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La holística y la guerra

Written By Unknown on miércoles, noviembre 09, 2016 | miércoles, noviembre 09, 2016


 

La Holística y La Guerra

Hernando Vanegas Toloza

Médico Anestesiólogo.

Terapista Neural

 



Interrogantes ante la lectura del Libro El Punto Crucial de Fritjof Capra 1

Todos los días siento que el fracaso
me da una bofetada.
Miro las cosas, frías, siempre iguales,
terriblemente humanas.

La alegría me huye de la vida.
Me doblega la guerra.
El amor triste, mal vestido,
sangrando por la tierra.
 ( Jorge Debravo ) 2

La utilización de la violencia por parte del Sistema (imperio, globalización, neoliberalismo, le llaman algunos),  como forma fundamental de control y dominio del mundo abre interrogantes que son necesarios discutir y resolver a la luz de los planteamientos de la holística.

Es cada vez más frecuente que el imperio y sus aliados pongan en acción su sofisticada máquina de guerra para sojuzgar a los pueblos. Después de la derrota infringida por el heroico pueblo de Vietnam, los teóricos del imperio diseñan año tras año sus políticas para seguir manteniendo el control. Documentos como los de Santa Fé I, II  y IV, han sido dados a la luz. (Nadie sabe por qué no ha salido a la luz pública el III). Y no se han quedado en los planteamientos teóricos, han realizado varios ensayos. Grenada, Panamá, Yugoslavia, la guerra del Golfo.

En la base de las acciones presentes y futuras del imperio está no sólo la disminución del número de reservas de combustibles fósiles en el territorio propio de los Estados Unidos, sino la determinación de apoderarse de todo lo existente en el planeta, y más allá. Las reservas fósiles se encuentran en países que no están bajo el control directo del imperio (países musulmanes) o que estando dentro de su órbita presentan enorme resistencia a los dictados imperiales (Venezuela, Colombia, Brasil). Se considera que las reservas disponibles alcanzarán si acaso para 30 años y los halcones necesitan asegurar unas buenas reservas apropiándose del petróleo de otros pueblos, para continuar su modo de vida desenfrenado (“american way of  life”) que trae como consecuencia el daño irreparable al planeta, como es palpable en el hoyo de ozono, la contaminación de ríos y mares, la extinción de especies animales y el peligro de extinción total de la vida en la Tierra.

Hoy día ello se ve patente en la guerra contra Irak, bajo el pretexto de la destrucción de armas de exterminio masivo en poder de Hussein. Antes fue contra Afganistán, para castigar a Osama Bin Laden y Los Talibanes. Todo con el nuevo caballito de Troya de la Guerra al Terrorismo. Que no son más que las dos caras de la misma moneda. Una es engendro de la otra. Terror de Estado y Terrorismo.

En El punto crucial, Fritjof Capra  considera que “la crisis con la que nos enfrentamos no es una crisis cualquiera sino una de las grandes fases de transición que surgen de forma periódica en la historia de la humanidad” a la par que “tendremos que reconocer y proclamar el hecho de que los cambios sociales actuales son parte de una transformación cultural inevitable mucho más extensa. Sólo entonces seremos capaces de llevar a cabo una transición pacífica y armoniosa como la descrita en uno de los más antiguos libros de la sabiduría humana, el I Ching o Libro de las Transformaciones: “El movimiento es natural y surge con espontaneidad. Por este motivo la transformación de lo viejo se torna fácil. Lo viejo se descarta y lo nuevo se introduce. Ambas medidas concuerdan con el tiempo; por tanto, no causan daño”. (Subrayado nuestro).

