Cambio Total.
Los colombianos tenemos la tendencia a irnos por las ramas
para llegar al tronco. Nos da miedo llamar las cosas por su nombre. Y muchas
veces cuando llamamos las cosas por su nombre nos horrorizamos.
Es quizás un ”mecanismo
de defensa” para no salirnos de la burbuja de ser uno de los países ”más
felices” del mundo, así no tengamos empleo, vivamos en la pobreza extrema, no
tengamos vivenda, ni salud ni educación y si la tenemos es tan de mala calidad
que nos aplicamos ”pañitos de agua tibia” como ese de las pruebas Saber 11 que
pretende echarle –como siempre- las culpas a los profesores, lo cual los convierte
en objetivo militar de las armas asesinas del Estado y sus bandas
narco-paramilitares, o mejor dicho, sus bandas de asesinos.
Damos rodeos innecesarios, gastamos tiempo ”guardando las
apariencias”, como si no quiséramos solucionar de una vez por todas el problema
o los problemas. En esas estamos ahora. Dizque tenemos que ”desescalar” la
guerra, como si eso fuera posible. Cuando se escala una guerra, su objetivo
final es derrotar al enemigo y todas las operaciones se conducen hacia ese
objetivo. Ahora bien, una vez ”escalada” o degradada o profundizada la guerra
es casi imposible volverla al momento original. Una vez los combatientes
aprenden a escalar la guerra, por razón de esa inercia que mueve a los
contingentes militares, seguirán usando los ”nuevos métodos” empleados para
escalar la guerra.
El ejemplo más patético está en Colombia. La oligarquía
declaró la guerra a 48 campesinos en Marquetalia (departamento del Tolima) en
1964 y desde entonces ha venido escalando la guerra. Aumento del pié de fuerza,
compra de modernos y sofisticados armamentos, ”contubernio impúdico” con bandas
de criminales narcotraficantes para constituir a los ”narco-paramilitares” –que
nunca combatieron a las guerrillas sino que hacían el ”trabajo sucio” de
masacrar la población civil (el agua) para acabar al pez (las guerrillas).
Ya la maquinaria de guerra estatal está lanzada hacia su
objetivo de acabar las guerrillas y vemos cómo es casi un imposible ”político”
acabar con las bandas de narco-paramilitares, llamados ahora BACRIM, ya que el
método está siendo usado por sectores fuera de las fuerzas militares:
empresarios del campo, ganaderos, políticos traidcionales, hasta por ciertos
sectores para ”ajustar sus cuentas”, ante un estado que no garantiza el mínimo
de justicia a sus conciudadanos.
Esa costumbre de resolver todos los problemas mediante el
uso de la violencia ha sido consustancial con el deformado estado colombiano.
La Violencia de los años 50 produjo una contrareforma agraria con más de
300.000 muertos y más de 2 millones de desplazados, campesinos todos, cuyas
tierras fueron a parar a manos de viejos y nuevos ”empresarios del campo”. Se
producía entonces lo que se ha dado en llamar el modelo de acumulación
capitalista de crecimiento de capital mediante la violencia extrema. Hoy
tenemos 1 millón de víctimas mortales y 6,5 millones de desplazados, cuyas
tierras han pasado violentamente a manos de ”empresarios del campo”.
Todos los hechos recientes y pasados han confirmado la tesis
de la insurgencia armada de la imperiosa necesidad de acordar un Cese Bilateral
de Fuegos porque, contrario a lo que dice el gobierno, en la guerra en Colombia
hay dos partes, dos ”enemigos”, que se infringen unos a otros golpes más o
menos contundentes que van profundizando la brecha de las víctimas y sus
dolores.
La prensa burguesa, mediatizadora, siempre pretende
enrostrarle a la insurgencia armada las culpas de la profundización de la
guerra y los estragos que causa en la población civil, es decir, en los
colombianos pobres víctimas de ésta guerra fratricida, quienes son las únicas
víctimas porque los ricos ni sus hijos van a la guerra. Mas ya sabemos que por
lo menos el 85% de las v´ctimas son responsabilidad del estado, llegando a casi
el 100% en el caso de las desapariciones forzadas.
En razón de éstos planteamientos, nos asiste todo el derecho
a decirle al presidente Santos, primer y casi total responsable de la
victimización del pueblo colombiano, que más que ”desescalar” debemos avanzar –sin
miedo- hacia parar la guerra. De que manera? De la única posible: para la
guerra!
A quién teme Santos para no hacerlo? No al pueblo quien
vería con buenos ojos un Cese Bilateral de Fuegos. La teme a la ”extrema
derecha”? Si los representantes de esa cavernaria derecha se quedan cada día
sin argumentos ante le deseo de Paz de los colombianos, no solo del pueblo. Los
Uribhitler y los Ordóñez no tienen ningún argumento de peso que no sea que
entre bambalinas haya un acuerdo para la continuidad de la guerra entre la
derecha –representada por Santos- y la ”extrema derecha” –representada por
Uribhitler y Ordóñez.
Solo esto último explicaría la renuencia del gobierno de
Santos a acordar un Cese Bilateral de Fuegos, o sea, a parar la guerra!
alp.
Publicar un comentario