José María Carbonell, Cambio Total.
Las palabras mal empleadas o empleadas –concientemente- para
producir un ”efecto” demuestran el veneno que se acumula, que se esconde, pero que
cuando el subconsciente trabaja salen a flote, aún sin el querer de quien las
elabora.
Sabemos lo envenenados que son los periodistas colombianos –la
gran mayoría- que trabajan en los medios burgueses, algunos pertenecen a la
llamada de ”la Reserva” de las fuerzas militares, los cuales pareciera que el
micrófono fuera su fusil y lo emplean no para informar sobre la opinión de la
guerrilla, por ejemplo, sino para confrontar, asediar, ”vencer”, al guerrillero
que se aviene a dar sus opiniones y la de su colectivo. Ello priva que la ”opinión
pública” sepa las propuestas del ”otro”, de la otra parte del conflicto
interno, precisamente la parte que más tiene que proponer para alcanzar la
salida política, y vemos a ministros, periodistas, y gentes comunes y corrientes
hablan con total insensatez y desconocimiento de lo que se trata.
Hay otros que van analizando un fenómeno y por su talanquera
anticomunista, o antiguerrilla, no sabemos, dejan escapar sus prejuicios y ven
sólo un lado del fenómeno, el lado de las élites en el poder, dañando todo un
esfuerzo mental de análisis hasta ahí muy objetivo. Es el caso de nuestra
queridísima y nunca conocida, pero siempre suspirada, María Jimena Duzán que
dejó escapar ésta perla en su artículo titulado ”Catarsis”:
”La violencia del narcotráfico, y su alianza con
los paramilitares y con ciertos agentes del Estado, así como la violencia
guerrillera, son hechos dramáticos que la Justicia colombiana no ha podido
aclarar. Al expresidente Uribe las Farc
le asesinaron a su padre y la Justicia nunca pudo encontrar a los
responsables. Lo mismo le sucedió a
los Galán con su padre, a Rodrigo Lara y a Juan Fernando Cristo con los suyos”.
Ja. Con ésta exposición queda
en el lector el convencimiento que las guerrillas han causado ”violencia”
porque sí, por su querer, y no porque ellos están respondiendo a la agresión de
que son objeto desde 1964, cuando Guillermo León Valencia convirtió en ”Laboratorio
contra-insurgente” a Colombia. ”Lo mismo le sucedió a…” significa
que también las FARC-EP asesinó a los padres y familiares de los Galán, Lara y
Cristo, y el lector no tiene la oportunidad de visualizar la responsabilidad en
el asesinato del senador de la U.P., Manuel Cepeda Vargas, cuyo hijo
precisamente estaba llevando a cabo el debate contra Uribhitler, hecho
supremamente importante para mostrar el cuadro completo.
Valga el momento para señalar
las diferencias entre las dos partes del debate. El narco-paramilitar
ex-presidente Uribhitler como ”víctima” –son los narco-paramilitares unas víctimas o unos victimarios?-,
hizo de la venganza su cruzada y su odio, más que visceral, es mental, por ello
todo lo que huela a comunista, popular, recibe de su parte el tratamiento de ”enemigo
interno”; en tanto, el senador Iván Cepeda, que creció sin su padre, sin ánimos
revanchistas y sí deseoso que se conozca la verdad del narco-paramilitarismo y
del militarismo que cercenó las vidas de 5.000 miembros de la U.P., entre ellos
su padre, adelanta un debate contra una persona que -por lo menos- se ha
demostrado que es un ”benefactor” de los grupos al margen de la ley, los
narco-para-terroristas, que de la mano de las fuerzas armadas adelantaron –todavía
lo hacen-, el más inmoral contubernio impúdico asesinando a civiles, no
inmersos en el conflicto, desarmados, inermes, acusándolos de ser ”auxiliadores
de la guerrilla”, cuando no guerrilleros, base y sustrato para todos los
crímenes entre ellos las ejecuciones extrajudiciales o ”falsos positivos” y
miles de miles de violaciones de derechos humanos más.
Ya sabemos las causas del
exterminio-genocidio contra la Unión Patriótica, U.P., y sabemos que el
paramilitarismo, convertido después en narco-paramilitarismo por la mano
ensangrentada de los militares, es una constante en la vida nacional desde
antes de la Masacre de las Bananeras, incluso su incubación se dió con la
llamada ”Ley Heroica” de octubre de 1928, dosmeses antes de la Masacre (Ver el
Libro de Hernando Calvo Ospina ”Colombia. Laboratorio de embrujos” (Págs 36-39)
y el libro virtual de Allende la Paz, ”El Plan Colombia y el Conflicto InternoColombiano” [DSN y DCBI: Orígenes del Plan Colombia]
).
Mas, yo no puedo abrigar un
sentimiento de odio contra nadie, mucho menos contra mi queridísima María
Jimena, a quien leo asiduamente para ver si la Providencia me da al menos la
satisfacción de poder comunicarme mentalmente, espiritualmente con ella. A
veces me emputo, es verdad, pero después se me pasa la rabia y vuelvo a
degustar sus escritos. Ah, débil que es uno.
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