Y continúa más adelante: “En nuestro comentario sobre las transformaciones sociales en el mundo de hoy utilizaremos como modelos de dinámica cultural las ideas de Toynbee sobre el ascenso y decadencia de las civilizaciones; la antigua noción de un ritmo universal fundamental originado por los modelos culturales fluctuantes; el análisis de Sorokin sobre la fluctuación de los sistemas de valores y el ideal de una transformación cultural armoniosa representado por el I Ching.
     La principal alternativa a este modelo, relacionado con él aunque diferente en varios aspectos, es el concepto marxista de la historia conocido con el nombre de materialismo dialéctico o histórico. Según Marx, las raíces de la evolución social no se hallan en los cambios de ideas o valores sino en el desarrollo tecnológico y económico. La dinámica del cambio es el resultado de una interacción <<dialéctica>> de dos opuestos que surge de las contradicciones intrínsecas a todas las cosas. Marx tomó esta idea de la filosofía hegeliana y la adaptó a su análisis del cambio social, afirmando que el desarrollo de las contradicciones internas de una sociedad engendra todos los cambios en su seno. Para él, los principios contradictorios de la organización social se materializan en la existencia de clases sociales; la lucha de clases es una consecuencia de su interacción dialéctica.
    La visión marxista de la dinámica cultural, al estar basada en el concepto hegeliano de un cambio rítmico recurrente, guarda cierta semejanza con los modelos descritos por Sorokin, Toynbee y el I Ching; sin embargo, se diferencia de ellos en el énfasis que da al conflicto y a la lucha. Marx veía la lucha de clases como la fuerza motriz de la historia; para él, el progreso histórico era  resultado del conflicto, de la lucha y de la revolución violenta, y el sacrificio y el sufrimiento eran el precio necesario que se había de pagar por el cambio social.
    La importancia atribuída por Marx a la lucha en la evolución histórica es paralela al énfasis que Darwin le da en su descripción de la evolución biológica. De hecho, se dice que a Marx le gustaba considerarse a sí mismo como <<el Darwin de la sociología>>. El concepto de la vida como una lucha permanente por la existencia, que tanto Marx como Darwin tomaron del economista Thomas Malthus, fue promocionado en el siglo XIX por los darwinistas sociales, grupo que quizá (sic!) haya influido en Marx y que seguramente lo hizo en varios de sus discípulos. En mi opinión, el concepto marxista-darwinista de la evolución social da demasiada importancia al papel desempeñado por la lucha y el conflicto, sin tener en cuenta que toda lucha ocurre dentro de un contexto de cooperación más amplio. Si bien en el pasado los conflictos han generado grandes progresos sociales y es probable que sigan siendo parte esencial de la dinámica del cambio, no por ello se les puede considerar la fuente de esta dinámica. A mi juicio, siguiendo la filosofía del I Ching en vez de la visión marxista, el conflicto ha de minimizarse (sic!) en las épocas de transición social.”  (Cito todo, para no sacar de contexto. El subrayado es nuestro) Pág 34-36

En este planteamiento es necesario resaltar dos cosas: la primera, desconoce o ignora o minimiza el enorme potencial del imperio. Una de las cualidades intrínsecas del imperio es su agresividad y su enorme poderío bélico. Está fuera de toda discusión que es la fuerza la que le permite sojuzgar a los demás pueblos y expoliarlos. La crisis económica que vive el imperio desde hace algunos años solo podía ser resuelta de dos maneras: permitiendo el desarrollo y la democratización de la vida de los pueblos inmersos en su esfera colonial, o implantando el fascismo al más alto nivel, apoderándose mediante el terror desatado por su máquina bélica de todos los recursos existentes en el planeta, es decir, el poder total y absoluto sobre el mundo.

La llegada fraudulenta de Bush, hijo, a la presidencia de los Estados Unidos fue la carta que los Halcones estadounidenses han jugado para continuar dominando el planeta. Según Hinkelammert “se aspira al todo para dominar las partes. Cualquier país del mundo podría ser el objetivo, en tanto es distorsionante para el mercado total. Y se convertirá en objetivo en nombre del anti-terrorismo. (...). La Guerra es total. Lo amenazante es que la nueva alianza contra el terrorismo, tan amplia como la Onu, va a sustituir a ésta. Se trata de la disolución de la democracia a nivel mundial por un gobierno anti-terrorista mundial, cuyo centro es Estados Unidos. Un macartismo mundial, como poder encima de todos los poderes, ejercido por un gobierno representante de la estrategia de la globalización: Estados Unidos como juez de una historia que es juicio final; Estados Unidos como juez del juicio final, del bien frente al mal. La lucha contra el terrorismo da la posibilidad de que un solo poder controle todos los poderes del mundo. Así, aparece el primer totalitarismo a nivel mundial, frente al cual no hay posibilidad de control desde otro poder, al cual no hay posibilidad de enfrentamiento por medio del poder. El imperio está por hacerse omnipotente, pero se le escapa el hecho de que quien más se acerca a la omnipotencia, más debilidades desarrollará.” 3


