Se escuchan
voces que hablan que el debate sobre el narco-paramilitarismo de Uribe Vélez –más
conocido como Uribhitler- ha sido inconveniente para el país pues revivió la
confrontación entre la extrema derecha narco-paramilitar y las víctimas,
representadas por el senador Iván Cepedea.
Argumentos
anodinos, que no analizan en profundiad cuál sería la manera correcta para ir
reconciliándonos y conociendo la verdad de lo sucedido en Colombia desde los
años 40 del siglo pasado. Que dizque el Debate de Cepeda solo ”reavivó” la
fractura existente en Colombia. Esa fractura existe, –la brecha de la
desigualdad y la exclusión-, está -y no por esconderla desaparecerá-, y estará si
no somos capaces de construir una Colombia incluyente para todos. No para algunos.
No como lo quieren seguir practicando las oligarquías en el poder, sean
uribistas –vale decir narco-paramilitar- o santistas –vale decir oligarcas
tradicionales-, que tienen la maquinaria del estado a su servicio.
Y para ir
avanzando en la Cultura de la Tolerancia –así sea en los putrefactos recintos
del parlamento colombiano-, cuya necesidad estuvo demostrada por parte de
Uribhitler, quien no tuvo la valentía de permanecer en el Debate –valiente el
soldado (militares y guerrilleros) que arriegan su vida en el combate, valiente
el ciudadano que responde ante un tribunal civil por sus acciones-, quizá porque tenía los
pantalones ensopados y por ello se refirió a ser ”pantalonudo”; y para seguir avanzando, decíamos, es preciso
adelantar este tipo de debates.
Que nosotros
creemos está incompleto. Falta todavía dilucidar, aceptar y corregir que el
narco-paramilitarismo fue –y es- una política de Estado y no una simple ”política
de una mafia”. Tocará abordar el fenómeno del narco-paramilitarismo en toda su
dimensión desde el papel jugado por los presidentes y parlamentarios, pasando
por el papel nefasto de los militares en la creación y apoyo logístico de esas
estructuras criminales en un contubernio impúdico, hasta el papel de connivencia jugado por la justicia
burguesa colombiana.
De lograrse
la firma de un Acuerdo entre las FARC-EP y el Gobierno, colombianos todos, la
lucha continúa porque la firma de unos Acuerdos no es la Paz en sí. Es apenas
un paso. Y el Debate demostró que tenemos que trabajar muchísimo para ”soportarnos
unos a otros”. Ahí entra a jugar su papel pedagógico las enseñanzas que debemos
ir aprendiendo de éste tipo de eventos, incluso el siquiera discutir y aguantarse la discusión y los argumentos del "otro", así como el pueblo ha ido aprendiendo
de los Foros adelantados por el acuerdo de las dos partes de la Mesa de La Habana.
De seguro
habrá más debates porque el uribismo pura-sangre mafioso tiene ”sangre en el
ojo”. Tratará de desquitarse –en muestra de su pequeñez intelectual- y aplicará
el principio hitleriano de ”calumnia, calumnia, que de la calumnia algo queda”, como lo
hizo con Yaneth Bautista. Igualmente, no es descartable un atentado contra la
vida de los senadores de izquierda que hacen presencia en el parlamento
colombiano. De suceder, ya sabremos hacia dónde mirar.
Quisiéramos
que los Debates, necesarios e imprescindibles, a todo nivel, entre ellos los
debates en el parlamento, se realizaran con la mira de ir conociendo la verdad
del Terrorismo de Estado, estado que es el primer y principal causante del Conflicto Interno y
por tanto el primer causante del Drama Humanitario que soporta el pueblo
colombiano, y a partir de esa verdad ir construyendo los vasos comunicantes,
los canales de reconciliación para poder, algún día, poder vivir la vida en Paz
en Colombia.
Si eso se
cumple, estaremos dando pasos en la dirección correcta.
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