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La Paz, derecho negado a los colombianos

Written By Unknown on sábado, enero 03, 2015 | sábado, enero 03, 2015

Cambio Total.

La Paz, ese derecho humano fundamental que todos tenemos desde que nacemos, ha sido escamoteado en nuestro país. En principio por las élites de ”criollos” que una vez liberados del imperio español, ante su obtusa visión y carencia de ideas, corren a ”entregarse” al ”nuevo” imperio, demostrando su esencia lacayuna.
La traición del ideario del Libertador Simón Bolívar fue en Colombia ejecutado por los ”santanderistas”, quienes ”invitaron” a la nueva potencia a que aposentara sus garras sobre nuestro suelo patrio. 200 años de traición no han bastado a los ”criollos” aposentados en el poder en calidad de mayordomos del imperio.

Para poder mantenerse en el poder han recurrido a su única herramienta, la guerra. Guerra que ha tomado forma de violencia estructural –todo el tiempo- y forma de violencia física utilizando su aparato represor, las fuerzas militares, últimamente creando las monstruosas criaturas del narco-paramilitarismo, ahora llamadas BACRIM. O sea, desde el Estado se adelanta una guerra que toma dos formas, complementarias una de la otra, que viola el derecho humano de la Paz.

La Constitución del 91 contemplaba que ”La Paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”. Este precepto no ha sido respetado por ninguno de los presidentes del Estado burgués. Todos han adelantado la guerra contra el pueblo colombiano. Todos han soslayado la responsabilidad de brindar salud, educación, vivienda, vida digna y oportunidades por igual –la guerra estructural- y para ello han adelantado la agresión contra sectores claves. El ataque a Marquetalia en 1964 fue la declaratoria de la guerra física, la aplicación de la violencia física, la cual serviría de excusa para adelantar la otra guerra, la estructural.

Así, el pueblo –que nada tenía que ver con la guerra física- era y es agredido para conculcar su derecho a la paz y para no satisfacer sus otras necesidades so pretexto de la guerra. La guerra es llevada así al clímax de la política y toda la política se desarrolla alrededor/por la guerra. La legislación nacional desde 1964 es muestra de ello. Sus leyes tienen un halo guerrerista, al punto que vivimos mucho tiempo bajo estado de sitio, por ejemplo, o para citar otro caso, las detenciones masivas de campesinos que exigen cumplimiento de acuerdos anteriores, producto también de la movilización de masas.

La guerra –clímax de la política en Colombia- absorbe todo. No solo los recursos que debían ser destinados a satisfacer las necesidades del pueblo. La guerra se adelanta hasta en la música, para citar solo un ejemplo. Sabemos que la música imperial-oligárquica de muchos artistas es vendida por la ”calidad” de sus producciones o interpretaciones, en tanto las producciones populares son descartadas. Mientras, y paradójicamente, cuando quieren agredir un pueblo, Cuba o Venezuela por ejemplo, hasta los ”sectores de izquierda” ”luchan” porque se les permita a esos artistas sus conciertos, que son en realidad conciertos de agresión a esos pueblos y van contra esos pueblos bajo la cobija del ”arte” musical.

Las guerras en los momentos actuales son actos de invasión y terror. En Colombia, ante el ataque a 48 campesinos por parte del ejército estatal, los campesinos responden organizando sus guerrillas móviles hasta conformar  el ejército popular actual. En el transcurso de esa guerra el gobierno y su estado adelantan la guerra con todo su poder, negándoles toda posibilidad al pueblo de luchar, exigir, por sus reivindicaciones y mejores condiciones de vida, y practica el Terrorismo de Estado que ha cercenado la vida a más de 1 millón de colombianos, a más de 6,5 millones de desplazados, despojados de sus tierras por parte de las fuerzas estatales.

Sabemos que los actos de guerra –o de política- desarrollados desde el Estado son para favorecer a las clases sociales en el poder, lo cual les significa más dinero en tanto acrecentan la explotación de nuestros trabajadores y entregan nuestros recursos naturales al imperio. El pueblo debe comprender que la única manera de acabar las guerras es acabando las clases sociales. Por ello, tiene la inconmesurable tarea de derrumbar todo el aparataje estatal actual –sustento de todas las injusticias- y construir uno nuevo.

Mas la oligarquía y el imperio no se estarán quietos. Defenderán con toda su fuerza su permanencia en el poder. La fuerza popular debe ser muchísmo mayor que la fuerza oligárquica-imperial, y de hecho así es. Lo que nos falta es el factor subjetivo para desarrollar la revolución y garantizar el derecho a la vida y el derecho que tenemos todos los colombianos a vivir en Paz.

Esa tarea desde luego se está adelantando en la Mesa de La Habana y en ella se adelantan confrontaciones, combates, cuya fuerza deriva de los combates realizados en nuestra patria. Hoy por hoy es claro que en la Mesa de La Habana se juega el futuro de nuestro país. Ello hace imprescindible empujar con toda la fuerza popular para imponer a la oligarquía la solución de las causas que dieron origen y han perpetuado el conflicto interno. De lo que hagamos hoy va a depender el disfrute de la Paz en el tiempo futuro. No hay vuelta de hoja.


jmc
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