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El precio de ser revolucionario

Written By Unknown on lunes, mayo 19, 2014 | lunes, mayo 19, 2014

Especial para Cambio Total y Anncol.

Los revolucionarios tenemos que pagar un alto precio por nuestra condición de transformadores sociales. Es el precio injusto por ser los enterradores del sistema más asesino de la historia de la humanidad. Algunos revolucionarios ofrendan sus vidas por alcanzar la revolución. Otros tienen que purgar penas de cárcel, cárceles que demuestran una vez más la inhumanidad del régimen burgués imperante. Otros ven cómo asesinan sus familiares en inconmensurable sevicia contra el revolucionario que se ha puesto fuera de las manos, sea cual sea el camino que ha escogido para ello. Otros tienen que soportar vivir su vida en el exilio.

Contra los revolucionarios se aplica con todo rigor el Terrorismo de Estado practicado por los detentadores del poder. Ese terrorismo estatal ha producido 966.000 colombianos pobres asesinados y más de 5,7 millones de desplazados forzosos, campesinos e indígenas a los que despojan de su única riqueza, su tierra, su parcelita (que entre despojo y despojo suman 6,5 millones de hectáreas), en marca vergonzosa para una nación que este año ha ocupado el 2o lugar en producción de desplazados forzosos, detrás de Siria, en donde la agresión imperialista muestra otra vez su feo rostro.

Esa connotación violenta describe a las claras la naturaleza del régimen burgués. Esa es su principal característica. Solo de manera violenta pueden adelantar sus nefastas políticas. Ejecutan extrajudicialmente o como « falsos positivos » como les llaman en Colombia, masacran, desaparecen, torturan. Es la violencia física contra los luchadores revolucionarios. Y la otra violencia, la que está legalizada, la de los « paseos de la muerte », la de los niños sin qué comer, la de los niños que ya no están con sus padres porque se los arrebató la « mortalidad infnatil », la de las mujeres embarazadas que mueren sin atención, la de los niños que sufren el horror de no poder asistir a una escuela y tener amigos y compañeros, también se aplica contra los revolucionarios.

9.500 prisioneros políticos son parte de esa violencia institucionalizada. Compañeros que son « castigados » por querer construir una Patria en Paz con justicia social. La gran mayoría de esos prisioneros políticos escogieron la vía legal para hacerlo. Otros escogieron la vía ilegal. A todos por igual se les aplica el Terrorismo de Estado en las mazmorras del régimen. Algunos viven los horrores de « la Tramacúa », horrorosa prisión de Valledupar que recuerda los sufrimientos vividos por Antonio Nariño en las mazmorras a donde fue recluído, nuevamente, tras su captura en Santa Marta cuando esperaba poderse embarcar en cualquier navío que lo llevara al Exilio en Europa y que lo obligó a exclamar : « Ya están cumplidos, suspiraba con desesperado acento, ya están cumplidos los deseos de mis enemigos, ya agregaron una nueva víctima á su furor y á mi corazón un nuevo tormento para acabarme; mi desgraciada mujer no resistirá este nuevo golpe, morirá ¿cuál es mi delito? Lo ignoro...  ». Otros sufren su superviviencia en celdas de 2x2, sin posibilidad de recibir el sol. Todos ellos son calificados de « subversivos », « comunistas », « terroristas », « guerrilleros ».

Como si al nombrarlos de esa manera pretendieran quitarles su esencia. Su cualidad fundamental. Hombres y mujeres que luchan no por un mundo mejor, sino por construir el mundo que nos merecemos como seres humanos. Un mundo en donde la solidaridad, el amor, sean sus pulsiones emancipadoras. Un mundo que acabe la explotación del hombre por el hombre, base de éste sistema oprobioso. Explotación inmisericorde del hombre y la mujer al apropiarse ilegalmente de la plusvalía producida por los únicos creadores de riqueza, los proletarios, la cual es llevada a la enérsina potencia en la explotación del planeta Tierra, nuestra casa, nuestro hogar.

