Este 25 de febrero se dio inicio en varios departamentos de Colombia al Paro Nacional de Cafeteros, apoyado por diversos gremios de cultivadores de cacao, arroz y palma. La medida fue tomada en protesta ante el gobierno de Juan Manuel Santos por la crisis actual que vive el sector cafetero nacional.
Por Luis Hernando Restrepo Aristizábal | Desde Bogotá
27|02|2013
La situación actual del gremio cafetero en Colombia es una de las más preocupantes de los últimos años. Una caída en la producción y en las ganancias debido a los bajos precios de venta y la insuficiente ayuda por parte del gobierno, ha llevado a la movilización de miles de campesinos cafeteros por todo el país que piden más garantías y más subsidios económicos para afrontar la actual crisis.
El café siempre ha sido una especialidad para los colombianos. A partir de la gran bonanza cafetera en la década de 1970, la economía y el progreso del país creció mundialmente y Colombia fue reconocida por tener el café más suave y delicioso del mundo.
Pero las épocas de bonanza y suavidad quedaron en el pasado. La producción colombiana de café ha pasado a un segundo plano, porque en la actual Colombia de la prosperidad democrática de Juan Manuel Santos, que ha bajado su favorabilidad en las últimas encuestas, es mucho más importante la explotación minera y la facilidad de multinacionales foráneas para explotar y retener los recursos nacionales.
Para los organizadores del paro cafetero que ejercen su legítimo derecho a protestar por condiciones más justas, el hecho de que el gobierno no los atienda los lleva a salir a las calles y carreteras del país. Según el gremio de caficultores, las principales exigencias que definen su movilización central se centran “en los bajos precios de carga del grano, la revaluación del peso frente al dólar que afecta las exportaciones, el endeudamiento de los productores del sector debido a las promesas del gobierno nacional, el avance de la ‘locomotora minera’ sobre las tierras cafeteras, entre otros temas.
En entrevista con medios nacionales, Luis Genaro Muñoz, director de la Federación Nacional de Cafeteros, aseguró que el paro cafetero está impulsado por “fuerzas oscuras” y que probablemente la guerrilla esté infiltrando la movilización.
Seguido a esto, sobrevinieron las declaraciones del presidente Juan Manuel Santos, quien afirmó que el “paro no se justifica” porque, según él, su gobierno ha sido el que más ha ayudado a los cafeteros con apoyos y créditos subsidiados.
Pero comenzada la movilización de caficultores y otros gremios en varios departamentos del país, la única respuesta del gobierno colombiano ante la marcha de miles de campesinos y otros grupos que apoyan a los caficultores, fue la presencia represora del Escuadrón Móvil Anti Disturbios (ESMAD) que dejó, aproximadamente, un centenar de heridos en las dos primeras jordanas del paro, incluyendo un campesino muerto en el municipio de Garzón, departamento del Huila, hecho que no fue informado en medios privados.
Según Juan Manuel Santos, el mensaje del gobierno fue de “respeto” a la movilización, a lo que consideró un paro “injusto”. Pero quedó en evidencia que con la represión de la fuerza pública no existe respeto frente a las exigencias de la población colombiana, especialmente en este caso, cuando el sector cafetero afronta una grave crisis y la solución a esto no se ve a corto plazo. Tampoco en consideración de que los campesinos afectados no ven a la Federación Nacional de Cafeteros como una organización que realmente los represente ante las dificultades de la crisis.
El gobierno reitera que está interesado en dialogar, pero asegurando que no aceptará el cierre de vías como parte de la protesta, mientras los caficultores, que representan aproximadamente 500 mil familias en Colombia, seguirán con el paro hasta esperar intensiones favorables, que para alivio de la crisis no se beneficie a intereses ajenos al país, que no sea importado, como actualmente es la mayoría del café en Colombia.
El café siempre ha sido una especialidad para los colombianos. A partir de la gran bonanza cafetera en la década de 1970, la economía y el progreso del país creció mundialmente y Colombia fue reconocida por tener el café más suave y delicioso del mundo.
Pero las épocas de bonanza y suavidad quedaron en el pasado. La producción colombiana de café ha pasado a un segundo plano, porque en la actual Colombia de la prosperidad democrática de Juan Manuel Santos, que ha bajado su favorabilidad en las últimas encuestas, es mucho más importante la explotación minera y la facilidad de multinacionales foráneas para explotar y retener los recursos nacionales.
Para los organizadores del paro cafetero que ejercen su legítimo derecho a protestar por condiciones más justas, el hecho de que el gobierno no los atienda los lleva a salir a las calles y carreteras del país. Según el gremio de caficultores, las principales exigencias que definen su movilización central se centran “en los bajos precios de carga del grano, la revaluación del peso frente al dólar que afecta las exportaciones, el endeudamiento de los productores del sector debido a las promesas del gobierno nacional, el avance de la ‘locomotora minera’ sobre las tierras cafeteras, entre otros temas.
En entrevista con medios nacionales, Luis Genaro Muñoz, director de la Federación Nacional de Cafeteros, aseguró que el paro cafetero está impulsado por “fuerzas oscuras” y que probablemente la guerrilla esté infiltrando la movilización.
Seguido a esto, sobrevinieron las declaraciones del presidente Juan Manuel Santos, quien afirmó que el “paro no se justifica” porque, según él, su gobierno ha sido el que más ha ayudado a los cafeteros con apoyos y créditos subsidiados.
Pero comenzada la movilización de caficultores y otros gremios en varios departamentos del país, la única respuesta del gobierno colombiano ante la marcha de miles de campesinos y otros grupos que apoyan a los caficultores, fue la presencia represora del Escuadrón Móvil Anti Disturbios (ESMAD) que dejó, aproximadamente, un centenar de heridos en las dos primeras jordanas del paro, incluyendo un campesino muerto en el municipio de Garzón, departamento del Huila, hecho que no fue informado en medios privados.
Según Juan Manuel Santos, el mensaje del gobierno fue de “respeto” a la movilización, a lo que consideró un paro “injusto”. Pero quedó en evidencia que con la represión de la fuerza pública no existe respeto frente a las exigencias de la población colombiana, especialmente en este caso, cuando el sector cafetero afronta una grave crisis y la solución a esto no se ve a corto plazo. Tampoco en consideración de que los campesinos afectados no ven a la Federación Nacional de Cafeteros como una organización que realmente los represente ante las dificultades de la crisis.
El gobierno reitera que está interesado en dialogar, pero asegurando que no aceptará el cierre de vías como parte de la protesta, mientras los caficultores, que representan aproximadamente 500 mil familias en Colombia, seguirán con el paro hasta esperar intensiones favorables, que para alivio de la crisis no se beneficie a intereses ajenos al país, que no sea importado, como actualmente es la mayoría del café en Colombia.
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