Editorial, Cambio Total.
Los hechos, tozudos, están
demostrando que las clases empotradas en el poder en Colombia no han cambiado
ni un ápice su posición de cómo ejercer el poder.
Desde siempre han
practicado el asesinato, la desaparición, la ejecución extrajudicial, las masacres,
el desplazamiento forzoso y el robo de las tierras de los campesinos e
indígenas como forma de Terrorismo de Estado que les ha permitido “atornillarse”
en el poder, legislar a su favor y masacrar a todo aquel que realice su acción
política o reivindicativa que ponga en peligro sus intereses mezquinos.
Unas veces privilegian
el terror colectivo con las masacres, por ejemplo, otras veces el terror
individual con los asesinatos selectivos de dirigentes sindicales y populares,
persistentemente con la desaparición forzada de los líderes del pueblo, y otras
con el desplazamiento masivo a fin de apropiarse de la tierra de los campesinos
e indígenas.
En ningún momento, en ninguno, el Terrorismo de Estado ha
sido parado por los sectores en el poder. Siempre, de manera masiva o a ”cuenta
gotas” lo aplican. Cambian la cara del
Terrorismo de Estado cuando se le muestra al mundo los execrables crímenes
cometidos con las masacres y aplican el Terrorismo ”suave” mediante el asesinato
individual.
Muchas ONGs se sienten “dichosas”
cuando al evaluar las cifras del Terrorismo de Estado se observa una
disminución de los asesinatos –por cuestiones tácticas- y hablan de “mejoría”
en el respeto de los derechos humanos, como si a los asesinados le fuera a
provocar algún efecto esa fementida “mejoría”. “Ya para qué !!!”.
A la luz de la Mesa de La Habana han sido persistentes las
denuncias de las FARC-EP sobre el narco-paramilitarismo y su no desmonte como “política
estatal”. Ello es así por cuanto su sustento es el Terrorismo de Estado de la
Doctrina de Seguridad Nacional (DSN). Si
no se cambia la Doctrina las fuerzas estatales, vale decir, militares, narco-paramilitares,
agentes estatales, jamás aplicarán otra forma de ver a sus propios
conciudadanos si no como “enemigos internos”.
A raíz de la arremetida
de la mafia –narcoparamilitares, militares involucrados, políticos de cuna
narcotraficante, terratenientes, ganaderos, etc- se ha hecho evidente que los
sectores que manejan el país seguirán por el sendero ensangrentado de los
ajusticiamientos, las desapariciones, las massacres, el desplazamiento forzoso
de millones de colombianos.
El Informe de Justicia
por Colombia publicado ayer da cuenta que “Las
cifras en este informe son horrorosas, y de preocupación especial es el hecho
de que más de 300 activistas hayan sido asesinados desde el principio del
proceso de paz en 2012” del total de 534
activistas políticos que fueron asesinados en el país entre 2011 y 2015
.
A las FARC-EP y al
pueblo colombiano la oligarquía-terrateniente-ganadera-narcotraficante les están
enviando el mensaje que recurrirán hasta a lo indecible para continuar usufrutuando
el poder en su beneficio, sin importarles un cinco lo acordado en la Mesa de La
Habana.
Esa es la triste realidad.
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