Por ello, ante los planteamientos de una “transición pacífica y armoniosa” nos preguntamos: ¿Pacífica y armoniosa por parte de quién? ¿Acaso el poder imperial permitirá “pacíficamente” que haya una “transición armoniosa”? O, ¿será que esos son los deseos de los actores del cambio y por ello “el conflicto ha de minimizarse en las épocas de transición social.”? ¿De qué manera podríamos convencer a los halcones estadounidenses de que pretendemos una “transición pacífica y armoniosa”? ¿No son los hechos tozudos? ¿Hemos olvidado el golpe militar en Chile en 1973?4 ¿Nos acordamos de los miles de desaparecidos en Guatemala, Honduras, El Salvador, Colombia y Argentina? ¿Necesitamos, acaso, más muestras que los miles de niños, ancianos, mujeres y hombres muertos en Irak por la decisión imperial de apoderarse del petróleo iraquí? ¿Necesitamos más muestras que los cientos de mutilados, huérfanos y personas sin vivienda dejados por los bombardeos de los aviones inteligentes y los misíles de todo tipo arrojados sobre suelo iraquí, para citar la última guerra imperial?

No debemos olvidar que para el capital financiero, en su inmensa voracidad depredadora hasta el ser humano es prescindible, o como lo dijo con aparente jocosidad un humorista: “¿Cuál es el problema, acaso la sangre no es un recurso natural renovable? En cambio, el petróleo no es renovable”. En el Informe Lugano se plantea: “...la prescindibilidad está ascendiendo por la escala social. No se trata sólo de los indios brasileños, los pobres de los Estados Unidos y otras tribus remotas. Usted, su familia, su profesión, su pequeña o mediana empresa, su comunidad, su hábitat natural empiezan a estar también en su punto de mira. Si las empresas transnacionales no responden de sus actos más que ante los propietarios del capital, si los gobiernos no pueden gravar con impuestos un dinero evanescente y móvil y ayudar a sobrevivir a los millones de personas que permanecen inmóviles, entonces hay que eliminar de alguna forma el exceso de esas personas o...” 5

 ¿De que otra manera, si no a través de la lucha, será posible enfrentar al capital financiero y sus transnacionales? Y, ¿acaso está el imperio interesado en “minimizar el conflicto” en ésta época de transición? O, ¿será acaso necesario “sentarnos a esperar” que se produzca la “transformación inevitable”? ¿No será que la mencionada tesis de “minimizar el conflicto en épocas de transición” es una forma más de desarmar los espíritus de los pueblos y permitir que el espíritu armado, bélico y belicoso del imperio actúe, arrojando bombas y misíles, NAPALM y agente naranja y hongos, con la absoluta confianza de que nada ni nadie se les resistirá? ¿No será una tesis más del tipo del “fin de la historia” y demás especies que los ideólogos imperiales propagan para adormecernos? ¿Por qué debemos renunciar a nuestra posibilidad de lucha si el contrario sí adelanta “su lucha” para aplastarnos? ¿Acaso, no es mejor morirse haciendo que esperar la muerte sentado viendo “pasar la historia”?

