traten a vos, a vuestra madre, a vuestra esposa, a vuestros
hijos y a vuestros bienes!
Os decimos
finalmente, Excelentísimo señor: Bienaventurados los que entienden que las
palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar sentimientos de
rencor y exterminio. ¡Malaventurados los que en el
gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad para los hombres de
su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la ignominia en las
páginas de la historia! ».
Ya sabemos que sus palabras no fueron oídas por la oligarquía en el poder y
Gaitán pagó con su vida su afecto por la causa popular. Su crímen quedó en la
más absoluta impunidad. Comenzábamos a transitar el barbarismo
imperial-oligárquico, lo cual ha querido falsamente ser presentado como una « guerra
partidista ». Nada más falso.
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