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Ayer, sábado, las calles de Tel Aviv (Israel) acogieron a una multitudinaria manifestación contra la sistemática práctica corrupta del Gobierno y contra una nueva legislación que quiere imponer la coalición del primer ministro Benjamín Netanyahu.
La movilización se bautizó con el nombre de ‘Marcha de la Vergüenza’, y congregó a cerca de 20.000 personas, que protestaron contra una ley que impedirá que la Policía haga públicas sus recomendaciones para el procesamiento de los acusados tras una investigación. Los críticos creen que esta iniciativa, que se dirige a la segunda lectura en el Parlamento el lunes, significaría proteger a Netanyahu en dos investigaciones de corrupción.
Al parecer, el primer ministro es altamente sospechoso de estar involucrado en dos casos separados de corrupción, uno por recibir regalos de empresarios acaudalados, y otro por realizar un trato con el propietario de un periódico. La investigación se lleva a cabo contra Netanyahu desde diciembre de 2016, y, aunque ha habido más protestas, la de ayer ha sido la que más gente ha reunido.
Los manifestantes asociaron al Gobierno con las grandes empresas. Y no se anduvieron por las ramas en sus exigencias: pidieron la encarcelación del primer ministro. Se oyeron gritos de “Netanyahu es una desgracia” y en una de las muchas pancartas desplegadas se podía leer: “el ministro del delito”.
La población israelí sabe que, en caso de ser aprobada la mencionada ley, las conclusiones de la policía acerca de las investigaciones de corrupción contra Netanyahu podrían ser inaccesibles para ellos.
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