Ahora, cabe preguntarse, ¿cuáles son los actores que llevarán a cabo la transformación de la nueva cultura? Según se deduce: “La creciente preocupación por la ecología se refleja en los movimientos civiles que se forman en torno a los problemas sociales y ambientales; estos grupos señalan los límites del crecimiento, defienden una nueva ética ecológica y desarrollan tecnologías <<suaves>> adecuadas. En el campo político, el movimiento antinuclear está luchando en contra del resultado más temible de nuestra tecnología de macho autoafirmante y por ello probablemente se convierta en una de las fuerzas políticas más poderosas de esta década. Al mismo tiempo, se comienza a vislumbrar un cambio de valores muy significativo: se pasa de la admiración por grandes empresas e instituciones de gran envergadura a la noción de <<lo pequeño es hermoso>>, del consumo material a la simplicidad voluntaria, del crecimiento económico y tecnológico al crecimiento y evolución interior. Estos nuevos valores son difundidos por el movimiento del potencial humano, el movimiento por la salud holística y por otros movimientos místicos. Además- lo que tal vez sea más importante- el ascenso de la conciencia feminista nacida del movimiento de las mujeres está desafiando y cambiando profundamente el antiguo sistema de valores.
    Estos diferentes movimientos forman parte de lo que el historiador cultural Theodore Roszak llama la <<contracultura>>. Hasta hoy, muchos de esos grupos siguen actuando por separado y no se han dado cuenta de la interrelación existente entre sus distintas metas. Por ello carecen a menudo de una perspectiva social, mientras que a los movimientos místicos les falta una conciencia ecológica: los gurus exhiben ostentosos símbolos de su estatus social y dedican mucho tiempo a construir sus imperios económicos. Sin embargo, recientemente varios movimientos han comenzado a formar coaliciones. Como era de esperar, el movimiento ecologista y el movimiento feminista han aunado sus esfuerzos en varios temas, principalmente en el de la energía nuclear, y los grupos para la defensa del medio ambiente, las asociaciones de consumidores y los movimientos étnicos comienzan a hacer los primeros contactos. Podemos predecir que, una vez que todos hayan reconocido las metas que tienen en común, los distintos movimientos convergirán y formarán una poderosa fuerza de transformación social.
        Llamaré a esta fuerza la nueva cultura (...)  Desde esta amplia perspectiva histórica se deduce que las culturas van y vienen en ciclos rítmicos y que la preservación de las culturas tradicionales no siempre es el objetivo más deseable. Para minimizar la dureza del cambio inevitable es preciso ver con claridad las condiciones cambiantes y transformar nuestras vidas y nuestras instituciones sociales de acuerdo con el. (...).” Pág 49-50-51.

De lo anterior podríamos deducir que en los momentos actuales se conformó una nueva vanguardia, la de los movimientos ecologistas, feministas, étnicos, místicos y de género. ¿Qué hay del obrero que a diario está padeciendo y enfrentando las políticas imperiales? ¿Qué papel juega el campesinado en la lucha por la tierra y en la defensa de la productividad local contra la productividad imperial subsidiada? ¿Cuál será el rol de los otros sectores de la clase media, cada día más paupérrima, precisamente por la voracidad de los centros de poder? ¿Acaso las clases sociales anteriormente descritas, o los partidos políticos, las organizaciones gremiales y sindicales no han desarrollado desde su nacimiento una lucha contra la “cultura” dominante importada? ¿No han planteado estos grupos y clases sociales el peligro que vive el planeta por la carrera armamentista de los países desarrollados desde hace ya más de cuarenta años? ¿Y las clases sociales? ¿Será que ahora ya no hay clases sociales? ¿Qué desaparecieron con el derrumbamiento de los países socialistas de Europa del Este y de la Unión Soviética? O, ¿acaso desaparecieron con la Globalización? Además, tal postura no es excluyente? También cabe preguntarse: ¿ De qué manera, en aras de minimizar la dureza del cambio inevitable, debemos transformar nuestras vidas e instituciones sociales?  Creo necesario clarificar este planteamiento y hacerlo objeto de diálogo y discusión.

Es fundamental recordar aquí que “el nuevo capitalismo ni siquiera quiere llamarse así y escoge presentarse como economía de mercado dentro de una operación de desdramatización lingüística que ya ha afectado a casi todo el lenguaje crítico convencional a lo largo del siglo XX: burguesía, proletariado, capitalismo, imperialismo, clases sociales, lucha de clases son palabras cargadas de gravedad y memoria histórica y por lo tanto suenan a ruidos dentro del canal de comunicación dominante.” (Informe Lugano, Susan George. Pág 8)5. Estas palabras suenan a subversión trasnochada. Nos han penetrado culturalmente de tal manera que hasta el significado de las palabras han querido quitarnos. Y nuestros nombres, nuestra identidad. Al influjo de las compañías trasnacionales que explotan el carbón en El Cerrejón en la Guajira colombiana, los indígenas ya no bautizan a sus hijos con los nombres tradicionales, sino que los nombran Morrison, Kanudsen, Anthony, Peter, incluso hubo uno que le colocó el nombre de Motoniveladora González, pensando que era un nombre adecuado para su hijo.

