La muerte de Edgar Sánchez, dirigente político sobreviviente de la UP, encendió las alarmas dentro de la organización. Denuncian una campaña de hostigamiento contra sus integrantes
El pasado 10 de noviembre, pasadas las siete de la mañana, Edgar Sánchez, salió de su casa en el barrio Divino Niño de Soacha, rumbo a la misma panadería en la que desayunaba todos los sábados. Una hora después, a la salida del lugar, dos hombres le dispararon en el rostro. Su cuerpo cayó al suelo mientras que los asesinos abandonaban el lugar.
No se trataba de un hecho fortuito. Desde hace cuatro meses se había difundido el rumor de un plan para asesinar a varios dirigentes comunales y sociales, en especial a este huilense de 54 años, a quien le reprochaban su militancia política y en especial su actividad social. Y tal vez, como aseguran desde la Marcha Patriótica, Sánchez estaba en el foco delincuencial por pertenecer a este grupo, liderado por la ex senadora Piedad Córdoba y que ha tomado fuerza en todo el territorio nacional.
Sánchez había optado por tomar un camino distinto al común: estaba del lado de la gente que no se calla, opositor al Gobierno de turno, dirigente sindical y franco para decir las verdades. Así lo recuerda su hermana Lorena, quién hoy en día es la dirigente más importante de esa organización en el Huila.
Su militancia empezó en Tello (Huila), donde nació, después continuó en Purificación (Tolima) y terminó en Soacha (Cundinamarca), donde fue asesinado. Hizo parte de la Unión Patriótica, del Partido Comunista y en la última etapa de su vida de la Marcha.
"En los últimos meses se había enfrentado a grupos de paramilitares, que querían imponer el microtráfico de drogas en el barrio. Ya le habían advertido que no hiciera eso y que lo dejaran en paz", relata una persona cercana a él.
"Hace cuatro meses un tipo se le había acercado y le había dicho que iban a acabar con él y con toda su familia. Pero él siguió haciendo lo que sentía que tenía que hacer", cuenta uno de sus conocidos.
Su militancia política y social había cobrado fuerza durante los años de la Unión Patriótica, donde trabajaba en la organización de comunidades. Después del exterminio del que fueron víctimas la mayoría de sus integrantes, Edgar se trasladó a Soacha a finales de los noventa y se vinculó al Partido Comunista. Finalmente, en mayo de este año entró en el movimiento Marcha Patriótica.
"Más que un asesinato"
Al interior de la Marcha, la muerte de este dirigente, va más allá de un asesinato y aseguran que se trata de una campaña contra el movimiento. La senadora del Polo Gloría Inés Ramírez, también miembro del Partido Comunista, aseguró que "su asesinato es la materialización de la campaña de calumnias y hostigamientos contra los integrantes de la Marcha Patriótica que se viene adelantando a lo largo y ancho del país por los sectores más derechistas e intolerantes".
La senadora le exige al Gobierno que se adopten medidas prontas y eficaces para proteger la vida e integridad de los militantes de la oposición.
Al interior del movimiento el sentimiento es similar y para ellos el caso de este líder deja en evidencia la grave crisis de derechos humanos que afronta no sólo Soacha sino otros lugares del país donde hay una fuerte presencia de grupos paramilitares "que cometen asesinatos selectivos para frenar la actividad de organizaciones que abanderan procesos comunitarios de paz", le dijo a Semana.com uno de los voceros de la Marcha.
"Hay un plan para eliminar al movimiento, para acabar con esa nueva oleada de dirigentes que asumen esta responsabilidad social. Se busca desarticular el movimiento y acabar con la Marcha", cuenta Lorena Sánchez.
A punto de cumplirse dos semanas de este asesinato las autoridades no tienen pistas sobre el caso y sus familiares hacen un llamado para que este no sea un caso más de impunidad.
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