En éstas estamos los revolucionarios colombianos. Seguimos en la brega a pesar de todos los sufrimientos. Los que gozamos de « libertad » dentro del régimen burgués continuamos nuestra lucha desarrollando, además, como una nueva tarea, la solidaridad con nuestros presos. Cada uno de los 9.500 presos políticos son nuestros compañeros, camaradas, que tuvieron la desdicha de caer en manos de lo peor de la sociedad, la cárcel y sus carceleros. Todos ellos sin distingo de ninguna índole son hijos de nuestro pueblo y merecen nuestra más decidida solidaridad y entrega.

Nos embriaga un aire  de esperanza. La solidaridad ha sido fundamental no sólo entre los revolucionarios « legales », sino entre los que han ofrecido su vida por la revolución, los guerrilleros. En la Mesa de La Habana, sede gloriosa de estos actuales diálogos de Paz, sabemos que están  ad portas de adelantar el punto de las Víctimas en el Conflicto Interno. Como hasta ahora lo han hecho, los revolucionarios populares esperamos con ansiedad la discusión de éste punto,, que deberá abordar no sólo la problemática de las más 6,7 millones de victimas que ha arrojado el conflicto interno colombiano, de seguro abordarán la situación de los prisioneros políticos y sus familas.

Por ello, estamos seguros Joaquín, que en este momento entra a jugar la dinámica revolucionaria que ha colocado en primer plano de la discusión, no sólo en la Mesa de La Habana, sino en la discusión del país, cada punto que han abordado. Queremos verte libre como el viento, volando bien alto como los pájaros, trinando por la Paz con justicia social. Seguimos luchando desde nuestras tribunas, al lado de la tribuna que les tocó en suerte a ustedes, por construir un país en Paz, con justicia social, democracia, libertad, independencia y soberanía nacional.

En este empeño estamos al lado de los campesinos que han adelantado siempre, y especialmente los dos últimos años, heroicas jornadas por sus largamente aplazadas reivindicaciones. Colombia ha sido testigo del empuje arrollador de las masas. Desde el Bogotazo hasta los dos últimos Paros Agrarios y Populares. Hemos visto el torrente de pueblo que se manifestó por la Paz el 9 de abril del 2013, que a la vez sirvió para relievar el papel de Jorge Eliécer Gaitán en nuestras luchas. Hemos visto las carreteras inundadas de sudor campesino, ese sudor que produce los alimentos que consumimos. Hemos visto las jornadas en calles, barrios, de obreros, empleados, mujeres, trabajadores todos, que marchan eufóricos de mil maneras porque el futuro se les presenta luminoso.

La respuesta del Estado colombiano no ha podido ser más criminal. Ya comenzaron el « genocido »  de la Marcha Patriótica, movimiento que agrupa más de 2.500 organizaciones populares. Ya han contabilizado organizaciones de Derechos Humanos más de 48 militantes de la Marcha Patriótica asesiandos por los esbirros del régimen en los apenas dos años de su existencia. Pretenden re-editar el « genocidio de la Unión Patriótica » para impedir que los sectores populares se manifiesten y entren a jugar el papel que deben jugar en la construcción de su futuro.

Ni las balas asesinas, ni las cárceles, podrán impedir el avance revolucionario. Cuando estamos presenciando el derrumbamiento del imperio actual, cuando estamos viendo a pueblos enteros resistir a sus maniobras asesinas ; cuando a nivel interno estamos viendo los tristes espectáculos de los « candidatos presidenciales » ; se revitaliza nuestra energía para alcanzar los cambios revolucionarios que necesita nuestra patira, la sufrida patria secuestrada por la oligarquía y el imperio. Nuestro pueblo está demostrando el camino. Por él estamos transitando.

Acompañamos las encallecidas manos de nuestro pueblo. Estrechamos alegres las manos guerrilleras obligadas a empuñar el fusil como única forma posible de luchar sin el miedo de ser asesiandos. Abrazamos enla distancia a nuestos entrañables prisioneros políticos. Desde ésta fría Suecia « te jondeamos » Joaco un fuerte abrazo y estamos seguros que en algún momento te tendremos nuevamente entre nosotros. La vida nos ofrece distintos caminos. Debemos transitarlos con la incertidumbre que nos da vivir la vida misma porque vivir la vida en incertidumbre es la única forma revolucionaria de vivir la vida. « Yo te nombro Libertad », Joaco.  Vamos pa` esa !!!
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