( Soy hombre, he nacido,
tengo piel y esperanza.
Yo exijo, por tanto,
que me dejen usarlas.
No soy dios: soy un hombre
(como decir un alga).
Pero exijo calor en mis raíces,
almuerzo en mis entrañas.
No pido eternidades
llenas de estrellas blancas.
Pido ternura, cena,
silencio, pan y casa...

Soy hombre, es decir,
animal con palabras.
Y exijo, por lo tanto,
que me dejen usarlas. 2 )

Debemos estar claros que es a través de la lucha ( o de nuestro “accionar”) como enfrentaremos los dictados del capital financiero y las transnacionales que dominan el mundo y daremos paso a la “nueva cultura”. Que esa lucha sea pacífica o violenta, que sea sangrienta o no, que sea armada o desarmada, que sea legal o ilegal, dependerá de las condiciones y la historia de cada país, región o continente, y también, lógicamente, de los métodos de lucha que desarrollen los defensores imperiales (del Sistema). Esta lucha es significativa y va tomando connotaciones importantes en Latinoamérica. Miremos la sublevación de los argentinos ante su depauperización, precisamente por aplicar al pie de la letra los dictados del FMI y el Banco Mundial; la elección de Lula y la lucha de los campesinos por la tierra encabezados por el Movimiento de los Sin Tierra, en Brasil; las movilizaciones de los indígenas en Ecuador y Bolivia; la insurgencia armada en Colombia y la resistencia heroica y suicida de los sectores populares “legales” pese a los asesinatos, desapariciones, matanzas y torturas del Terrorismo de Estado allí aplicado; la conformación de un poder popular de democracia participativa que enfrenta las imposiciones del FMI en Venezuela y las tentativas de desestabilización de los corifeos del imperio y del imperio mismo 4; la lucha del pueblo costarricense contra la privatización de empresas estatales; la irrupción de la lucha indígena y los zapatistas en el Sur de México.

Evidentemente, las guerras son algo bárbaro y feroz. Precisamente por ese carácter debemos estudiar cada guerra en particular, sus peculiaridades históricas, los fines que la originan y quiénes la desarrollan. De este análisis debería resultar una postura ante esa guerra. Una declaratoria y un accionar. El capitalismo, o economía de mercado, o neoliberalismo, o globalización, es profundamente reaccionario y recurre a la fuerza para imponer sus designios y apoderarse de los recursos de todo el mundo, sin importarle cuántos “desechables” mueran como efecto del “daño colateral”. A la humanidad no le queda más camino que adelantar su accionar contra la lucha armada de las “grandes potencias” contra el mundo, por el mantenimiento artificial del capitalismo mediante sus transnacionales y la opresión de las grandes mayorías de “perdedores”, “prescindibles”, “inmóviles” o como quieran llamarlos los ideólogos imperiales, para asegurar la rentabilidad del capital financiero. O luchas..., o pereces... Parece ser la disyuntiva. Y ya hay movilizaciones en todo el Mundo, de estudiantes, campesinos, obreros, mujeres, desplazados, partidos políticos, pacifistas, ecologistas, movimientos sociales, ONG`s, contra la Guerra contra Irak, Por la Paz Mundial. Porque, consideramos, la lucha contra la guerra imperial, es la lucha por la vida de los seres humanos y por la vida del planeta mismo.

( Yo no quiero un cuchillo en manos de la patria.
ni un cuchillo ni un rifle para nadie:
la tierra es para todos,
como el aire.

Me gustaría tener manos enormes,
violentas y salvajes,
para arrancar fronteras una a una
y dejar de frontera solo el aire.

Que nadie tenga tierra
como se tiene traje:
que todos tengan tierra
como tienen el aire.

Cogería las guerras de la punta
y no dejaría una en el paisaje
y abriría la tierra para todos
como si fuera el aire...

Que el aire no es de nadie, nadie, nadie...
Y todos tienen su parcela de aire. 2 )








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