Como no referirme en esta Nota, al bochornoso anuncio de la captura, in fraganti, de la Alcaldesa de Ocaña, quien salió esposada del Despacho municipal, por investigadores del CTI de la Fiscalía. Como tal, no se trata de una noticia, pues precede el conocimiento que toda una comunidad tiene de la Cueva de Rolando, en que se convirtieron las oficinas públicas, no solo en Ocaña, sino en todo el país. Anuncio, por cuanto divulga un hecho o conocimiento de todos informado, de reiterativo acontecer, en la sucesión de burgomaestres, que saben que entre bomberos no se pisan la manguera. Pero bastó un desliz de deslealtad en lo acordado y uno de los “inversionistas” en el negocio de la elección del cargo público que no fue satisfecho, pues denunció con acierto.
Mal agüero lo de las lisonjas expresadas: el que una feligresa, a la salida de la iglesia de La Torcorama, rogara: “Pobrecita, ella. No fue bien asesorada”. Los mensajes de “solidaridad” a la encartada. En fin, una vorágine de manifestaciones, con venalidad de expresiones. Propio de una comedia dramática como la de “Mejor Alcalde, el rey “, de Lope de Vega: “Cuando pierde de su punto/la justicia, no se acierta/ en admitir la piedad/Da Tello, a Elvira la mano/para que pagues la ofensa/con ser su esposo, y después/que te corten la cabeza/podrá casarse con Sancho”.
Pero lo sucedido en la Alcaldía de Ocaña no puede salirse del contexto nacional, como sí incidir. ¿Cómo es posible que ante la desventura de su “cuadro” político, sea el mismo viejo armatoste del partido conservador y su cuestionado mentor salpicado por las investigaciones de Odebrecht, los que indiquen a la autoridad administrativa, cual ha de ser el sucesor o sucesora de tamaño ejemplar de buen comportamiento y virtudes? Ello constituye una genuflexión a la también práctica corrupta de las “cuotas” políticas, a manera de un manejo de casino. La caricatura de voluntad popular consagrada como letra muerta en la Constitución del 91, sale a relucir. La reforma, para una apertura política de participación popular y ciudadana no puede quedar a flote. En un Cabildo Abierto es como ha de imponerse una sucesión temporal o en interinidad, de la Alcaldía. Que Ocaña de una muestra de civilidad y avance político. Retomar el valor esencial de un ejercicio democrático como lo es la plaza pública, como un verdadero centro político de la ciudad.
Transitamos por la imperiosa necesidad de soluciones políticas, de fondo y radicales ante los males que aquejan a la nación colombiana. El ambiente de militarización y paramilitarismo que circunda a la Provincia de Ocaña ha de superarse, precisamente con el llamado a la participación popular. Cómo no regocijarnos con el sí se pudo de la salida política del fin del conflicto armado con las Farc-ep.? ¿Desmayar acaso?, que es la pretensión de la extrema derecha militarista, ¿ante la exploración de lo mismo con el Ejército de Liberación Nacional?; sin olvidar la incidencia de los reductos del EPL.
Y para concluir en apretada referencia: el ataque insurgente a la caravana del gobernador en su visita a Ocaña, en momentos en que recrudecen los enfrentamientos armados con la insurgencia elena y los reductos del no bien definido EPL; es prueba de la obtusa soberbia de la oligarquía local y regional gobernante. No acató ni las recomendaciones del ejército (¿“nacional” o de expansión extra continental?) al no facilitarle un helicóptero para su desplazamiento.
Como un convencido para el logro de la paz y el fin del conflicto armado interno en Colombia, sea precisamente la Plaza Pública la que imponga la necesidad del cese al fuego bilateral y definitivo en el marco de las negociaciones del gobierno y el ELN en la Mesa de Quito
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