Domínico Nadal, Cambio Total.
La canción
letra del maestro Eladio Torres y cantada por la hermosa voz de Cheo feliciano,
el negro, “Tiempos muertos”, nos sitúa en el exacto punto de la realidad de los
terratenientes-ganaderos y el pueblo que trabaja para ellos.
Los grandes
terratenientes-ganaderos viven su vida de opulencia en las grandes mansiones de
las grandes ciudades, Barranquilla, Cartagena, Santa Marta (cierto, Lafaurie?),
Bogotá, Medellín, Bucaramanga, etc; vida que se los permite la explotación
inmisericorde a que someten a los seres humanos que tienen por desgracia tener
que trabajar para ganarse el mendrugo de pan para alimentarse y alimentar a sus
hijos.
Los pobres
del campo viven en su parcela y siembran su “roza” para poder medio alimentarse,
en tanto trabaja como “peón” del ganadero, el cual le niega hasta un litro de
leche para él y sus hijos, algunos llegan al extremo de descontárselo del
mísero salario que le pagan, siempre por debajo del mínimo. Esta situación es
expuesta en el canto titulado “Cacique Upar” del canta-autor guerrillero Julián
Contrado: “Cuántas ganaderías pero el ordeñador vive en la miseria, que ironía!”.
El
terrateniente-ganadero no vive en su hacienda, va allá por ratos, llega en su “burbuja”
–emulación con los “traquetos” narcotraficantes-, se dedica a arreglar unas
cuentas y se regresa a su ciudad, a disfrutar de lo atesorado por el trabajo de
otros, los “peones”. Algunos ni siquiera saben la cantidad de ganado que tienen
ya que éste casi siempre se desarrollan como ganado “cimarrón”.
En la
ciudad se codea con politiqueros-narcoparamilitares y con sectores más abajo de
su opulencia. La Clase Media. Es un espectáculo deprimente observar los “arribistas”,
clase media pura, que sueña con llegar a ser “oligarca” y la mayoría “sobachaqueta”
para que el ganadero le permita tener dos vaquitas en sus potreros para ir
haciendo su “capitalito”, a la espera de que quizá algún negocio “bueno” le
salga: un contrato con el estado o coronar un “embarque” de cocaína o marihuana.
Esos sectores “arribistas” son los peores
enemigos de los trabajadores. Ellos se miran en su espejo y sienten un
recorrido frío en su espalda y ruegan a Dios no caer en tan “deplorable estado”,
sin saber que la depauperización de su clase es una de las lógicas del
capitalismo. Poco a poco, si las cosas no van bien, vende el carrito, la
casita, empeña el reloj, hasta que está en el asfalto. Los que antes veía como
enemigos y despreciaba por “flojos”, “mal educados”, “patanes”, etc, son ahora “su”
clase, pero él nunca olvidará de dónde vino.
Así,
dejando el hambre encargada por el “patrón”, los trabajadores y sus hijos se
las arreglan para sobrevivir. Una vida de no futuro les ha sido reservado y la
lógica que le han sembrado en su cerebro es que “mi abuelo era pobre, mi padre
era pobre, yo soy pobre, luego mis hijos serán pobres...”. Esta lógica ilógica
es la que combatimos los revolucionarios. Los revolucionarios civiles y los
revolucionarios de las FARC. Por ello, apoyamos con todo nuestro ser las Diálogos
de Paz de La Habana porque de ellos debería salir un Nuevo País que entre a
solucionar problemas largamente aplazados por la oligarquía en el poder:
Trabajo, salud, educación, vivienda, tierra, respeto de derechos humanos, y un
sinfin de etc.
Las exigencias
del pueblo y las FARC-EP no son el socialismo. Son apenas el pago de la deuda
social que tiene el Estado con el pueblo colombiano. Cuando construyamos el
Socialismo ahí si no habrá tu tía que valga...
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