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Paz y Política. El momento presente

Written By Unknown on viernes, mayo 26, 2017 | viernes, mayo 26, 2017

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo.

No hay ningún contrasentido entre Paz y Política. Por el contrario, ambas se refuerzan una a otra y viceversa. Mas en Colombia, si hay un contrasentido. Es entre Paz y Politiquería.

Sabemos que la Paz es un imperativo ético. Igualmente que es uno de los más preciados derechos humanos, el cual va de la mano con el derecho a la vida. Sabíamos, también, que la Paz firmada entre las FARC-EP y el gobierno Santos correría el inmenso riesgo de ser desnaturalizada en su paso por el congreso, como en efecto está suediendo, y ni se diga con el retorcido “Plebiscito” o en manos de la politiquería en las Cortes.

Hoy día, el problema mayúsculo corre por cuenta de la Corte Constitucional (CC) que se ha alineado con los “enemigos de la Paz”, mejor dicho, ha “pelado el cobre”, y ha declarado ante los colombianos que no quiere la Paz. Una institución estatal, que se esperaría estuviera en consonancia con los nuevos aires que se respiran en Colombia, definitivamente declara ante el mundo que no quiere la paz, así trate de disfrazar su sentencia de leguleyada.

La Paz como política estatal no ha sido una prioridad del establecimiento colombiano. La única política estatal ha sido la guerra y la muestra es que a las instituciones estatales colombianas –ejecutivo, legislativo, judicial, militar- les es supremamente difícil salir del marco legal de la guerra para adelantar con todo grandeza la causa de la Paz, la cual se está construyendo no por el querer de éstas instituciones, sino por el empuje que las FARC-EP y el pueblo han puesto en ello.

Evidentemente que en esas instituciones hay sectores que apoyan decididamente la Paz, el presidente como persona, por ejemplo, pero el conjunto de las instituciones estatales no muestran un decidido apoyo y menos su decisión –y mucho menos su determinación- de echar a andar la locomotora de la Paz hacia adelante y se contentan, como siempre, en torpedear el camino ya de por sí dificil de salir de una guerra interna fratricida de 53 años.

Ello es así porque el establecimiento colombiano no practica la política en toda su extension, sino que viven inmersos en la politiquería, la trapisonda, la corrupción y la maniobra para torcerle el destino al otro, sin saber que en la medida en que practican la politiquería se envilecen ellos aún más.

El pueblo en su sabiduría ha entendido que la Paz no puede ir separada de la imperiosa necesidad de luchar por sus reivindicaciones, precisamente porque en la causa, la base, del conflicto interno están las necesidades políticas, sociales, culturales, económicas, que ha padecido el pueblo colombiano por más de 200 años y que han sido de su exclusión de la toma de decisiones.

No puede ir separada lucha por la Paz, por un lado, y lucha por las reivindicaciones económicas, políticas, sociales, culturales, por el otro, porque todas ellas hacen el summun de una vida en Paz. No hay paz cuando mueren en combate colombianos pobres, pero tampoco hay paz cuando los niños mueren de hambre y desnutrición (violencia estructural), tampoco cuando no se satisfacen las necesidades del pueblo en materia de empleo, salud, educación, cultura, recreación, etc.

Las FARC-EP y el gobierno Santos han dado un gran paso en dirección de la Paz al decretar el Cese Bilateral de Fuegos y al haber firmado el Acuerdo Final del Teatro Colón, pero ello debe ir acompañado de la implementación total del Acuerdo Final ya que no hacerlo implicaría una desastrosa decepción para el pueblo colombiano, el cual está demostrando de qué es capaz cuando se decide a luchar por lo suyo (caso Buenaventura, por ejemplo, o la Marcha Indígena, o el paro de Maestros).


No es mediante la politiquería a que nos tienen acostumbrados los representantes de los sectores económicamente poderosos como vamos a construir una Colombia en Paz con Justicia Social. Es enlazando creadoramente la causa de la Paz entre pueblo, entre ellos FARC-EP –que algunos llaman Paz Grande-, y sectores que amen la Paz, con las reivindicaciones populares. No hay contrasentido en éste desarrollo de la política, entendiendo ésta como el servicio en favor del pueblo, de las clases más desfavorecidas del favor del estado. No podemos desligar la lucha de las clases populares de la Paz ya que una conduce a la otra, y viceversa, y es su sustrato íntimo.
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