La periodista de El Espectador Natalia Herrera Durán publica el Informe del
Programa Somos Defensores, ”Agúzate, que nos están matando”, el cual muestra que el Terrorismo de Estado (adelantado
por lo que llaman los ”paramilitares”) sigue galopando en todo el territorio
nacional de la mano, no podía ser de otra manera, de las fuerzas militares
estatales.
Que los asesinatos se sucedan en todo el territorio nacional
demuestra, o que el estado adelantada como siempre el Terrorismo de Estado, o que
es tal la incapacidad del Estado de preservar la vida de los colombianos.
Dice la periodista: ” “Lo que en 2016
parecía una mala premonición, hoy es una delicada realidad: hay un importante
incremento de homicidios y ataques contra la vida e integridad física de los
defensores y defensoras de derechos humanos en Colombia”. Esa es la
preocupante conclusión a la que llegó el Sistema de Información sobre
Agresiones contra Defensores y Defensoras de Derechos Humanos (SIADDHH) del
programa no gubernamental de protección Somos Defensores.
...Las cifras de homicidios sostienen con crudeza estas
palabras: en
el primer semestre de 2017 fueron asesinados 51 líderes sociales en el país. Eso quiere decir que 51 procesos
campesinos, comunales, indígenas, sindicales, de víctimas y de población LGBTI
perdieron la experiencia, la formación y el reconocimiento de uno de sus
líderes.
El
incremento de estas muertes con relación al 2016 fue del 31 %. Se pasó de 35 casos reportados en el
primer semestre del año pasado a 51 en el mismo período de 2017. Sólo siete de
ellos habían denunciado amenazas. Y en siete casos los defensores fueron desaparecidos antes de que los hallaran sin vida. Seis de sus cuerpos
también presentaban signos de tortura y sevicia. Las muertes, en su
gran mayoría (80 %), fueron planeadas y hubo seguimientos previos.
De estos
homicidios, el 86 % corresponde a hombres (44 casos) y el 14 % a mujeres (siete
mujeres), cinco más de las que fueron asesinadas de enero a junio de 2016. Los
departamentos que registraron mayor número de estos asesinatos fueron Cauca y
Valle del Cauca, con ocho líderes cada uno. Los siguen Antioquia, con siete
casos, y Cesar, con cinco. Al revisar, los liderazgos más golpeados fueron los
asociados a juntas de acción comunal, a trabajos comunitarios (sobre todo en
áreas rurales) y campesinos (con el mayor número de homicidios: 28 de los 51).".
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