Por: Congreso de los PueblosSábado, 24 Enero 2015 02:47
Nos llegó la noticia de que Carlos Pedraza, el amigo y compañero, había sido asesinado, y la rabia se confundió con el dolor y la incertidumbre; ¿Por qué la oligarquía y sus aparatos de muerte se empeñan en llenar de sangre y luto los campos y ciudades de Colombia? ¿Por qué mientras se habla de paz se siembra más violencia?
Hace pocos días el Congreso de los Pueblos denunció las amenazas, señalamientos y persecuciones que padecen comunicadores populares, activistas sociales y sindicales, campesinos y campesinas; hoy tenemos que soportar, eso sí con dignidad, que estas amenazas se haga realidad; mientras el gobierno Santos y sus funcionarios desestiman la gravedad de la situación, en abierta complicidad con los gestores de la muerte, la patria pierde a uno de sus mejores hijos.
Pero los dueños de Caracol, El Tiempo y Rcn, los socios menores de las transnacionales, los patrones del paramilitarismo, Sarmiento y Efromovich, Uribe y Rangel no saben a quién asesinaron; sus órdenes de muerte anónima son ajenas a la inmensa potencialidad de vida que cercenaron, porque con Carlos se asesinó a una parte del presente y futuro de Colombia, a una partecita de lo mejor del pueblo. Pero cómodos en sus festines también ignoran que los pueblos seguiremos luchando y que el ejemplo de Carlos estará presente hasta que este país alcance una verdadera democracia.
Carlos Pedraza nos dejó una muestra de su humanidad y sencillez, pero especialmente de su tenacidad y compromiso con las tareas comunitarias y sociales. De poco hablar, prefería trabajar y hacer sin importar los horarios o los límites físicos. Sus ojos alegres transmitían esperanza y acercaban lo lejano a lo posible.
Mucho se le pide a la juventud, pero cuando ésta emprende el camino de los cambios se le detiene con violencia. Al ver a Carlos recordábamos los discursos del Ché y su esperanza en que los más jóvenes asumieran las tareas de transformación; Carlos las estaba cumpliendo día a día, ya fuera como docente, dirigente cívico, activista de derechos humanos o construyendo la nueva economía, tarea en la que se había empeñado en los últimos tiempos. A pesar de los fracasos Carlos no se desanimó y confiaba en que el pueblo construyera relaciones más solidarias de producción y consumo.
Nos queda su empuje en la universidad y el barrio, su paso por las tareas de constitución de la Cumbre Agraria, sus lecturas a deshoras, el tinto y el cigarro escaso; pero sobre todo su fe en el futuro y en el papel de los revolucionarios para hacer real la vida digna y la libertad.
Hermano, Compañero, Carlos Alberto Pedraza
¡¡¡Hasta Siempre!!!
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