El doble discurso exhibido por el gobierno de hablar de Paz y hacer e incrementar la guerra es definitivamente muestra de una enorme inconsistencia y de carecer de una verdadera “política estatal de Paz” ha llevado a muchos sectores –Leyva Durán entre ellos- vienen planteando la necesidad de dotar al estado de una política de Paz, la cual estaría por fuera de los vaivenes politiqueros de los gobiernos de turno.
Allende La
Paz, Cambio Total.
Termina una
nueva ronda de conversaciones de la Mesa de La Habana y las dos partes hablan
de avances y de que se están logrando acuerdos con la velocidad del “tren bala”. De todo esto, llama
poderosamente la atención la posición asumida por el coordinador del equipo
gubernamental quien ha pasado de ser un “guerrerista a muerte” a un “discreto y
callado” coordinador que sólo en una ocasión lo vimos en su anterior papel.
Por qué
será, por qué será? Será acaso que su “jefe”, es decir, Santos, no Gaviria, le
dio instrucciones para seguir “sentado en la Mesa de Conversaciones”? Además,
nos preguntamos: Por qué De la Calle y Jaramillo fueron a una reunión con la
crema y nata empresarial, el Consejo Gremial y la SAC (Sociedad de Agricultores
de Colombia)?
Según De de
la Calle explicó al Consejo Gremial los delegados gubernamentales están en la
Mesa de Conversaciones porque “El propósito de los diálogos no es validar el terrorismo, no es validar la
acción de la guerrilla, es auscultar si
esa oportunidad que ahora visualizamos, en medio de muchas dificultades, puede
concretarse”. Hmmm.
Medio raro,
cierto? Quisiera que miráramos más detalladamente esa expresión, “auscultar” la
posibilidad de la Paz. Auscultar es un método sociológico que tiene por fin
recabar información para llegar a un diagnóstico. Nos parece supremamente sospechoso
que a éstas alturas, después de más un año de conversaciones con las FARC-EP,
el gobierno colombiano no tenga un diagnóstico hecho y estudiado de las
intenciones de Paz de las FARC. Año y medio es tiempo suficiente para tener ese
diagnóstico hecho y definido el curso a seguir.
Este
momento de la auscultación ya ha debido ser superado y con el diagóstico hecho –las
FARC siempre han luchado por la Paz-, emprender entonces sí las discusiones de
las medidas terapéuticas o a desarrollar para superar el problema –la guerra-.
Las FARC-EP, en cambio, han demostrado tener claro el panorama. Ellas tienen
hecho su diagnóstico de las causas que han originado el conflicto interno y
cuáles son las medidas terapéuticas a desarrollar a fin de ponerle fin a la
guerra oligárquica.
Con razón hemos
desde hace más de 5 años venido hablando de que el gobierno colombiano no tiene
una política estatal de Paz y, por el contrario, la única política que tiene es
la de guerra. Carecer de una política politicamente definida y detallada y con
nortes claramente definidos lleva a las improvisaciones y a crear una debilidad
patentizada en que cualquier “ruido” producido por la confrontación pueda
romper las conversaciones.
De allí la
importancia en la posición de las FARC-EP de “amarrar a la pata de la Mesa” a
la delegación gubernamental, so pena de pagar un enorme costo político por un
eventual levantamiento de la Mesa y consiguiente darle una “patada” a las
Conversaciones, las cuales son apenas un paso hacia la consecución de una
salida política civilizada al conflicto interno.
El
coordinador gubernamental todavía a estas alturas está supremamente confundido
y no sabe que el hecho mismo del inicio de la Mesa de Conversaciones es el
reconocimiento de que hay un conflicto, desarrollado por los sucesivos
gobiernos, el cual fue respondido por el pueblo en uso del derecho a la
legítima defensa.
Las FARC-EP en ningún momento está planteando que “legitimen
sus acciones” porque esas acciones ya han sido legitimadas por la realidad, de
la cual hacen parte las Conversaciones en La Habana. Además, el flamante “coordinador”
todavía sigue utilizando el mismo lenguaje de antes en un lapsus linguis que
evidencia su verdadero pensamiento guerrerista.
El doble
discurso exhibido por el gobierno de hablar de Paz y hacer e incrementar la
guerra es definitivamente muestra de una enorme inconsistencia y de carecer de
una verdadera “política estatal de Paz”. Con razón muchos sectores –Leyva Durán
entre ellos- vienen planteando la necesidad
de dotar al estado de una política de Paz, la cual estaría por fuera de los
vaivenes politiqueros de los gobiernos de turno.
Será acaso
mucho pedir?
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