Allende La Paz,
Cambio Total.
« Vuelve y juega »
el cuentico de la felicidad de los colombianos. « Una mentira, a fuerza de
repetirse, se convierte en verdad », dice el proverbio fascista. O por lo
menos lo intentan.
La « felicidad » ese etéreo
estado en el cual « nada importa », sólo vivirla, es precisamente
eso, un estado, es decir, es apenas un momento de los miles de momentos que
vive un ser humano en su diario trasegar. Por ello también reza el adagio
popular « no hay felicidad completa », o « la felicidad es un
estado que se vive a cuenta gotas ». En ese momento de felicidad se vive
una sensación de plenitud que viene a ser despedazada por la realidad, esa
cruda realidad colombiana plagada de hambre, necesidades e « infelicidades »,
o sea, carencias de todo tipo.
Llevar la
felicidad a « estado permanente » es, de por sí, un exabrupto. El ser
humano vive su vida en micro-estados, si es que se les quiere cuantificar y,
como las medidas de la hemoglobina, lo que es ahora al instante siguiente ya no
será porque el siguiente estado está influído por múltiples factores,
medioambientales, herenciales –hay familias más propensas a la infelicidad, al « despecho »
por ejemplo, o a la depresión-, económico, sociales, y hasta personales, alegría,
tristeza, etc, etc. Esas medidas nos dan una idea de cómo estaba la « hemoglobina »
o la « bilirrubina » en ese momento preciso, pero no de cómo estará
al momento siguiente.
Lo que hacen los
propagandizadores del sistema capitalista es ponerle una venda en los ojos a
los lectores, opinión pública, etc. « Nada importa », ni siquiera que
en USAmérica haya casi 9% de desempleados y estén al borde del huevo fiscal ;
tampoco que en Colombia los índices sociales estén muy cerca de Haití, por
ejemplo. Antes a eso lo llamaban « alienación », ahora le llaman
índice de « felicidad ». Mas la realidad, terca como una mula,
reaparece y nos muestra su rostro, el feo
rostro del Terrorismo de Estado y del Neoliberalismo para los pobres,
porque para los « ricos » todo es « felicidad », aunque a
veces también los nubarrones del capitalismo les ensombrece el rostro a ellos
también.
Bien lo dice el
adagio de moda en Colombia : « Sin
tetas no hay paraíso ». La « teta » a mamar es el
estado. El « paraíso » son las sensaciones experimentadas cuando se
roban los miles de miles de millones de pesos mediante los « chanchullos »,
« cárteles de contratación », y las mil formas ideadas por los
oligarcas en el poder para robarse las arcas estatales, que son propiedad de
todos los colombianos. Y como « el que no llora no mama », ahí los
vemos llorando a los Santos, o Petros, o etc, que les den un « contratico »
de esos a vigencia futura que son tan buenos, uno solito y quedo planteado ».
Y se pegan a la teta estatal « como ternero huérfano », nadie los
despega de ahí, ni a palos.
La nueva teta
estatal es « el proceso de Paz ».
Quieren amamantarse de ella y crecer en la re-elección. Ya hasta condicionan la
re-elección al Proceso de Paz. Además ya vislumbran los miles de millones de
dólares que movería el proceso de paz, de concretarse acuerdos favorables para
el pueblo. Se imaginan « contratando » con el estado en vías,
cubicación de terrenos, etc, despojo y desplazamiento de la población raizal,
nativa, etc. No entienden que lo propuesto por las FARC-EP obedece a los
principios del M-L, es decir, será el pueblo el garante de la inversión de
hasta el último peso.
Y como « sin tetas no hay paraíso » hay
quienes se contentan con aparecer en los medios propiedad de su familia como
los grandes « creadores » de la Paz y no conjugan correctamente los
verbos y dicen « no se puede condenar a los colombianos a otros cien años
de soledad y violoencia » cuando deberían decir « la oligarquía en el
poder –nosotros- no podemos condenar a los colombianos a otros cien años de
soledad y violencia ». Porque ese individuo fue uno de los impulsores de
la tesis de « al enemigo hay que combatirlo con sus mismas armas »,
tratando de revisar la historia y exculpar a su clase oligárquica de la guerra
que adelantaban –y adelantan- contra el pueblo colombiano.
Mas si eso los hace « felices »
tendrán que aprender que « sin Paz no hay felicidad ».
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