Estamos ante un momento crucial en la vida del país. Algunos
lo llaman ”punto de quiebre”, otros ”punto de inflexión”, etc. Lo cierto es que
nunca antes en la historia de Colombia habíamos estado ante un momento que
definiría el derrotero a seguir. ”O inventamos, o perecemos…”, decía un sabio
independentista.
Ante semejante desafío hay variadas respuestas y percepciones.
Hay personas y grupos societales –quienes rezuman odio por donde se les
exprima- que creen imposible alcanzar la Paz, quizá porque sus visiones son
demasiado estrechas, quizá porque su conservadurismo les impide asimilar
presamientos y situaciones nuevas.
Es necesario recordar que sólo un ser que está abierto en la
discusión o diálogo a escuchar lo que el otro propone es capaz de asimilar lo
nuevo y desechar lo viejo si lo viejo es anacrónico, retardatario, un freno al
avance (hacia adelante, aunque siempre hemos creído que todo avance es hacia
adelante porque si se va hacia atrás no es avance, es involución). Un ”diálogo
de sordos”, como dice el Dr. J.C. Payán de la Roche, no conduce a ninguna
parte, como ya lo han demostrado las anteriores tentativas de alcanzar una
solución política al conflicto –interno, en nuestro caso-.
El movimiento popular ha persistido en esa búsqueda, a pesar
de la sordera gubernamental/estatal. Se convierte esa parte del bucle de la Paz
–Gobierno-Guerrilla-Sociedad- en la parte que jalona el proceso ya que, en
realidad, es la parte más interesada y a la que más favorece una solución
política del conflicto. Su persistencia en jalonar el proceso, ”como la gota
que golpea una piedra y al fin la horada”, tarde o temprano producirá sus
frutos.
En ese proceso el pueblo va aprendiendo y aprehendiendo.
Desde la enorme valía de la Paz hasta reconocer quiénes frenan el proceso, por
qué y qué hacer para impedir esos esfuerzos negativos y tratar de convertirlos
en esfuerzos positivos, es decir, cómo neutralizarlos y transformarlos, si son
suceptibles de transformación. Sabido es que el anquilosamiento es lo más
cercano a la muerte, mejor dicho, ”la
certidumbre es la muerte”, por ello esas personas o grupos van a ir
desapareciendo de la sociedad por cuanto ya no producen ninguna idea para la
solución de los problemas que aquejan a una sociedad determinada, o seguirán
enquistados mas cada vez más solos.
Ese proceso transformador se realizará desde lo individual y
lo colectivo. Individualmente cada persona seguirá su curso interno, íntimo, de
transformación de ideas, conceptos, conocimientos, quehaceres, etc, y
colectivamente los grupos societales –las llamadas clases- irán atesorando el
súmum de experiencias personales hasta alcanzar la transformación de toda la
sociedad. Desde luego que las contradicciones se abordarán desde lo dialéctico
y lo dialógico. (Ver: El Imperativo de una Mediación Pedagógica para la Paz.Hernando Vanegas Toloza ).
Abordada de ésta manera, la Paz, de por sí, no es un
fenómeno fácil. No es simplemente tener la voluntad política porque en ella
juegan otros factores. No es simplemente llegar a unos acuerdos y después no
cumplir lo acordado. No. Es imprescindible la disposición de toda la sociedad
hacia la aprobación de lo acordado como el primer paso, como el primer paso de
los niños que están aprendiendo a caminar, primero endeble, tembloroso,
exploratorio, paso que con el transcurso de los días irá siendo cada vez más
firme. Ese primer paso será la aprobación a través de una Asamblea
Constituyente, en la cual participará toda la sociedad, hasta los renuentes ”enemigos
de la Paz” ya que su visión contradictoria es importante para visualizar lo que
no quisiéramos vivir en la Paz.
Una vez cumplido el primer paso, continuaremos con la
aplicación práctica de los Acuerdos. Éste momento será el momento esplendoroso
cuando todo el pueblo comprometa todas sus energías positivas en la construcción
de sus máximos anhelos. ”Vamos despacio, porque tenemos prisa”, dicen nuestros
campesinos cuando van remontando las escarpadas lomas de nuestra geografía. ”Sobre
la Marcha”, decía un experimentado guerrillero.
Así, mediante el ensayo y el error, el pueblo irá
construyendo su futuro. No es fácil. Es extremadamente complejo. Estamos
atrasados dos siglos. Las oligarquías se apropiaron del Estado y mezquinamente
lo pusieron a su servicio. Se cumplía lo que nuestros libertadores plantearon
sabiamente. El maestro del
Libertador lo plasmó en la sentencia que cierra éste artículo:
“El choque
de la modernidad y sus instituciones con una América original diferente a todo
lo que había existido, híbrida en el mejor de los casos pero con unas minorías
blancas privilegiadas acolitas de Europa y sus inventos, no podía menos que
generar las contradicciones y desastres que han marcado a la América antes
española durante todo este tiempo; no inventaron y erraron. Ahora viven un
proceso donde nunca antes en la historia había tenido tanta oportunidad de
desplegarse la invención, con la que luego de casi dos siglos de fatales
imitaciones, tienen una deuda acumulada tan grande y que ha tenido
consecuencias tan profundas que sólo me queda decirles que, desde ahora, o
inventan permanentemente o seguirán errando, y errar a esta altura de la
novela, en pleno cambio de época, una época que me hubiera gustado mucho vivir,
contemplar y revolucionar, no sería absuelto por la historia.”
Publicar un comentario